Israel mata a un líder de Hezbollah en el sur del Líbano mientras sus fuerzas avanzan en Gaza
BEIRUT (AP) — Un ataque aéreo israelí en el sur de Líbano cobró el lunes la vida de un comandante destacado del grupo armado Hezbollah, el más reciente de un progresivo intercambio de golpes transfronterizos que han desatado temores de que haya una nueva guerra en Oriente Medio incluso mientras continúan acumulándose las víctimas civiles en el conflicto en Gaza.
El ataque a una camioneta provocó la muerte de un comandante de una unidad secreta de Hezbollah que opera a lo largo de la frontera, según un funcionario de seguridad libanés que habló a condición de guardar el anonimato, en apego a las normas. El comandante, Wissam al Tawil, era un veterano del grupo libanés respaldado por Irán que participó en un secuestro transfronterizo de dos soldados israelíes en 2006, el cual desató la última guerra entre Israel y Hezbollah, dijo un dirigente de la agrupación.
Se trata del miembro de mayor rango de Hezbollah que ha sido abatido desde que el ataque de Hamás el 7 de octubre en el sur de Israel desencadenó una guerra a gran escala en Gaza y combates de menor intensidad entre Israel y Hezbollah, los cuales se han ido intensificando desde que un alto miembro de Hamás murió en un operativo militar israelí la semana pasada en Beirut.
El secretario de Estado estadounidense Antony Blinken, quien se encuentra de vuelta en la región esta semana, parece estar intentando evitar que el conflicto se extienda a otros países de Oriente Medio.
En tanto, Israel aseguró que prácticamente ha completado sus operaciones significativas en el norte de la Franja de Gaza, aunque persisten los combates y bombardeos en la zona. Ahora las fuerzas israelíes se concentran en la región central y en la ciudad sureña de Jan Yunis, adonde han huido miles de palestinos.
Las autoridades israelíes han dicho que los combates continuarán durante muchos meses más, mientras el ejército trata de desmantelar a Hamás y recuperar a decenas de rehenes capturados durante el ataque del grupo el 7 de octubre.
La ofensiva ya ha matado a más de 23.000 palestinos, arrasado con amplias extensiones de la Franja de Gaza, desplazado a casi el 85% de sus 2,3 millones de habitantes y dejado a una cuarta parte de sus residentes en riesgo de hambruna.
Médicos, pacientes y personas desplazadas huían del principal hospital del centro de Gaza a medida que se aproximaban los combates entre fuerzas israelíes y milicianos palestinos, según dijeron testigos el lunes. Perder el centro médico asestaría otro gran golpe a un sistema de salud devastado por tres meses de guerra.
Médicos Sin Fronteras y otros grupos de ayuda humanitaria se retiraron en los últimos días del hospital Mártires de Al Aqsa en Deir al Balah, señalando que la situación era demasiado peligrosa ante los bombardeos, ataques con drones y francotiradores de Israel. Eso extendió el pánico entre la gente que se refugiaba allí. Miles de personas se fueron, sumándose a los cientos de miles que han huido más hacia el sur, dijo Omar al Darawi, miembro del personal del hospital.
Decenas de miles de personas han buscado cobijo en los hospitales de Gaza, que también tienen problemas para hacer frente al continuo flujo de heridos a causa de los ataques israelíes. Apenas 13 de los 36 hospitales de Gaza funcionan, aunque sea de forma parcial, según la oficina humanitaria de las Naciones Unidas.
El Hospital Mártires de Al Aqsa ha sufrido varios ataques en los últimos días, dijo Al Darawi. Tras la retirada de los grupos humanitarios, un gran número de pacientes que no pueden ser trasladados fueron concentrados en una sola planta para que los médicos restantes puedan atenderlos. “Necesitan tratamiento especial, que no está disponible”, dijo.
El personal de la Organización Mundial de la Salud que visitó el lugar el domingo presenció “escenas espeluznantes de personas de todas las edades que eran atendidas en suelos manchados de sangre y en pasillos caóticos”, dijo Tedros Adhanom Ghebreyesus, jefe de la OMS. “El baño de sangre en Gaza debe terminar”.
Cada día llegan más muertos y heridos al hospital, mientras las fuerzas israelíes avanzan en el centro de Gaza, con el respaldo de intensos ataques aéreos. Las fuerzas armadas declararon el lunes que habían descubierto una amplia instalación de Hamás para la elaboración de cohetes en el campamento de refugiados de Bureij, que se encuentra a poca distancia del hospital.
Miles de personas han estado huyendo de la zona, dirigiéndose hacia el sur. Quince integrantes de la familia Ayash se apiñaron dentro de una vagoneta con sus pertenencias para emprender el trayecto. “Durante todo el camino escuchamos detonaciones, misiles, bombardeos y aviones”, relató Khawla Ayash.
