Conclusiones del Supermartes: impulso de Biden y Trump es irrefrenable; Haley suspende su campaña
WASHINGTON (AP) — El panorama de la carrera presidencial ha sido bastante claro desde hace algún tiempo, a pesar de que es uno que la mayoría de los votantes dicen que no quieren ver.
En el no tan Supermartes, hubo pocas sorpresas. Se hizo cada vez más claro que el presidente Joe Biden tiene el camino llano hacia la candidatura demócrata y que solo alguna catástrofe personal podría alterar. Y su predecesor, Donald Trump —si logra sortear los 91 cargos penales en su contra y evitar cualquier otra calamidad—, se dirige a una tercera candidatura republicana y a una revancha contra el presidente. La principal rival republicana de Trump, la exembajadora ante la ONU y exgobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, suspendió su campaña tras sufrir una rotunda derrota en todo el país.
El entusiasmo por Biden no fue la historia del día, ya que algunos demócratas incluso votaron “no comprometido” en lugar de por el presidente en ejercicio. Para Trump, hubo señales de advertencia a pesar de su serie de victorias sobre su principal rival, Nikki Haley.
Estas son algunas conclusiones clave del Supermartes:
Haley ganó su primer estado de la temporada de primarias —Vermont—, pero eso bastó para hablar de impulso. Continuó con su larga racha de grandes derrotas ante Trump en las primarias republicanas en todas las regiones del país. Su única otra victoria se produjo en las primarias de Washington, D.C. de la semana pasada.
Se quedó corta incluso en estados como Virginia, donde el electorado, rico en votantes suburbanos con educación universitaria, jugaba a su favor. Poco después apareció el anuncio de la suspensión de su campaña.
Eso no significa que su campaña no haya tenido impacto. Ha dicho repetidamente que Trump no puede ganar una elección general, en gran medida porque tendrá problemas para ganarse al tipo de republicanos que la apoyaron a ella. En una elección reñida, hasta un ligero desplazamiento de votantes que se alejen de Trump podría dar vuelta un estado y alterar el resultado.
También pronunció el tipo de rigurosos ataques personales a Trump que podrían aparecer en los anuncios demócratas en su contra en el otoño boreal, donde lo critica duramente por una sentencia de 83 millones de dólares en su contra por difamar a una mujer que lo demandó por agresión sexual, y advirtió que podría transformar al Comité Nacional Republicano en su propio “fondo legal de dinero para fines ilegales”.
Vermont fue alguna vez un bastión del republicanismo de la vieja guardia, al elegir exclusivamente candidatos republicanos para cargos estatales durante más de un siglo. Pero el estado que le dio a Haley su única victoria el Supermartes cedió esa reputación hace mucho tiempo.
Ahora Vermont, que la última vez que optó por un republicano en una contienda presidencial fue en 1988, es quizá más conocido por el senador progresista Bernie Sanders, la banda de rock de improvisación Phish y un estilo de vida alternativo de regreso a la naturaleza.
Así que Vermont le dio a Haley su primera victoria a nivel estatal y el estado en sí claramente no está en sintonía con Trump ni con el Partido Republicano moderno.
Lo que ha sido obvio durante semanas ahora está más allá de toda duda razonable: Biden y Trump son los grandes favoritos para enfrentarse en noviembre.
No podrían ser más diferentes en perspectiva, pero parecieron reflejos el uno del otro durante la temporada de las primarias.
Trump quería una coronación, pero Haley lo hizo luchar al menos un poco para ganar la candidatura. Ella se ha aferrado a una porción obstinada de votantes, una posible indicación de que parte del Partido Republicano no está tan entusiasmado con Trump como se esperaba.
Biden, por el otro lado, enfrenta una falta de entusiasmo demócrata en el papel, pero no en las primarias. Las encuestas muestran problemas para él entre algunos de los sectores demográficos centrales de su partido, incluidos los votantes más jóvenes y los negros. Pero Biden, quien no se ha enfrentado a ningún rival importante, ganó sus primarias por amplios márgenes.
El martes, la única señal posible de problemas para él fue un número inusualmente alto de demócratas que votaron “no comprometido” en Minnesota en protesta por la política del presidente hacia la guerra en Gaza.
Puede ser que uno o los dos políticos cojeen más de lo que parece, pero son las únicas opciones.
El Supermartes es tan vasto que hubo primarias para más de una cuarta parte de los escaños de la Cámara de Representantes: 115 de 438. Pero apenas ocho de esos escaños podrían ser competitivos en noviembre.
Esa asombrosa estadística proviene de Michael Li, experto en redistribución de distritos del Brennan Center for Justice, un instituto de estudios legales en la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York. Eso significa que la mayoría de los candidatos a la Cámara que ganaron las primarias el martes tienen escaños garantizados en el Congreso solo por conseguir los votos de los miembros más motivados de sus partidos.
Esa es una de las mayores causas de polarización en Estados Unidos: el número de escaños competitivos en el cuerpo legislativo se ha reducido constantemente durante décadas. Refleja tanto la manipulación partidista de las circunscripciones electorales como la decisión de los ciudadanos de vivir en enclaves cada vez más partidistas.
Texas es un ejemplo del papel de la manipulación de la circunscripción electoral. En 2018 y 2020 fue sede de varias campañas competitivas para la Cámara de Representantes a medida que los demócratas comenzaron a ganar terreno en ese baluarte republicano. Así que los republicanos que controlaban la cámara baja simplemente retrazaron las circunscripciones para proteger a sus correligionarios y apiñaron juntos a grandes grupos de demócratas. Eso significó que los demócratas tenían escaños seguros, pero menos de los que normalmente tendrían, porque ya no vivían donde pudieran amenazar a ningún titular republicano.
Independientemente de la causa, significa que gran parte de la batalla por la Cámara terminó de hecho el martes por la noche.
Mark Robinson, vicegobernador de Carolina del Norte, ganó fácilmente las primarias republicanas para gobernador del estado. Su retórica incendiaria —ha llamado a Hillary Clinton una “novilla” y a Michelle Obama un hombre— garantiza una elección general muy reñida en el crucial estado políticamente oscilante —donde los votantes no son tradicionalmente demócratas ni republicanos— que podría extenderse a la campaña presidencial.
Robinson no tenía experiencia previa en cargos públicos antes de su elección de 2020, y se nota.
Criticó la película de superhéroes “Black Panther” en 2018 como una “producción marxista satánica” realizada por un “judío secular” y usó un insulto en ídish hacia los negros. Se enfrentó a pedidos de renuncia en 2021 después de referirse a las personas homosexuales y transgénero como “inmundicias”.
Su estilo atrevido se ganó el elogio de Trump, quien el domingo llamó a Robinson “mejor que Martin Luther King” y le ofreció su “respaldo completo y total”.
Pero también es probable que motive a los demócratas del estado a acudir en noviembre a apoyar a Josh Stein, el procurador del estado, y a la vez a recaudar grandes cantidades de dólares en publicidad para utilizar las propias palabras de Robinson en su contra.
En su cuarto intento, Joe Biden finalmente ganó Iowa.
Durante décadas, Biden había sido rechazado por sus votantes, desde su primera candidatura fallida en el ciclo de 1988 hasta 2020, cuando terminó en un distante cuarto lugar. En 2008, ganó menos del 1% de los votos de la asamblea partidaria.
Esta vez, Iowa no fue el primer estado en votar; se realizó una elección primaria, no una asamblea, y Biden ganó fácilmente.
Su victoria del martes se produjo solo después de ser presidente en funciones y luego de que el estado fuera despojado de su preciado papel de líder y votara junto con las masas.