¿Qué supondría un nuevo gobierno palestino en Cisjordania para la guerra en Gaza?
El primer ministro de la Autoridad Palestina anunció el lunes la renuncia de su gobierno, una acción que muchos consideran el primer paso de un proceso de reformas exigido por Estados Unidos como parte de sus planes ambiciosos más recientes para solucionar el conflicto palestino-israelí.
Pero servirá de poco para atender la añeja falta de legitimidad de la Autoridad entre su propio pueblo y para mejorar sus tensas relaciones con Israel. Ambos puntos representan grandes obstáculos para los proyectos de Washington que piden que la Autoridad —que administra partes de la Cisjordania ocupada por Israel— gobierne la Gaza de la posguerra antes de que se declare la creación de un Estado, si es que eso llega a ocurrir.
Eso asumiendo que la guerra en Gaza concluya con la derrota del grupo miliciano Hamás, un objetivo israelí y estadounidense que parece ser esquivo casi cinco meses después de que comenzó la extenuante guerra, que ha matado a casi 30.000 palestinos y llevado al territorio al borde de la hambruna.
A continuación presentamos un vistazo a la reestructuración del gobierno y lo que significa para la guerra entre Israel y Hamás.
La Autoridad Palestina fue creada en la década de 1990 a través de acuerdos de paz interinos firmados entre Israel y la Organización para la Liberación Palestina, en ese entonces encabezada por Yaser Arafat.
Se le concedió autonomía limitada en partes de Cisjordania y Gaza antes de lo que los palestinos esperaban sería la creación de un Estado pleno en ambos territorios y en Jerusalén Oriental, tierras que Israel capturó en la Guerra de los Seis Días en 1967.
Pero las partes no lograron alcanzar un acuerdo final a lo largo de varias rondas de conversaciones de paz. Mahmud Abás fue elegido presidente de la Autoridad en 2005, meses después de la muerte de Arafat. Al año siguiente Hamás obtuvo una victoria abrumadora en los comicios parlamentarios, lo que desató un boicot internacional a la Autoridad.
Una lucha de poder entre el Partido Fatah de Abás —de corte secular— y Hamás se tornó violento en el verano de 2007, en el que Hamás tomó el poder en Gaza tras una semana de enfrentamientos en las calles. Eso redujo la autoridad de Abás a partes de la Cisjordania ocupada por Israel.
Abás sí reconoce la existencia de Israel, se opone a una lucha armada y está comprometido a alcanzar una solución de dos Estados. Sus fuerzas de seguridad han cooperado con las fuerzas armadas israelíes para combatir a Hamás y a otros grupos armados, y su gobierno ha trabajado con Israel para facilitar la entrega de permisos de trabajo, viajes por razones médicas y otros asuntos civiles.
Al anunciar su renuncia, el primer ministro Mohammad Shtayyeh dijo que se requieren nuevas disposiciones para abordar “la nueva realidad en la Franja de Gaza”.
Abás aceptó la renuncia de Shtayyeh y se prevé que lo reemplace con Mohammad Mustafa, un economista educado en Estados Unidos que ha ejercido puestos destacados en el Banco Mundial y que actualmente encabeza el Fondo Palestino de Inversión. Fue vice primer ministro y ministro de economía entre 2013 y 2015.
El nombramiento de Mustafa, un independiente político en lugar de un miembro leal de Fatah como Shtayyeh, probablemente sería bien recibido por Estados Unidos, Israel y otros países.
Mustafa no tiene su propia base política, y Abás, de 88 años, aún tendrá la última palabra sobre cualquier medida importante. Aun así, el nombramiento ofrecería una imagen de una Autoridad Palestina reformada y profesional que puede gestionar Gaza, algo importante para Estados Unidos.
El vocero del Departamento de Estado Matthew Miller dijo que dependía de los palestinos elegir a sus líderes, pero que Estados Unidos recibe de buen grado cualquier medida para “reformar y revitalizar” la Autoridad Palestina.
“Creemos que esos pasos son positivos. Creemos que son un paso importante para alcanzar una Gaza y Cisjordania unificadas bajo la Autoridad Palestina”.
La popularidad de Abás se ha desplomado en los últimos años y los sondeos muestran de forma continuada que una gran mayoría de los palestinos quiere que renuncie. La cooperación de seguridad de la Autoridad con Israel es muy impopular, lo que hace que muchos palestinos vean a la institución como un contratista de la ocupación.
Tanto la Autoridad Palestina como Hamás han perseguido la disidencia en los territorios que controlan, reprimido protestas con violencia y encarcelado y torturado a los críticos. El mandato de Abás expiró en 2009, pero se ha negado a celebrar elecciones, algo de lo que atribuye a las restricciones israelíes.
Hamás, cuya popularidad se ha disparado durante esta y otras rondas previas de violencia, probablemente tendría un buen resultado en cualquier votación libre.
Pero el líder palestino más popular es de lejos Marwan Barghouti, un líder de Fatah que cumple cinco cadenas perpetuas en una prisión israelí tras una condena por terrorismo en 2004.
Hamás ha reclamado su liberación a cambio de algunos de los rehenes que capturó en el ataque del 7 de octubre que desencadenó la guerra, pero Israel se ha negado.
Hamás ha pedido que todas las facciones palestinas formen un gobierno interino para preparar unas elecciones. Pero es probable que Israel, Estados Unidos y otros países occidentales boicoteen cualquier organismo palestino que incluya al grupo armado, al que consideran una organización terrorista.
Israel prefiere a la Autoridad Palestina que a Hamás. Pero aunque cooperan en cuestiones de seguridad, Israel acusa a la institución de incitar el terrorismo, y a su vez el organismo acusa a Israel de apartheid y genocidio.
Las críticas israelíes se centran en que la Autoridad presta ayuda financiera a las familias de prisioneros palestinos y palestinos abatidos por las fuerzas israelíes, incluidos milicianos que mataron a israelíes. Israel dice que esos pagos incentivan el terrorismo. La Autoridad Palestina los describe como prestaciones sociales para víctimas de la ocupación.
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha dicho que la Autoridad Palestina no debe tener un papel en la Gaza de posguerra. Afirma que Israel mantendrá un control de seguridad indefinido sobre el territorio, mientras líderes palestinos locales administran los asuntos civiles. El gobierno de Netanyahu se opone a la formación de un estado palestino.
Estados Unidos ha propuesto avanzar hacia un acuerdo más amplio de posguerra en el que Arabia Saudí reconocería a Israel y colaboraría con otros estados árabes y una Autoridad Palestina revitalizada para reconstruir y gobernar Gaza, todo a cambio de una vía creíble para formar un estado palestino.
La reforma de la institución supone una pequeña parte de ese proyecto, que aún no tiene el apoyo del gobierno israelí.
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El periodista de Associated Press Matthew Lee en Washington contribuyó a este despacho.