Escándalo por fotografía muestra lo difícil que es para la monarquía controlar el discurso
LONDRES (AP) — El escándalo sobre la fotografía familiar de Catalina, princesa de Gales, es un nuevo capítulo en la espinosa relación entre los medios de comunicación y la familia real británica.
También es una señal de lo difícil que es para la monarquía controlar su propio discurso en la era de las redes sociales.
“Las redes sociales han empoderado a los miembros de la realeza para curar su imagen pública de nuevas maneras”, dijo el historiador real Ed Owens en una entrevista reciente.
“Pero también han cedido un poder significativo al usuario final. Y ese usuario final... desea una mayor comprensión, un mayor detalle íntimo sobre lo que ha sucedido exactamente a puerta cerrada”.
El palacio emitió la imagen de Catalina y sus hijos, el príncipe Jorge, la princesa Carlota y el príncipe Luis, el domingo para conmemorar el Día de la Madre en Gran Bretaña. Una instantánea familiar tomada, dijo el palacio, por el príncipe Guillermo. La imagen tenía aparentemente la intención de calmar las conjeturas sobre la salud de Catalina, casi dos meses después de que se sometiera a una cirugía abdominal por una afección no especificada.
Pero en cuestión de horas, The Associated Press retiró la fotografía por temores de que hubiese sido manipulada digitalmente de una manera no cumplía con los estándares fotográficos de AP. Por ejemplo, contenía una inconsistencia en la alineación de la mano izquierda de la princesa Carlota con la manga de su suéter. Otras agencias importantes, como Getty, Reuters, AFP y la británica PA también se retractaron.
Catalina se disculpó el lunes, diciendo que “como muchos fotógrafos aficionados, ocasionalmente experimento con la edición”. En un comunicado en las redes sociales, expresó sus “disculpas por cualquier confusión” que la fotografía familiar hubiese causado.
La familia real está bajo un intenso escrutinio porque el rey Carlos III también ha tenido que cancelar compromisos públicos mientras se somete a un tratamiento para una forma no especificada de cáncer. La relativa franqueza de Carlos sobre su diagnóstico marcó un nuevo punto de partida para la familia real, generalmente reservada.
Tanto la conversación en internet como en los medios tradicionales en el Reino Unido estuvieron dominados por lo que el Daily Mirror cailificó como “la imagen del caos” y el Daily Mail tildó de un “desastre de relaciones públicas” para la realeza.
El tabloide The Sun salió en defensa de la princesa con una portada que proclamaba: “Despidan a Catalina”. El tabloide dijo que “trolls de las redes sociales, teóricos de la conspiración idiotas y críticos de los medios de comunicación” estaban intimidando a la futura reina.
La realeza ha tenido por años una relación incómoda con los medios de comunicación en Gran Bretaña, donde son considerados un incómodo híbrido entre celebridades y propiedad pública financiada por los contribuyentes.
Hace décadas, era posible que la familia real ejerciera el control. En la década de 1930, el romance entre el rey Eduardo VIII y la estadounidense Wallis Simpson, dos veces divorciada, fue noticia de primera plana en Estados Unidos, pero apenas se mencionó en Gran Bretaña hasta que el rey abdicó para casarse con la mujer que amaba.
La era de la deferencia dio paso a la era de la celebridad, y con ella la presión sobre los miembros de la realeza para que fueran abiertos y simpáticos, glamorosos pero afables, todo mientras mantenían la dignidad de una institución de 1.000 años de antigüedad.
En otros momentos, la relación entre la realeza y la prensa ha sido abiertamente hostil. Guillermo y su hermano, el príncipe Enrique, acusan a los medios de asechar a su madre, la princesa Diana, y culpan a los paparazzi de su muerte. Diana murió en un accidente automovilístico en París en 1997 mientras era perseguida por fotógrafos.
Enrique, quien se mudó a California con su esposa Meghan en 2020, ha convertido en una misión personal su lucha por domar a la prensa sensacionalista británica. Ha interpuesto demandas contra varias compañías editoriales de periódicos por presunto espionaje telefónico y otras intrusiones ilegales.
Enrique ha atacado directamente a los medios de comunicación en entrevistas televisivas, una serie documental de Netflix y en su libro de memorias, “Spare” (“Spare: En la sombra”), acusando a la prensa de actitudes racistas contra Meghan, quien es birracial. El príncipe dijo que temía que Meghan sufriera el mismo “frenesí” que Diana había enfrentado.
Enrique no es el primer miembro de la realeza que intenta hablar directamente con el mundo a través de entrevistas televisivas. En medio de su separación del entonces príncipe Carlos en la década de 1990, Diana dio una entrevista a la BBC en la que dijo: "Éramos tres en ese matrimonio”, refiriéndose a la relación de Carlos con Camilla Parker-Bowles, quien ahora es la reina Camila.
El príncipe Andrés intentó la misma táctica, con resultados desastrosos, en una entrevista con la BBC en 2019 para abordar su amistad con el pedófilo convicto Jeffrey Epstein y las acusaciones de abuso sexual en su contra. Andrés parecía incómodo y evasivo, y anunció después de la entrevista que se “retiraba” de los deberes públicos. No ha vuelto.
La muerte de Diana conmocionó al palacio y a la prensa, llevándolos a una tregua incómoda. Los medios británicos dejaron solos a los jóvenes Guillermo y Enrique a cambio de entrevistas cuidadosamente organizadas y oportunidades para retratarlos mientras crecían. Esa práctica ha continuado con los hijos de Guillermo y Catalina.
Los medios británicos también se volvieron más reacios a usar fotos de paparazzi. Una foto de Catalina y su madre en un auto fue publicada la semana pasada en Estados Unidos, pero no en publicaciones británicas.
Sin embargo, esa regla es flexible si una imagen se considera de suficiente interés público. Varios medios de Reino Unido usaron una fotografía poco definida de Catalina en un automóvil con Guillermo tomada cerca de la casa de la pareja en Windsor el lunes.
La era de las redes sociales, con su flujo de información democrático pero caótico, ha hecho que la decisión del palacio de no decir casi nada sobre Catalina sea arriesgada.
La realeza siempre ha atraído chismes, rumores y teorías de la conspiración, como la teoría perenne de que la princesa Diana fue asesinada.
Stephanie Baker, profesora titular de sociología en la Universidad de la Ciudad de Londres, dijo que las redes sociales amplifican esa conversación y permiten la creación de “teorías de la conspiración de origen colectivo” que pueden extenderse por todo el mundo.
“El problema más grave para la princesa de Gales y la monarquía a la luz de la imagen retocada con Photoshop es la erosión de la confianza y la credibilidad”, dijo.
Sin embargo, a pesar de la presión de los medios de comunicación, el palacio ha dicho que no publicará la foto original sin editar.
Owens, autor de “After Elizabeth: Can the Monarchy Save Itself?” (Después de Isabel: ¿Puede la monarquía salvarse a sí misma?), señaló que Guillermo y Catalina “han sido los grandes beneficiarios de las redes sociales hasta ahora”.
Pero a partir de ahora, “van a tener que ser más honestos en cuanto a su estrategia de comunicación”, dijo.