Brasil conmemora aniversario de los disturbios antidemocráticos en la capital
RÍO DE JANEIRO (AP) — Brasil conmemoró el lunes el aniversario de los disturbios del año pasado en la capital de la nación, cuando miles de simpatizantes del expresidente Jair Bolsonaro invadieron edificios gubernamentales y pidieron una intervención militar para destituir al presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Varias manifestaciones en defensa de la democracia se realizaron en distintas partes del país, horas después de que la Policía Federal llevara a cabo decenas de órdenes de registro como parte de su investigación contra los responsables de los disturbios.
El proceso judicial contra Bolsonaro, además de una prohibición para volver a postularse a un cargo público, contrasta con lo que pasa en Estados Unidos, donde Donald Trump se postuló de nuevo a la presidencia y ha dominado la campaña por la candidatura republicana, aunque enfrenta cargos federales y estatales.
El domingo por la noche se proyectó la frase “La Democracia Nos Une” sobre los edificios anexos del Congreso, en la capital Brasilia, que están detrás de sus cámaras.
El Supremo Tribunal Federal inauguró una exposición sobre “reconstrucción, memoria y democracia” en la que se exhiben piezas dañadas y otras huellas tangibles del ataque, y el Congreso organizó otro acto en favor de la democracia, en el que las autoridades revelarían un tapiz del renombrado artista Roberto Burle Marx que fue dañado por los alborotadores y restaurado minuciosamente.
Al evento asistieron unos 500 invitados, incluidos Lula, miembros de su gabinete, magistrados del Supremo Tribunal Federal, el presidente del Senado, Rodrigo Pacheco, y oficiales de la cúpula militar.
Aunque se prevé que las manifestaciones callejeras comiencen por la tarde en las calles de Sao Paulo y Río de Janeiro, hay pocas señales de protestas opositoras que defiendan a quienes se amotinaron y han enfrentado a procesos judiciales.
El 8 de enero de 2023, el país más grande de América Latina estuvo al borde de una crisis democrática cuando partidarios de Bolsonaro saltaron las barricadas de seguridad colocadas alrededor del palacio presidencial, del Congreso y del Supremo Tribunal Federal, se subieron a los techos, rompieron las ventanas, orinaron sobre valiosas obras de arte y dañaron recuerdos históricos brasileños.
Las escenas, transmitidas en vivo por televisión, fueron parecidas a las vistas durante el asalto al Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero de 2021 y establecieron paralelismos instantáneos.
Un año después, Brasil ha tratado de dejar atrás lo que el presidente del Supremo Tribunal Federal, Luis Roberto Barroso, en un editorial publicado el lunes por el periódico Folha de S. Paulo, describió como “el ataque más virulento contra las instituciones del país” desde el término de la dictadura militar hace cuatro décadas.
A diferencia de Estados Unidos, el poder judicial de Brasil ya ha sancionado a Bolsonaro. El año pasado, el tribunal electoral del país le prohibió volver a postularse a un cargo público hasta 2030. El caso no estaba relacionado con los disturbios, sino con sus repetidas e infundadas afirmaciones de que el sistema de voto electrónico era susceptible al fraude.
Y la mayoría de los brasileños parecen cerrar filas con la bandera de la democracia promovida por Lula desde que asumió el cargo el 1 de enero de 2023. Una encuesta realizada en diciembre por Quaest reveló que el 89% de los brasileños encuestados consideraban de manera negativa el levantamiento del año pasado.