Detectar "zanahorias" y "bolsitas de té" rusas: Ucrania decodifica conversaciones para salvar vidas
BOSQUE SEREBRYANSKY, Ucrania (AP) — Mientras la radio crepita con comunicaciones enemigas que son difíciles de descifrar, un comando ruso dice claramente: “Prepara cinco bolsitas de té chino en 38 naranja”.
Un soldado ucraniano conocido en el campo de batalla como Mikhass, que ha pasado meses escuchando y analizando esas conversaciones, decodifica la jerga rápidamente. Eso significa: preparar cinco proyectiles de artillería fabricados en Beijing y dispararlos contra una posición ucraniana específica en el bosque Serebryansky, que forma la línea del frente en el intranquilo noreste del país.
Escondido en el sótano de una casa abandonada a 12 kilómetros (7 millas) de distancia, Mikhass advierte de inmediato al comandante de una unidad incrustada en esa parte del bosque, lo que le da minutos cruciales para llevar a sus hombres a las trincheras y salvar sus vidas.
A la defensiva y con una escasez crítica de municiones y soldados tras dos años de guerra, las fuerzas ucranianas recurren cada vez más a una táctica antigua —la inteligencia obtenida de interceptaciones de radio— en un esfuerzo desesperado por preservar sus recursos más vitales.
El meticuloso trabajo es parte de un esfuerzo mayor para reforzar y perfeccionar las capacidades de guerra electrónica para que los soldados puedan ser advertidos antes de ataques inminentes, y al mismo tiempo tener la inteligencia necesaria en el campo de batalla para que sus propios ataques sean más mortíferos. Para evitar ataques con drones enemigos, la interferencia de señales también va en aumento.
Después de meses de un estancamiento a lo largo de la línea del frente de 1.000 kilómetros (621 millas), Ucrania espera ataques feroces en el próximo año por parte de un enemigo ruso decidido a desgastar sus defensas para forjar un avance. El presidente ruso, Vladímir Putin, ha dicho que no habrá paz hasta que Rusia logre sus objetivos, que incluyen recuperar toda la región del Donbás, en el este de Ucrania, que anexó ilegalmente en 2022.
El comandante ascendido la semana pasada para dirigir al ejército de Ucrania, el general Oleksandr Syrskyi, ha destacado la importancia de la guerra electrónica, y el Ministerio de Defensa del país ha aumentado el gasto en el personal y la tecnología detrás de ella.
Rusia, que controla alrededor de una quinta parte de Ucrania, tiene la ventaja de una industria armamentista interna más desarrollada y utiliza el servicio militar obligatorio y la coerción para reclutar soldados.
En Ucrania, la escasez de municiones ha obligado a las brigadas a utilizar proyectiles con moderación y sólo después de localizar objetivos precisos. La dificultad para movilizar tropas significa que los comandantes ucranianos deben proteger aún más las vidas de los soldados mientras intentan defenderse de los feroces ataques rusos.
En este contexto, el mejorar la vigilancia, las escuchas y las interferencias se ha vuelto más necesario.
Varios kilómetros al sur de donde está posicionado Mikhass, en la ciudad de Konstantinivka, en la región de Donetsk, la unidad de Guerra Electrónica de la 93era Brigada utiliza bloqueadores para evitar ataques con drones, la principal causa de lesiones entre los soldados de la región.
El comandante del pelotón está alerta y mira una computadora que muestra señales captadas por pequeñas antenas colocadas cerca de la línea del frente. Cuando un dron de ataque ruso Lancet se acerca a su área de operación, su pantalla se ilumina con actividad.
El comandante, conocido en el campo de batalla como Oleksandr, acciona un interruptor para activar el bloqueador que interfiere con el radar del dron; es el equivalente a deslumbrar a alguien con una luz brillante para desorientarlo.
“Es imprescindible”, dice sobre su operación. “Muchos hombres están muriendo a causa de los drones”.
Los operadores de radio como Mikhass trabajan por turnos las 24 horas del día.
Las antenas en las que confía para captar las señales de radio rusas están camufladas y sobresalen de los árboles en el bosque a corta distancia de Kreminna, cerca de las posiciones rusas. Desde un tranquilo centro de mando en un sótano cercano, Mikhass y otros soldados fuman un cigarrillo tras otro y escuchan a través de auriculares.
Una nueva y sofisticada antena de búsqueda de señales, que se asemeja a un carrusel, utiliza la triangulación para localizar de dónde emanan las ondas de radio.
