Activista cubano evalúa la contienda política en el sur de Florida
MIAMI (AP) — Cuando Félix Llerena llegó a Miami en 2017, rápidamente se involucró en la comunidad de exiliados cubanos de la ciudad, muy activos en cuestiones de política. Pronto se sintió atraído por el presidente Donald Trump por su enfoque combativo hacia el gobierno comunista de Cuba y su abierta afinidad por la cultura cubano-estadounidense.
En la actualidad, Llerena está listo para solicitar naturalizarse estadounidense y votar por primera vez. Se muestra más escéptico hacia el expresidente republicano. Y su madre pudo llegar a Estados Unidos este año bajo un programa de inmigración creado por el gobierno del presidente demócrata Joe Biden, gracias al cual han sido admitidos decenas de miles de cubanos y otras personas de países con comunidades de expatriados en el sur de Florida.
Las decisiones de ambos partidos afectan la vida de Llerena y cumplen con diferentes prioridades que él tiene. Si bien se inclina por un candidato republicano para el próximo año, dice que intenta evitar apegarse exclusivamente a un bando.
“Yo no voy a idolatrar a políticos. Sencillamente están haciendo su trabajo. Yo no defiendo intereses políticos ni partidistas”, sostuvo.
Su historia ilustra cómo son percibidos los republicanos y los demócratas por el poderoso bloque de votantes cubano-estadounidenses del sur de Florida, que ha influido en las elecciones presidenciales durante décadas. A pesar de que el Partido Republicano ha logrado grandes avances en las comunidades latinas de Florida, lo cual modificó la inclinación política del condado Miami-Dade en la contienda por el gobierno estatal el año pasado, los demócratas a nivel nacional dicen que no se darán por vencidos en Florida y todavía piensan que puede ser un estado que oscile en sus preferencias políticas el próximo año.
Los dos partidos utilizan estrategias y argumentos marcadamente diferentes y a menudo retratan al rival como extremista o socialista, un insulto especialmente grave entre los exiliados cubanos.
Los demócratas han arremetido contra Trump y el gobernador de Florida, Ron DeSantis —otro aspirante a la candidatura presidencial republicana— en materia de inmigración, y por lo general hacen énfasis en el trato que ellos dan a los migrantes que cruzan la frontera sin autorización legal, entre quienes a menudo hay cubanos, venezolanos, haitianos y personas de otras nacionalidades ampliamente representadas en Florida. Los republicanos suelen centrarse en cuestiones económicas, y argumentan que las iniciativas demócratas para abordar la desigualdad terminan perjudicando a las familias de clase media, incluyendo las latinas.
Ambas partes tendrán que declarar en un juicio penal contra Trump el próximo año en el sur de Florida por cargos de mal manejo de información secreta.
El Partido Republicano ha estado ganando en Florida desde 2016, cuando Trump conquistó un estado que dos veces optó por el demócrata Barack Obama. Ese año, los demócratas tenían unos 327.000 votantes empadronados más en el estado. Hoy en día, el Partido Republicano cuenta con una ventaja en el registro de votantes de aproximadamente medio millón. Y después de ganar apretadamente la contienda para gobernador en 2018, DeSantis fue reelegido el año pasado por una diferencia de 1,5 millones de votos.
El mes pasado, el Partido Demócrata de Florida lanzó una iniciativa de registro de votantes llamada “Recuperemos Florida”, con el fin de intentar recuperar algo del terreno perdido. El presidente del partido dijo que “se requerirá la participación de todos” en Miami-Dade, donde el 60% de los votantes son hispanos.
“Lo que los demócratas han perdido son los votantes cubano-estadounidenses más jóvenes”, subrayó Dario Moreno, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Internacional de Florida.
Llerena, ahora de 27 años, presta atención a la imagen que proyecta, y a menudo porta traje y corbata en eventos comunitarios. Ha aparecido en cadenas locales en español y como invitado de Jorge Ramos de Univision. Se ha reunido con funcionarios electos de ambos partidos en Miami y Washington.
"A veces puedo ser ‘muelero’", dijo, usando una expresión para alguien con el don de la palabra, "pero soy pragmático y realista".
