Reseña: “Bob Marley: One Love” no termina de enamorar
Bob Marley nació en 1945, hijo de una madre de 18 años y un hombre blanco mucho mayor que no quería tener nada que ver con su hijo. Como niño criado en la pobreza, a menudo dormía en el suelo frío. Cinco años después de mudarse a Trench Town de Kingston, grabó su primer disco, a los 17 años. No habían pasado ni 20 años cuando murió.
Para entonces, Marley se había convertido no sólo en el rostro del reggae, el rastafarismo y Jamaica, sino también de la revolución, la resistencia y la paz. Dejó tras de sí una obra que no ha hecho más que crecer con el tiempo. “Redemption Song”, “No Woman No Cry”, “War”, “Trench Town Rock”, “Get Up Stand Up”, “Lively Up Yourself”, “One Love People Get Ready”. Los Beatles podían argumentar que eran más grandes que Jesús, pero nadie pensaba, como algunos lo hicieron con Marley, que en realidad eran la Segunda Venida.
Así que, sí, es mucho para una película, cualquier película. “Bob Marley: One Love”, dirigida por Reinaldo Marcus Green, es un intento noble pero poco inspirado de capturar algo de la esencia de Marley. Sus texturas vividas y la atención a la conciencia política de Marley, por sí solas, son suficientes para hacer de “One Love” algo más sustancial que muchas películas biográficas musicales recientes.
Pero el poder y la complejidad de Marley aún están fuera del alcance de “One Love”, que adopta un marco de película biográfica típico al trazarse en torno al período previo a un concierto importante con flashbacks mezclados. Cuando las imágenes del verdadero Marley inevitablemente se reproducen sobre los créditos, es una comparación dolorosa con la película rumiante pero inerte que se proyectó antes.
Lo primero que llama la atención de la actuación de Ben Kingsley-Adir, el talentoso actor británico de “One Night in Miami...” y “Barbie”, es que tiene la voz. Su Marley tiene el gruñido y la cadencia del resonante acento jamaiquino del cantante. Pero lo que le falta a la actuación, una ausencia tan clara cuando aparece el verdadero Marley, es el dinamismo físico y la velocidad carismática de Marley.
La vitalidad de Marley, que pasaba las tardes jugando al fútbol y tuvo al menos 11 hijos en su corta vida, sería sin duda una tarea difícil para la mayoría de las películas. “One Love”, ambientada en las secuelas de un tiroteo en 1976 que hirió a Marley, sigue a un astro más contemplativo en un exilio autoimpuesto en Londres, de gira por Europa, grabando el álbum de 1977 “Exodus” y finalmente recibiendo un diagnóstico de cáncer.
Marley era, según muchos relatos, una persona más reservada de lo que a menudo se recuerda, por lo que la representación aquí es sin duda un aspecto genuino de un hombre plagado de contradicciones. “One Love”, que contó con cuatro guionistas y fue realizada con la venia de los herederos de Marley (Ziggy y Cedella Marley son productores), parece haber luchado por encontrar un sólo retrato, y el ritmo fragmentado de la película ocasionalmente muestra signos de esa lucha.
Pero tal como lo demostró en “King Richard” (“Rey Richard: Una familia ganadora”), Green es hábil para lograr la intimidad en las vidas de figuras extraordinarias. Al principio de “One Love”, Marley y su banda se reúnen en una sala de estar llena de humo para tocar “I Shot the Sheriff”, y son momentos como estos los que funcionan mucho mejor que los que están en el ojo público.
La actuación que cierra la película es el One Love Peace Concert, que se realizó en Jamaica en 1978 como una forma de sanar el país dividido y violento. Marley, durante “Jammin’”, llevó al escenario a los líderes del partido rival Edward Seaga y Michael Manley.
La agitación en Jamaica pesa mucho sobre Marley a lo largo de la película. Imágenes de sembradíos en llamas se repiten como un reflejo de sus recuerdos. Aunque se desarrolla en gran parte en Europa, el verdadero hilo conductor de la película es Marley consumido por la difícil situación de sus compatriotas y otros con realidades similares en todo el mundo. Cuando ejecutivos blancos se oponen a su gira en África por la falta de infraestructura, él responde: “La construiremos”. La forma en que todo esto se filtra en Marley y se filtra en la música es, en última instancia, de lo que trata “One Love”.
“La música y el mensaje son la misma cosa”, explica Marley.
“One Love” está en sintonía con el aspecto comunitario de la vida de Marley, rara vez aparece sólo en la película, pero pocos individuos más se muestran vívidamente. Los eventos de la película ocurren años después de la ruptura de los Wailing Wailers, por lo que Peter Tosh y Bunny Wailer son poco vistos. Los papeles secundarios más notables son para Lashana Lynch como Rita Marley, su esposa, y James Norton, como el fundador de Island Records, Chris Blackwell.
Aunque “One Love” deriva hacia escenas biográficas cada vez más convencionales, su espíritu sigue siendo bastante fiel a Marley, lo suficiente, al menos, como para pasar por alto algunos de sus defectos. Pero lo que es más difícil de perdonar son las mediocres actuaciones musicales salpicadas por todas partes. Ben-Adir no canta las canciones, sino que se basa en las grabaciones de Marley, lo cual está bien. Sin embargo, cuando Marley y compañía suben al escenario, Green se apega a una actuación en gran medida monótona. Precisamente cuando “One Love” debería estar, como lo hizo Marley, luchando por la trascendencia, se siente como si estuviera pasando por una coreografía definida. Te mueres de ganas de ir a sacudirlo.
“Bob Marley: One Love”, un estreno de Paramount Pictures tiene una clasificación PG-13 (que advierte a los padres que podría ser inapropiada para menores de 13 años) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por consumo de marihuana y consumo de tabaco, violencia y algunos diálogos. Duración: 107 minutos. Dos estrellas de cuatro.