Una vez que llegaron a Muwasi, una zona costera a las afueras de Rafah, bajaron sus maletas, cobertores y colchonetas y comenzaron a montar tiendas de campaña junto a las de otros familiares.
La agencia de las Naciones Unidas para la infancia, UNICEF, advirtió que el 90% de los niños menores de 2 años en Gaza sólo consumen pan y leche.
“A medida que se intensifica el riesgo de hambruna”, cientos de miles de niños enfrentan una desnutrición severa, y algunos de ellos están en peligro de morir, dijo Catherine Russell, directora ejecutiva de la agencia. “No podemos permitir que eso suceda”.
La situación es incluso más grave en el norte de Gaza, una zona que las fuerzas israelíes aislaron del resto del territorio a finales de octubre.
Vecindarios enteros han sido destruidos y la mayor parte de la población ha huido. Las decenas de miles de personas que permanecen allí enfrentan grave desabasto de comida y agua. La OMS dijo el domingo que no había podido entregar suministros en el norte de Gaza en 12 días debido a los bombardeos y la incapacidad del ejército israelí para garantizar un tránsito seguro.
Incluso allí, Israel sigue luchando contra lo que dice son pequeños grupos de milicianos.
Un ataque aéreo el domingo por la mañana destruyó una vivienda de cuatro pisos llena de personas desplazadas en el campamento urbano de refugiados de Jabaliya, dejando al menos 70 muertos, incluidos mujeres y niños, indicó Mahmud Bassal, vocero de la defensa civil de Gaza. No había confirmación inmediata del Ministerio de Salud, que ha tenido problemas para seguir operando en el norte.
Desde que la guerra comenzó, más de 23.000 palestinos han muerto, aproximadamente dos terceras partes de ellos mujeres y niños, y más de 58.000 han resultado heridos, según el Ministerio de Salud de Gaza, territorio gestionado por Hamás. El conteo de decesos no distingue entre civiles y combatientes.
Israel responsabiliza a Hamás por las bajas civiles porque el grupo opera en zonas residenciales densamente pobladas, aunque las fuerzas armadas no suelen hacer comentarios sobre ataques concretos que dejan un gran número de civiles muertos. El ejército dice que ha matado a unos 8.000 milicianos, sin presentar evidencia, y que 176 de sus soldados han muerto en la ofensiva.
Durante sus conversaciones con países del Golfo Pérsico y Jordania en los últimos dos días, Blinken se concentró en intentar evitar que la guerra se extienda a otras partes.
En los últimos tres meses, tanto Israel como Hezbollah han tratado de limitar sus intercambios de hostilidades a lo largo de la frontera. Hezbollah parece actuar con cautela ante el riesgo de un conflicto a gran escala que genere una destrucción masiva en Líbano.
Pero el asesinato la semana pasada de un alto mando político de Hamás, Saleh Arouri, en Beirut, amenaza con arrojar a ambas partes a una espiral creciente de violencia.
Una oleada de cohetes de Hezbollah impactó el sábado una importante base de control de tráfico aéreo en el norte de Israel, uno de los mayores ataques del grupo miliciano durante el conflicto. Se trató de una “respuesta inicial” al homicidio de Arouri, dijo la agrupación.
Dirigentes de Israel dicen que se les está agotando la paciencia ante los cohetes que arroja Hezbollah y que, si las gestiones diplomáticas no les ponen fin, entonces están preparados para ir a la guerra. Han expresado una particular preocupación en torno a la Fuerza Radwan, una unidad de élite de Hezbollah que opera a lo largo de la frontera y de la que Al Tawil era comandante.
Durante una visita a los soldados desplegados cerca de la frontera, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu prometió devolver la seguridad al norte del país.
“Preferimos que esto se haga sin una campaña más amplia, pero eso no nos detendrá”, puntualizó.
Hezbollah comenzó a lanzar cohetes poco después del ataque de Hamás del 7 de octubre, asegurando que el objetivo de su ofensiva era aliviar la presión sobre Gaza. Ese día, Hamás y otros milicianos mataron a unas 1.200 personas en el sur de Israel, en su mayoría civiles, y tomaron alrededor de 250 rehenes, de los cuales más de 130 permanecen cautivos.
Casi 200 personas han muerto en el lado libanés a causa de los ataques transfronterizos, en su mayoría combatientes, pero la cifra también incluye a 20 civiles. Del lado israelí, cinco civiles y 12 soldados han perdido la vida y más de 150 personas han resultado heridas. Decenas de miles de personas en ambos países se han visto obligadas a abandonar sus hogares cerca de la frontera.
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Shurafa informó desde Deir al Balah, Franja de Gaza, y Jeffery desde El Cairo. Los periodistas de The Associated Press Kareem Chehayeb, en Beirut, y Samy Magdy, en El Cairo, contribuyeron a este despacho.