Comparan lo que escuchan con imágenes que obtienen de drones de reconocimiento, y usan mapas detallados de las posiciones de sus enemigos para reconstruir lentamente lo que significa todo.
Forman parte de una unidad de inteligencia de 50 hombres denominada los Conejitos de Cherkess —nombre inspirado en el estratega militar chino Sun Tzu, quien aconsejó a los guerreros fingir debilidad cuando uno es fuerte.
“Nadie toma en serio a los conejitos, ¿cierto?”, dijo Cherkess, el comandante cuyo nombre es homónimo de su unidad.
Las intercepciones de radio revelan que el Kremlin está decidido a controlar todo el bosque Serebryansky, que divide Lyman —controlado por Ucrania— de Kreminna —ocupada por Rusia—. Es parte de un esfuerzo por llegar a Torske, un pueblo de Donetsk al oeste de Kreminna desde donde Rusia estaría más cerca de recuperar el cercano centro de actividad de Lyman —lo que sería un revés devastador para Ucrania y una disrupción a su capacidad de trasladar suministros al frente.
Cherkess y sus hombres, la mayoría de los cuales son voluntarios que se alistaron en la infantería, saben que lo que está en juego no podría ser más importante, especialmente a medida que aumentan las señales de que el apoyo de los aliados occidentales es menos seguro.
Después de escuchar horas y horas de comunicaciones rusas cada día, muchas de ellas relacionadas con rotaciones de tropas, fuego de artillería y reconocimiento con drones, poco a poco comprenden —con la ayuda de un programa informático especializado— qué significa todo ello.
Los “pepinos” son morteros, las “zanahorias” son lanzagranadas —y las ubicaciones se comunican en un código numérico con un color correspondiente. La unidad tardó meses en decodificar estas órdenes rusas.
La llegada de nuevos equipos de combate y municiones —y, especialmente, de soldados de infantería— indica que un nuevo ataque es inminente.
“(A un soldado) no le interesa qué tipo de radar tienen los rusos, necesita información sobre si habrá un ataque esta noche y quién vendrá, si tendrán tanques, si tendrán vehículos blindados o si es solo infantería”, señaló Cherkess.
“Y tenemos que entender cuánto tiempo tenemos para prepararnos. ¿Una semana? ¿Dos semanas? ¿Un mes?”.
La información anticipada sobre la rotación de tropas enemigas también es útil para los soldados ucranianos que buscan pasar a la ofensiva, dijo. Es entonces cuando pueden demandar y obtener las máximas pérdidas de personal.
La semana anterior, una operación de asalto rusa se llevó a cabo contra una brigada vecina. Pero los soldados ucranianos apostados allí estaban preparados para recibirlos.
No se puede subestimar la importancia de la vigilancia electrónica, dijo Yaroslav Kalinin, director general de Infozahyst, una empresa bajo contrato con el Ministerio de Defensa de Ucrania.
Antes de la guerra, Infozahyst proporcionaba servicios contra el espionaje telefónico en las oficinas del presidente y del primer ministro. Una vez que comenzó la guerra, la empresa se dedicó a ayudar al ejército fabricando un sistema versátil de radiogoniometría de señales (búsqueda por radio dirección), que tiene ahora una gran demanda.
El gobierno duplicó recientemente su contrato con Infozahyst, según Kalinin.
La acumulación de capacidades de vigilancia es en parte un reconocimiento de la necesidad de alcanzar a los rusos, quienes invirtieron en esta tecnología mucho antes de que invadieran Ucrania.
Kalinin cree que dispositivos mejores y más pequeños, que sean más fáciles de ocultar y mover, le darán a Ucrania una ventaja eventualmente.
Los rusos saben que son escuchados y habitualmente intentan engañar a su enemigo con información falsa. Depende de Mikhass y otros operadores de radio discernir la señal del ruido.
“Su artillería nos ayuda”, explicó. “Dicen dónde dispararán y luego comprobamos dónde cayeron los proyectiles”.
La ubicación de la que Mikhass escuchó recientemente sobre un próximo ataque —“38 naranja”— está representada en un mapa por un pequeño punto. Y está rodeado por cientos de otros puntos que indican ubicaciones que ya han decodificado.
“Necesitamos mucho tiempo para descubrir estos puntos”, dijo.
Y a medida que Rusia aumenta la presión, el tiempo corre.