Al crecer en Cuba, dijo, a los jóvenes se les instruye a ser leales al Estado e idolatrar a sus revolucionarios, sobre todo a Fidel Castro, quien gobernó Cuba durante medio siglo después de derrocar a un gobierno respaldado por Estados Unidos en 1959. Castro reprimió a la disidencia, encarceló a presos políticos y se enemistó con Washington durante medio siglo.
"En Cuba, aprendes que el alfabeto no es F de flores o R de rosas. Es F de Fidel y R de revolución”, dijo Llerena.
No fue sino hasta que llegó a la adolescencia y empezó a usar los cibercafés que Llerena dice que se formó opiniones distintas. Prestó atención a las cadenas Martí de radio y televisión, financiadas por Estados Unidos. Con el tiempo, comenzó a resistirse al gobierno de Castro como un activista por la libertad religiosa y la democracia.
Recuerda que cuando tenía 18 años escuchó un anuncio del entonces presidente Barack Obama de que Washington y La Habana avanzarían hacia la normalización de las relaciones diplomáticas. Todavía siente admiración por Obama pero también decepción, y considera que a la larga Cuba se aprovechó de él.
“Estados Unidos dio, dio, dio y Cuba no dio nada”, dijo. “La situación del cubano seguía igual o peor. Yo nunca vi un beneficio, nunca vi un cambio”.
Agentes del gobierno cubano lo detuvieron en 2017 después de una visita a Estados Unidos para reunirse con miembros de la Comisión de Estados Unidos para la Libertad Religiosa Internacional, visita que documentó en las redes sociales. Fue expulsado de su universidad y obligado a firmar una advertencia por desorden público que, según grupos defensores de los derechos humanos, Cuba utiliza para intimidar a activistas, opositores políticos y críticos. Llerena abandonó Cuba poco después.
En 2020, Llerena expresó abiertamente su apoyo a Trump, diciendo que esas marchas le mostraron al gobierno cubano que no eran sólo los viejos exiliados que llegaron después de la Revolución cubana o en las décadas siguientes, sino aquellos que arribaron más recientemente, los que también apoyan las políticas de línea dura contra el gobierno cubano.
Trump menciona frecuentemente cómo los cubanos han llegado a adorarlo. Después de su lectura de cargos este año en Miami por el caso del mal manejo de documentos secretos, hizo una visita al emblemático restaurante cubano Versailles Cafe y la multitud le cantó “Feliz cumpleaños”.
Pero Llerena dijo que se sintió ofendido por el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 por parte de una turba partidaria de Trump.
“Yo vengo huyendo de una dictadura con un culto a la personalidad de muchas décadas”, dijo. “Los políticos son seres humanos, y se equivocan. Hay muchas cosas buenas que me gustaron de Donald Trump, y en otras fue un desastre”.
Llerena se benefició enormemente de los cambios implementados por Biden para frenar el creciente número de migrantes que llegan a la frontera entre Estados Unidos y México, incluidos muchos cubanos. Una demanda de estados gobernados por republicanos se opone al programa de libertad condicional humanitaria, que inició en 2022 para venezolanos y se amplió a migrantes de Cuba, Haití y Nicaragua. Permite que hasta 30.000 personas entren a Estados Unidos cada mes para permanecer durante dos años y obtener un permiso de trabajo.
Llerena dijo que había estado deseoso de presentar una solicitud de inmediato para su madre, a quien no había visto en más de cinco años. Anticipándose a una objeción judicial, lo hizo en cuanto se abrió el programa.
Elogia a Biden por sus políticas de inmigración y por su apoyo a Ucrania contra la invasión rusa, pero señala que no cree que su gobierno le haya dado prioridad a la situación en Cuba. En cambio, prefiere a dos aspirantes republicanos con una política exterior belicista: la exembajadora ante la ONU Nikki Haley y el ex vicepresidente Mike Pence, quienes le parecen “presidenciables”.
Si Llerena logra naturalizarse a tiempo, probablemente no votará en el estado donde ingresó a la política estadounidense. Viaja seguido a Miami para asistir a eventos con la comunidad de exiliados, pero ahora vive en Texas, otro estado donde el voto latino es fundamental y donde los republicanos han logrado avances entre los votantes hispanos para ganar elecciones estatales.
“Yo evidentemente soy cubano y me voy a morir cubano”, dijo. “Me hace asumir un compromiso con mi gente”.