Diagnósticos de cáncer de Catalina y rey Carlos deja a familia real británica mermada y tensa
LONDRES (AP) — La revelación de Catalina, la princesa de Gales, de que padece cáncer y que se tomará un tiempo para recuperarse deja mermadas las filas de los miembros de la realeza que desempeñan distintas actividades y tensa una monarquía que el rey Carlos III ha tratado de reducir.
La revelación de la princesa de Gales ha provocado una oleada de buenos deseos para Catalina y para una familia real que ahora enfrenta dos crisis de salud graves. Parte del frenesí que se ha desatado en las redes sociales durante la ausencia de la princesa de la vista del público debería desaparecer ahora.
Sin embargo, mientras el rey también recibe tratamiento para un tipo de cáncer no especificado, y el príncipe Guillermo se toma un tiempo para ayudar a cuidar a Catalina y a sus hijos durante las vacaciones escolares por la Pascua, las filas de los miembros de la realeza que trabajan se han visto mermadas, lo que deja el futuro de la monarquía repentinamente frágil.
“Esta es una familia real más pequeña y frágil de lo que Reino Unido está acostumbrado”, escribió el veterano periodista Andrew Marr en la revista New Statesman. “Apenas parece creíble que hace sólo una década la gente se quejara de que había demasiados miembros”.
El príncipe Enrique está en California, alejado de su hermano. El príncipe Andrés cayó en la desgracia a causa de su amistad con el fallecido financiero Jeffrey Epstein y enfrentó acusaciones de abuso sexual. Así que corresponde a la Reina Camilla y a otros pocos ser la cara pública de una monarquía que ahora cuenta con una mayor simpatía pública pero una visibilidad reducida.
“Es una situación notable, y un momento significativo para la monarquía y la institución tan temprano en el reinado del rey que dos figuras de alto rango estén fuera de acción”, dijo Joe Little, editor en jefe de la revista Majesty. “La presión recae sobre un equipo mucho más reducido”.
En parte como respuesta a las quejas de que los contribuyentes estaban financiando un pequeño ejército de miembros de la realeza, Carlos resolvió dirigir un barco más apretado cuando subió al trono en 2022, con un grupo central de altos miembros de la familia llevando a cabo la mayor parte del trabajo.
La naturaleza de ese trabajo puede no ser evidente, especialmente para la gente de fuera del Reino Unido, pero es abundante. El monarca no tiene poder político, pero desempeña un papel constitucional que incluye la firma de proyectos de ley y reuniones periódicas con los ministros del gobierno.
El rey y sus hijos están a cargo de muchas organizaciones benéficas, profesionales y deportivas, así como coroneles en jefe de regimientos militares y dispensadores de medallas al valor y logros públicos.
La figura de la realeza más visible actualmente es la reina Camilla, de 76 años, que ha seguido trabajando mientras su esposo se somete a un tratamiento para combatir el cáncer. En los últimos días, ha tomado el lugar de Carlos en visitas a la Isla de Man y al norte de Irlanda.
La hermana del rey, la princesa Ana, de 73 años, ha asistido a ceremonias de entregas de premios, recepciones y visitas como patrocinadora de organizaciones como Save the Children. El príncipe Eduardo, de 60 años y hermano menor del rey, ha estado en Uganda desempeñando deberes reales que se extienden por toda la Mancomunidad de 56 países que solían ser colonias británicas.
Los compromisos ayudan a cumplir la máxima de la difunta reina Isabel II de que la familia real debe ser “vista para ser creída”.
“Esta es una monarquía histórica que prospera interactuando con la gente”, dijo el historiador real Robert Hardman a Sky News. “Tiene que ser visible”.
Pero encontrar el equilibrio entre visibilidad y privacidad siempre ha sido difícil. Durante los 70 años de reinado de Isabel, los medios de comunicación británicos pasaron de mostrar deferencia hacia la realeza a tener un ansia de primicias que llevó a algunos tabloides a recurrir al hackeo telefónico y otras actividades ilegales en busca de historias.
El comportamiento de la prensa cambió en cierta medida tras la muerte de la princesa Diana en 1997 en un accidente automovilístico cuando era perseguida por los fotógrafos. Eso frenó el uso de fotos de paparazzi, pero la relación entre la monarquía y los medios de comunicación sigue siendo incómoda. Es abiertamente hostil en el caso del príncipe Enrique, que ha demandado a varios editores de periódicos por invasión a la privacidad.