Por qué los nuevos combates en una región de Azerbaiyán podrían resultar en nueva guerra con Armenia
TALLIN, Estonia (AP) — El intenso ataque de artillería que lanzó Azerbaiyán el martes en la región de Nagorno Karabaj desató temores de un nuevo conflicto a gran escala con Armenia, menos de tres años después de que una guerra entre ambas naciones dejó más de 6.000 muertos.
Nagorno Karabaj, con alrededor de 120.000 habitantes, es una región armenia étnica de Azerbaiyán que ha sido un punto de conflicto desde el colapso de la Unión Soviética. La zona y los vastos territorios aledaños quedaron bajo control de las fuerzas armenias étnicas respaldadas por el ejército de Armenia al concluir la guerra separatista de 1994. Azerbaiyán recuperó los territorios y parte de Nagorno Karabaj en una guerra en 2020.
La guerra más reciente terminó con un acuerdo para el despliegue de cuerpos de paz rusos a la región, pero las tensiones han ido en aumento desde diciembre, cuando Azerbaiyán comenzó a bloquear el camino que conecta a Nagorno Karabaj con Armenia. Los disparos de artillería que Azerbaiyán calificó como una “operación antiterrorista” comenzaron horas después de que el gobierno informó que cuatro soldados y dos civiles murieron por la explosión de minas terrestres que, según Azerbaiyán, fueron colocadas por saboteadores armenios.
“Parece que, desafortunadamente, podría haber una guerra número tres, algo que la gente ha estado temiendo pero esperando evitar con diplomacia en las últimas semanas y meses”, dijo Thomas de Waal, un especialista regional para la fundación Carnegie Europe.
La región montañosa de Nagorno Karabaj, la cual es más pequeña que el estado estadounidense de Delaware, tiene una gran importancia cultural tanto para los armenios como para los azeríes. Cuando era parte de la Unión Soviética, tenía un importante grado de autonomía dentro de Azerbaiyán. El descontento separatista armenio estalló a medida que se deterioraba la URSS y eventualmente se convirtió en una guerra a gran escala después del colapso de la Unión Soviética.
La mayoría de la población azerí fue expulsada hacia el final del conflicto en 1994. Luego, en medio de la guerra de 2020, alrededor de 90.000 armenios étnicos fueron desplazados, algunos de los cuales prendieron fuego a sus residencias antes de que los azeríes pudieran asentarse nuevamente.
Los cuerpos de paz rusos estaban encargados de garantizar que el camino que lleva a Armenia, el corredor de Lachín, permaneciera abierto. Pero ha estado bloqueado en gran parte desde diciembre, luego de que Azerbaiyán aseguró que los armenios contrabandeaban armas y llevaban a cabo extracción ilícita de recursos. Eso desató una grave escasez de alimentos en Nagorno Karabaj y acusaciones armenias de que Azerbaiyán pretendía llevar a cabo un genocidio mediante la hambruna.
Luego de meses de disputas y negociaciones, el Comité Internacional de la Cruz Roja organizó que se enviaran esta semana alrededor de 20 toneladas de harina desde Armenia hacia Nagorno Karabaj, así como suministros médicos por un camino distinto que se origina en territorio bajo control de Azerbaiyán.
Funcionarios de Nagorno Karabaj se habían negado previamente a la llegada de ayuda por la otra vía, asegurando que se trataba de una estrategia de Azerbaiyán para tomar el control de la región.
Aunque los cargamentos dejaban entrever que la crisis podría atenuarse lentamente, el reporte de Azerbaiyán del martes sobre la muerte de civiles y militares a causa de las minas escaló las tensiones y Azerbaiyán lanzó sus ataques de artillería.
Armenia ha criticado en repetidas ocasiones a las fuerzas de paz rusas por no poder mantener abierto el corredor de Lachín y por restarle importancia a los pequeños enfrentamientos esporádicos a lo largo de la vía.
Aunque Armenia es un viejo aliado de Moscú, e incluso alberga una base militar rusa, las relaciones se han deteriorado considerablemente en el último año. Además de la disputa en torno a la vía, Armenia provocó este año la molestia de Rusia al rehusarse a permitir que se llevaran a cabo ejercicios militares de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, que encabeza Rusia, y al realizar este mes maniobras con soldados estadounidenses. Además, a Moscú le ofendió el hecho de que Armenia brindó ayuda humanitaria a Ucrania.
El papel de Rusia para poner fin a la guerra de 2020 fue visto como un logro significativo que impulsó su influencia en la región. Pero su aprecio se ha deteriorado considerablemente en el último año.
Los elogios que recibió podrían quedar de lado si no toma medidas más firmes para reabrir el camino.
Rusia no parece ansiosa de intervenir en el más reciente conflicto. Al comentar sobre las exigencias de Armenia para que las fuerzas de paz rusas pongan fin a los combates, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, Maria Zajárova, dijo: “¿Qué tal si Ereván reconoce a Nagorno Karabaj como parte de Azerbaiyán?”
Y el expresidente ruso Dmitry Medvedev, resentido ante el distanciamiento armenio para con Rusia, declaró en referencia al primer ministro armenio Nikol Pashinián: “Adivinen lo que el destino le tiene preparado”.
La aceptación de Pashinián al acuerdo mediado por Rusia para poner fin a los combates de 2020 fue una medida ampliamente criticada en Armenia. Los críticos lo acusaron de traición y se desataron enormes manifestaciones para exigir su renuncia.
Es posible que las nuevas hostilidades provoquen otra oleada de rechazo popular. Y Pashinián está al tanto del posible arrastre de este tipo de protestas, en particular cuando él mismo llegó al cargo después de una serie de manifestaciones multitudinarias en 2018.