Ser o no ser padres en un mundo moderno
¿Ser padres o no serlo? Esa es la cuestión.
Algunos se preguntarán porque las parejas que están felizmente casadas no quieren tener hijos. Será que se sienten tan bien con ellos mismos, que otro ser compartiendo el espacio que estos han creado para los dos podría incomodarlos, será que las obligaciones y los deseos de poder alcanzar el éxito esperado, los ha hecho olvidar ese anhelo que la mayoría de las parejas al casarse desean, o simplemente tienen otras metas y otros objetivos que les apasionan más que la idea de tener un niño brincando por toda la casa. Tampoco y menos importante es la idea de que a veces solo uno de los dos desea ser padre y el otro no, entonces vas postergando esa idea de la maternidad o paternidad, esperando que el otro pueda cambiar en algún momento de opinión.
También hay que pensar que a veces este deseo de ser padres no llega, no por un simple egoísmo, sino que tus recuerdos de niñez no son los mejores, tus padres te repitieron toda la vida que por tu culpa no habían podido cumplir sus sueños, que por tu causa se encontraban viviendo una vida la cual no deseaban, y te vas sintiendo cada vez más culpable por haber tenido la mala idea de venir a este mundo, cuando ni siquiera tú lo pediste. Todo esto te va apartando de la idea de tener hijos, no quieres que, en algún momento de tu vida, puedas sentirte miserable por no haber concretado todos tus más anhelados sueños, y tampoco quieres, así como tus padres, tener que echarle la culpa a nadie de tus fracasos.
A algunos de nosotros nos hirieron tanto cuando éramos niños, convirtiéndonos en las burlas de nuestros padres, en el hijo que nunca quisieron y que solo les dio dolores de cabeza, aquel que nunca hizo lo esperado y siempre estuvo en rebeldía contra todo y todos, aquel de malas calificaciones y comportamiento indeseable, aquel que no recibió el afecto que esperaba y fue sintiéndose cada día más lejano a sus padres, por no sentirse merecedor de sus cariños y afectos. Entonces decidió que tener hijos sería una muy mala experiencia y solo le traería sufrimiento, no quería tener que lidiar con un hijo que no obedeciera, que no fuera lo esperado y sentirse fracasado en el intento, que prefirió ni siquiera pensar en intentarlo.
Las mujeres prefirieron pensar en sí mismas, se dieron cuenta que la crianza por lo general se queda en manos del sexo femenino, y te vas cargando de más y más responsabilidades, no solo debes trabajar, sino también preocuparte de las cosas de la casa, y un hijo te podría dar más trabajo del que ya tienes, siendo un negocio poco rentable.
Te das cuenta de que te sientes cansada, a veces estresada de las tareas cotidianas y no tienes energía para otra carga más, no porque seas egoísta, es que un hijo conlleva demasiadas responsabilidades que no estás dispuesta a asumir. Te pones a pensar que una vez que nazca tu hijo, te quedaras en casa a cuidarlo, porque claramente este ser te necesita más a ti que al padre. Tú tendrás que sacrificar tus horas de dormir, tus horas de alimentación, tu trabajo, tus hobbies, Etc., porque es tanto lo que este nuevo ser necesita de ti, que te absorberá de tal manera, no teniendo tiempo para nada más. Luego te sentirás tan agotada y desconectada de todo, porque mientras otros se divierten y hacen sus vidas, tú estarás encerrada en una habitación dando pecho y sacándole los gases al bebé.
Esta es una etapa donde claramente la mujer la vive de forma solitaria y aislada del mundo; lo que sacando cuentas no te conviene para nada, porque eres una mujer independiente que ama su trabajo, su libertad de ir y venir, sus horas de descanso y sus tiempos libres para sus hobbies, y no estás dispuesta al sacrificio que esto conlleva.
Otros matrimonios se quedan esperando cumplir sus metas y sueños. Ellos dicen: cuando tengamos esto y esto otro, ahí si nos pondremos en campaña,- cuando termine mi carrera dice ella-, cuando logre terminar el magíster dice él-, ahí sí vamos a tener un bebé, cuando nos cambiemos de casa y tengamos una más grande en un mejor barrio, para que crezcan los hijos dicen ambos.
Sin embargo, el tiempo va pasando, porque este no espera a nadie, y van aplazando el plan de ser padres para algún momento de sus vidas. Momento que cada vez se hace más lejano y se quedan sumergidos en las ideas de que tener éxito, significa lograr todo aquello que los hará tener un estatus mejor, pero cuando lo logran se dan cuenta de que el tiempo no ha pasado en vano. Entonces ella ya no tiene edad para tener hijos, o simplemente su cuerpo ya no se encuentra activo o quizás él, ha alcanzado una edad relevante y no quiere que lo confundan con el abuelo del niño, entonces esa idea se va desvaneciendo poco a poco, hasta que fue solo una idea que no llego nunca a concretarse.
Lamentablemente, no podemos tener todo en la vida, a veces hay que tomar decisiones, tenemos que elegir entre formar una familia y dejar tus genes repartidos en esa herencia hermosa que son los hijos, o desistir de ello, siendo felices con lo que tenemos y con lo que hemos logrado, aunque a veces no haya con quien compartir esos triunfos.
Pero lo importante es que decidas lo que decidas puedas ser feliz y sentirte a gusto con ello, pues nada te garantiza que un hijo pueda aumentar tu felicidad, tampoco tu frustración, porque dependerá solo de ti y de los valores que puedas inculcarles, el destino de estos hijos y cuanto estás dispuesto a sacrificar para entregarles lo mejor, para que estos se desarrollen y crezcan de manera sana y feliz, no traspasando tus traumas y temores, sino siendo consiente de no cometer los errores que tus padres cometieron contigo. Para ello debes trabajar en sanar tus heridas emocionales, para llegar a ser un padre o una madre que se sienta plena o pleno en su labor de cuidar y guiar la vida de estos seres indefensos.