Qué hay que saber sobre el movimiento separatista sij que es el centro de las tensiones India-Canadá
NUEVA DELHI (AP) — Las tensiones entre Canadá e India han alcanzado nuevas proporciones con el duelo de expulsiones diplomáticas y la acusación de implicación del gobierno indio en el asesinato de un activista sij en territorio canadiense.
La disputa gira en torno al movimiento independentista sij o del Jalistán. India ha acusado repetidamente a Canadá de apoyar el movimiento, el cual está prohibido en India pero que cuenta con el apoyo de la diáspora sij.
El lunes, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, describió en el Parlamento lo que calificó de acusaciones creíbles de que India estaba conectada al homicidio de Hardeep Singh Nijjar en junio. El gobierno indio refutó cualquier implicación en el asesinato de Nijjar y afirmó que Canadá estaba tratando desviar la atención de los activistas de Jalistán.
Estos son algunos detalles sobre el caso:
El movimiento independentista sij de la India se convirtió en una sangrienta insurgencia armada que sacudió el país en las décadas de 1970 y 1980. Se centró en el estado norteño de Punjab, en donde los sijs son mayoría, aunque representan alrededor del 1,7% de la población de India.
La insurgencia duró más de una década y fue aniquilada por una ofensiva del gobierno indio en la que miles de personas fueron asesinadas, incluyendo a varios destacados líderes sijs.
De acuerdo con grupos defensores de los derechos humanos, cientos de jóvenes sijs también fueron asesinados en operativos policiales, muchos en las cárceles o en tiroteos simulados.
En 1984, las fuerzas armadas indias irrumpieron en el Templo Dorado —el santuario más sagrado del sijismo—, ubicado en Amritsar, para expulsar a los separatistas que se habían refugiado ahí. En el operativo murieron alrededor de 400 personas, según cifras oficiales, pero los grupos sijs reportan miles de asesinatos.
Entre quienes perdieron la vida estaba el líder militante Jarnail Singh Bhindranwale, acusado por el gobierno indio de dirigir la insurgencia armada.
El 31 de octubre de 1984, la primera ministra Indira Gandhi, que ordenó el operativo en contra del templo, fue asesinada por dos de sus guardaespaldas, que eran sijs.
Su muerte desencadenó una serie de revueltas contra los sijs, en las que turbas de hinduistas iban casa por casa en el norte de India, especialmente en Nueva Delhi, sacando a los sijs de sus casas, matando a hachazos a muchos y quemando vivos a otros.
Actualmente no existe una insurgencia activa en Punjab, pero el movimiento del Jalistán todavía goza de un cierto respaldo en el estado, así como entre la extensa diáspora sij. El gobierno indio ha alertado en repetidas ocasiones a lo largo de los años que los separatistas sijs estaban intentando organizar un retorno.
El gobierno del primer ministro Narendra Modi también ha intensificado la persecución de los separatistas sijs y detenido a decenas de líderes de distintas organizaciones vinculadas al movimiento.
Cuando, en 2020, los campesinos acamparon en las afueras de Nueva Delhi para protestar en contra de las controvertidas leyes agrícolas, el gobierno de Modi trató inicialmente de desacreditar los participantes sijs llamándoles “jalistaníes”. Bajo presión, el gobierno de Modi terminó por retirar las leyes.
Este año, la policía india detuvo a un líder separatista que había reavivado las reivindicaciones de Jalistán, despertando el temor de posibles estallidos de violencia en Punjab. Amritpal Singh, un predicador de 30 años, había captado la atención nacional por sus discursos encendidos. Su inspiración, dijo, había sido Bhindranwale.
India ha pedido a países como Canadá, Australia y el Reino Unido que emprendan acciones judiciales contra activistas sijs, y Modi ha planteado personalmente la cuestión a los primeros ministros de esas naciones. India ha expresado su preocupación especialmente a Canadá, donde los sijs representan casi el 2% de la población del país.
A inicios de año, manifestantes sijs derribaron la bandera de India en la embajada del país en Londres y destruyeron la ventana del edificio en una demostración de rabia por la captura de Amritpal Singh. Otros manifestantes también rompieron ventanas del consulado indio en San Francisco y se enfrentaron a los empleados de la embajada.
El Ministerio de Asuntos Exteriores indio denunció los incidentes y convocó al alto comisionado adjunto del Reino Unido en Nueva Delhi para protestar por lo que calificó como violación de la seguridad en la embajada en Londres.
El gobierno indio también acusó a los simpatizantes del Jalistán en Canadá de vandalizar los templos hindúes con graffitis “anti-India” y de atacar las oficinas del alto comisionado indio en Ottawa durante una protesta realizada en marzo.
El año pasado, Paramjit Singh Panjwar, líder militante sij y jefe de la Fuerza Comando Jalistán, murió baleado en Pakistán.