Rezagados pero no eliminados: 2 veteranos políticos argentinos tratan de parar a un combativo novato

Rezagados pero no eliminados: 2 veteranos políticos argentinos tratan de parar a un combativo novato
Sergio Massa, ministro argentino de Economía y candidato presidencial del gobierno, alza el puño en un acto de campaña en Buenos Aires, Argentina, el martes 17 de octubre de 2023. Las elecciones generales argentinas se celebran el 22 de octubre. (AP Foto/Natacha Pisarenko)

BUENOS AIRES, Argentina (AP) — El ministro de Economía, Sergio Massa, y la exministra de Seguridad Patricia Bullrich se adaptaron con perspicacia durante sus siete décadas combinadas en la política argentina. Está por ver si la experiencia será un activo o una carga en lo que ya ha sido una atípica campaña electoral.

Javier Milei, un diputado novato con melena que lidera la mayoría de los sondeos de cara a los comicios del domingo, ha arremetido contra lo que describe como una casta política. Señala a Massa y Bullrich como ejemplos de una clase dirigente apoltronada y fue el más votado en las primarias de agosto, lo que remeció a toda la nación sudamericana.

Massa y Bullrich se presentan como opciones más seguras para gobernar un país en crisis que el combativo recién llegado, que promete abolir el Banco Central, recortar de forma drástica el gasto público y dolarizar la economía. La mayoría de las encuestas muestran a Massa en segundo lugar y Bullrich tercera.

Sin embargo, los sondeos han sido especialmente poco fiables. Unos pocos muestran a Massa en cabeza en primera ronda y al menos dos sitúan a Bullrich por delante. Si Milei no logra una victoria directa el 22 de octubre, los dos candidatos más votados irán a segunda vuelta en noviembre.

EL MINISTRO CON EQUIPAJE

Massa de 51 años, aspira a liderar el gobierno desde hace años, la última ocasión en 2015. Creció en un hogar de clase media en un suburbio de Buenos Aires, se convirtió en abogado, no tardó en llegar a las altas esferas de la política y ha allí permanecido durante más de dos décadas.

Promete incrementar el poder de compra de los asalariados y se compara con rivales conservadores que según dice reducirán los derechos de los trabajadores. Su periodo como ministro de Economía incluyó un aumento de la inflación, una subida brusca de la pobreza y un desplome de la moneda.

“Massa como candidato arrastra el lastre de ser ministro”, señaló Martín Kalos, economista que dirige la consultora con sede en Buenos Aires Epyca.

Massa dice que heredó una situación mala, agravada por una sequía devastadora que diezmó las exportaciones del país. Lo importante, afirma, fue su disposición a dejar su posición relativamente cómoda como líder de la cámara baja del Congreso para asumir la ingrata tarea de Ministro de Economía.

“No soy de los que se asustan frente a un desafío”, dijo Massa en una marcha política en mayo. “Muchos de los que hoy se pasean por los canales de televisión hablando vanidosamente de candidaturas se metían debajo de la cama”.

En el pragmatismo que ha impulsado su carrera en los últimos años, los observadores le ven como un candidato que cambia de postura con facilidad. La palabra que los votantes identifican más con Massa es “panqueque”, una expresión informal para un político que cambia de discurso a conveniencia, según una encuesta reciente de Giacobbe & Asociados.

En 2008, Massa dejó su puesto como alcalde de Tigre, un suburbio de Buenos Aires, para convertirse en jefe de gabinete de la entonces presidenta Cristina Fernández, que estaba inmersa en una dura batalla con el poderoso sector agrario.

Dejó el gobierno de Fernández menos de un año más tarde y fundó un partido de centroderecha que se oponía a su antigua jefa, reclamaba medidas más liberales y acusaba a Fernández de corrupción.

El nuevo partido de Massa fue el gran ganador de las elecciones de media legislatura de 2013 y muchos creían que estaba a un paso de la presidencia en 2015, pero quedó tercero. Más tarde dejó de lado los viejos rencores y se unió a una coalición con Fernández como compañera de fórmula del actual presidente, Alberto Fernández. Tras su victoria, Massa fue ganando peso en el gobierno.

LA ACTIVISTA CONVERTIDA EN LUCHADORA CONTRA EL CRIMEN

Las opiniones de Bullrich también han cambiado durante sus cuatro décadas de carrera. Niega haber formado parte de las guerrillas izquierdistas que emplearon la violencia como medio para buscar el cambio social cuando era una joven activista política, aunque muchos dicen que sí lo era.

“En los 70, muchos pensábamos que la forma de cambiar el mundo era a través de la violencia. Y fue un error”, dijo Bullrich en una entrevista reciente con el diario La Nación.

Hoy pertenece a la principal coalición opositora de centro derecha y se la conoce por su firme defensa de las fuerzas de seguridad.

Bullrich, de 67 años, se exilió cuando la brutal dictadura militar argentina se asentó en 1976 y siguió siendo peronista, el difuso movimiento político argentino que lleva el nombre del expresidente Juan Domingo Perón, que tiene facciones de izquierda y derecha pero en general defiende la justicia social y los derechos de los trabajadores.

Después se distanció, y en 1999 se unió a una coalición centrista y trabajó en el gobierno durante el espectacular colapso económico argentino en 2001, cuando el país se vio envuelto en una crisis política en medio de una suspensión de pagos, desempleo masivo, pobreza disparada y un hundimiento en el valor de la moneda local.

Bullrich viró más a la derecha y fundó su propio partido, que defendía posiciones económicas liberales. Tras sumarse al gobierno del presidente de centroderecha Mauricio Macri en 2015, ganó fama y buenos índices de popularidad como ministra de Seguridad dándole más poder a la policía.

A principios de año, los analistas creían que quien fuera el candidato opositor prácticamente tenía asegurada la presidencia: la inflación subía, el crimen violento iba a peor y la popularidad del gobierno estaba por los suelos. Entonces llegó Milei, y Bullrich lleva desde entonces peleando por ganarse el apoyo de la derecha.

Ella alega que su coalición puede conseguir los cambios que reclaman muchos argentinos en problemas, mientras que Milei no tiene apoyo de los gobernadores ni experiencia negociando leyes.

Aunque sus partidarios la consideran valiente, sus detractores dicen que está poco preparada para recuperar una economía maltrecha. Bullrich dice que, si es elegida, el peso y el dólar coexistirán y el Banco Central tendrá más independencia. También promete dar más poder a las fuerzas de seguridad para combatir el crimen y el narcotráfico.

“Conmigo, el que las hace, las paga”, dijo Bullrich en el último debate presidencial.

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La periodista de Associated Press Débora Rey contribuyó a este despacho.

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