Los antiguos bastiones izquierdistas de El Salvador asisten al ocaso de su partido
SAN JOSÉ LAS FLORES, El Salvador (AP) — Enclavado en las montañas en el norte de El Salvador, cerca de la frontera con Honduras, San José Las Flores ha sido un bastión de la resistencia izquierdista durante décadas.
Ahora sus residentes, muchos de ellos veteranos de la guerra civil del país, asisten al aparente ocaso inminente del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), el partido político que nació del conflicto y fue una poderosa fuerza política durante tres décadas.
Las banderas de brillante color rojo del partido aún ondean en las calles empinadas del municipio, pero el FMLN está al límite, devastado políticamente por su propia incapacidad de gobernar, la corrupción y la política de tierra quemada del presidente, Nayib Bukele, una arrolladora fuerza política millennial que comenzó sus pasos en el partido.
En apenas cinco años, el FMLN ha pasado de ocupar la presidencia de El Salvador a recabar apenas el 6% de los votos en las elecciones del mes pasado, en las que Bukele fue reelegido de forma abrumadora. Peor aún, por primera vez desde su fundación, el FMLN no tendrá diputados en la Asamblea Legislativa tras el espantoso resultado en las elecciones parlamentarias.
La economista y analista política Julia Evelyn Martínez, que intentó lanzar su propia candidatura de coalición contra Bukele, dijo que los resultados muestran que el partido ya no representa a un sector importante de la población. La formación tenía un discurso socialista y revolucionario que atrajo a muchas personas, como profesionales y estudiantes universitarios, señaló, pero eso se ha perdido.
La conservadora Alianza Republicana Nacionalista (Arena) sigue un rumbo similar. Apenas logró dos escaños en la Asamblea Legislativa de 60 puestos. Sus últimos dos presidentes fueron encarcelados por corrupción. El descalabro simultáneo de esos dos partidos tradicionales dejó un vacío que ha ocupado Bukele.
Para el FMLN, lo que queda son un puñado de localidades como San José Las Flores, en Chalatenango. Pero Bukele y sus aliados también han puesto la vista en esos lugares. El congreso de El Salvador, que ya estaba bajo su control, aprobó reformas el año pasado que redujeron el número de municipios en el país, de 262 a 44. Tras los comicios municipales del domingo, el FMLN perdió los 10 municipios que había controlado durante décadas en el departamento de Chalatenango, un bastión histórico del movimiento de guerrillas.
En una jornada reciente, una bandera azul ondeaba en una calle instando a los votantes a respaldar al candidato del partido Nuevas Ideas de Bukele.
Modesto Ayala Zamora, un excombatiente guerrillero de 55 años que formó parte de las ya desaparecidas Fuerzas Populares de Liberación (FPL), tachó la reciente victoria electoral de Bukele de fraude, ya que el mandatario se presentó pese al veto constitucional a la reelección, pero reconoció el golpe que ha sufrido el FMLN.
“Nos van a seguir golpeando, nos van a echar más tierra”, comentó, aunque aseguró que “no vamos a desaparecer, porque la lucha continua, aunque es difícil”.
Irónicamente, fue el FMLN quien impulsó la carrera política de Bukele. A los 23 años, como recién llegado a la política, se convirtió en alcalde de Nuevo Cuscatlán y después de San Salvador. Luego vio la oportunidad de trazar su propio camino como populista al margen de los partidos tradicionales cada vez más desacreditados y maniobró para ser expulsado del FMLN antes de optar a la presidencia.
Desde la presidencia, Bukele ha arremetido contra la corrupción del FMLN y perseguido a sus antiguos líderes. El último presidente de la formación, Salvador Sánchez Cerén, huyó a Nicaragua con su familia para huir de la persecución. Se sumó a su predecesor, Mauricio Funes, que también recibió asilo y más tarde la ciudadanía nicaragüense tras ser acusado de corrupción masiva en El Salvador.
Bukele, que tiene una gran habilidad para el espectáculo, derribó en enero el enorme Monumento a la Reconciliación levantado durante el gobierno de Sánchez Cerén para conmemorar el 25to aniversario de los acuerdos de paz que pusieron fin a la guerra civil. En la plataforma social X escribió que “glorificaba el pacto entre los asesinos de nuestro pueblo para repartirse el pastel”.
Sentada tras un escritorio sencillo, la alcaldesa de San José Las Flores, Buenaventura Tobar, admitió que las acusaciones constantes de Bukele sobre corrupción en el partido han remecido a la formación.
Tobar, de 54 años, se incorporó a las bases sociales de la guerrilla que dio lugar al FMLN cuando tenía 15 años. Ahora está completando su segundo mandato de tres años como alcaldesa en una localidad con pocos recursos —tiene una escuela primaria, pero ninguna gasolinera— e insistió en que el partido podría recuperarse.
“Ese mensaje (de corrupción) llegó muchísimo, llegó a muchos sectores, llegó a veteranos (de la guerra), llegó a toda la población y eso hizo que nuestra gente de alguna forma lo creyera y empezara a odiar al partido”, manifestó la alcaldesa en entrevista con la AP.
Las acusaciones, señaló, “penetraron a la militancia y a todos nuestros simpatizantes y nuestros amigos, que hizo que quitaran la confianza al partido”.
Para recuperar esa confianza, Tobar dijo que la cúpula del partido debe reagruparse y escuchar a sus bases. Pero por el momento los líderes del FMLN no han dado pistas sobre cómo responder al desastre electoral del mes pasado que les dejó sin una voz en el Congreso, señaló.
“Eso es algo que tenemos que meditar profundamente, es la primera vez que nos quedamos sin representación, pero es también un mensaje importante que tenemos que valorar”, manifestó.
Sentado a la sombra de un árbol para cobijarse del calor sofocante, Felipe Tobar —sin parentesco con la alcaldesa— dijo que veía muy difícil el futuro del FMLN.
“Ha venido decayendo el trabajo del FMLN, estoy con ese sentimiento que el FMLN no supera los problemas, ahorita está desgastado”, afirmó el hombre, un líder de la comunidad de 66 años. “Estoy desilusionado, no del partido, sino de algunos dirigentes”.
Quizá lo mejor, comentó, "sería organizar otro partido de izquierda”.