Trump no estará en el primer debate presidencial republicano, pero su presencia se sentirá
MILWAUKEE, Wisconsin, EE.UU. (AP) — No estará en el escenario, pero de todas formas Donald Trump será una figura central en el primer debate de las primarias presidenciales del Partido Republicano el miércoles por la noche, cuando los candidatos restantes que aspiran a enfrentar al presidente Joe Biden contiendan en persona por primera vez.
Los ocho adversarios que están programados para asistir al debate de Milwaukee organizado por Fox News probablemente enfrentarán presiones para expresar cómo se diferenciarían en estilo y sustancia de Trump, quien tiene una ventaja inicial dominante en la contienda. Esa podría ser una tarea delicada, ya que obligaría a los candidatos a decidir hasta qué punto se alinean con las posiciones más extravagantes del expresidente, incluidas sus mentiras sobre el fraude generalizado durante las elecciones de 2020.
A menos de cinco meses de que los caucus de Iowa den el banderazo de salida al proceso de nominación presidencial del Partido Republicano, el debate es una oportunidad crucial para que los candidatos que están más abajo en las encuestas se presenten a millones de votantes, muchos de los cuales apenas comienzan a prestar atención a la contienda. La presión es quizás mayor para el gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien anunció su campaña en mayo con gran fanfarria, pero desde entonces ha tenido dificultades para cobrar impulso y ahora lucha por conservar su distante segundo lugar.
“Es de verdad importante para toda la multitud y una oportunidad para que ellos se conecten (con ella)”, dijo Larry Hogan, exgobernador republicano de Maryland, quien declinó lanzar una candidatura propia. Pero lo que está en juego, agregó, es mayor para DeSantis.
“Realmente es una cuestión de vida o muerte para él, de lograrlo o fracasar. Por fin es hora de demostrar que es un candidato capaz. Y si no lo hace”, añadió, “creo que este podría ser el final (para él)”.
Además de DeSantis, en el debate estarán Tim Scott, senador por Carolina del Sur; Nikki Haley, ex embajadora estadounidense ante la ONU; Vivek Ramaswamy, empresario de biotecnología; Chris Christie, exgobernador de Nueva Jersey; el exvicepresidente Mike Pence, y Asa Hutchinson, exgobernador de Arkansas. Doug Burgum, gobernador de Dakota del Norte, también clasificó para la contienda. Sin embargo, es posible que no pueda participar en el debate del miércoles porque esta semana se lesionó jugando baloncesto y tuvo que ser trasladado a una sala de emergencias. Burgum planea ingresar al escenario a pesar de que estar lesionado de una pierna y luego evaluar con su campaña si es que se encuentra en condiciones de debatir.
El evento en horario de mayor audiencia se llevará a cabo en un momento decisivo para el Partido Republicano.
Trump es ahora el inalcanzable favorito en la contienda, lo que plantea serias interrogantes de si el partido tendrá unas primarias competitivas. No obstante, las vulnerabilidades de Trump en unas elecciones generales son claras, especialmente a raíz de cuatro acusaciones penales que lo acusan de acaparar documentos gubernamentales secretos, conspirar para anular las elecciones de 2020 y pagar dinero en secreto para mantener calladas a una actriz porno y a otras mujeres.
El debate tendrá lugar un día antes de que Trump viaje a Georgia para ser fichado nuevamente por cargos penales.
Sin embargo, la posición de Trump en las primarias no ha hecho más que fortalecerse a medida que las acusaciones se han incrementado, lo que deja al Partido Republicano en camino —salvo un realineamiento sorprendente— de nominar a un candidato que entraría en la contienda contra Biden en una posición potencialmente débil. Una encuesta de este mes realizada por The Associated Press y el Centro NORC para la Investigación de Asuntos Públicos encontró que es improbable que el 64% de los estadounidenses apoyen a Trump si es el candidato republicano, incluidos 53% que dicen que definitivamente no lo apoyarían y 11% que señalan que probablemente no lo respaldarían en noviembre de 2024.
En el Fiserv Forum en el centro de Milwaukee, había barricadas de metal afuera del que también es estadio de los Bucks de Milwaukee de la NBA a medida que se reunían los candidatos, personal de campaña y la prensa. Ronna McDaniel, presidenta del Comité Nacional Republicano (RNC, por sus siglas en inglés), y funcionarios locales tenían programado un evento para presentar a empresas locales antes de la convención del próximo verano, que también se llevará a cabo en la ciudad, un indicio de que ambos partidos se disputan estrechamente la supremacía en el estado. Los demócratas planeaban realizar eventos rivales.
El RNC había establecido umbrales de encuestas y donantes, y exigió a los participantes que firmaran un compromiso de lealtad con el fin de poder cumplir con los requisitos para el debate, que será moderado por Bret Baier y Martha MacCallum de la cadena Fox.
Trump había dicho desde hace tiempo que sentía que sería una tontería participar, dada su ventaja predominante en la contienda.
No obstante, su decisión de boicotear es un duro golpe para la cadena, que lo cortejó en público y en privado para que acudiera. En cambio, Trump pregrabó una entrevista con Tucker Carlson, expresentador de Fox, que se prevé sea transmitida en la plataforma X, previamente llamada Twitter, mientras se lleva a cabo el debate.
Pero incluso en su ausencia, se prevé que la presencia de Trump se sienta en el debate. MacCallum ha dejado en claro que presionará a sus rivales para que hablen sobre las acusaciones que enfrenta Trump, y dijo a la revista Vanity Fair que “están absolutamente obligados a abordarlas”.
En un comunicado, Chris LaCivita, alto asesor de la campaña de Trump, declaró que el expresidente “ya ganó el debate de esta noche porque todo va a ser acerca de él”.
“De hecho, el evento preliminar republicano de esta noche realmente ni siquiera debería ser llamado un debate, sino más bien una audición para formar parte del equipo del presidente Trump en su segundo periodo”, ironizó.
Hasta ahora, los precandidatos se han mostrado reticentes a enfrentarse directamente a Trump, dado el amplio apoyo de que goza en la base republicana, y una cuestión clave será con qué tanta agresividad lo confrontarán.
En su ausencia, la campaña de DeSantis se prepara para que el gobernador de Florida sea el principal blanco del debate, al ser el mejor posicionado de los que estarán en el escenario.
En un memorando enviado a donantes y simpatizantes el fin de semana, James Uthmeier, director de la campaña de DeSantis, manifestó que “están completamente preparados para que el gobernador DeSantis sea el centro de los ataques” porque, dijo, “esta es una contienda entre dos hombres por la nominación republicana: el gobernador DeSantis y Donald Trump”.
Uthmeier dijo que DeSantis intentaría mantenerse al margen de la refriega, y que su “objetivo en este debate será exponer su visión para derrotar a Joe Biden, revertir el declive estadounidense y revitalizar el Sueño Americano”.
Dan Eberhart, un donante republicano y partidario de DeSantis, dijo que DeSantis tendrá que estar preparado para defenderse de los ataques del resto de los contendientes, pero “debería centrarse en las políticas y en lo que va a hacer por los votantes, y no permitir que el debate trate solamente del único candidato que no está en el escenario”.
“Lo que está en juego”, añadió, “es enorme para el gobernador DeSantis. Él será el favorito en el escenario y todos tienen que pasar por él para a la larga atacar a Trump”.
Ken Cuccinelli, líder de Never Back Down (Nunca Retrocedas), un comité de acción política que apoya a DeSantis, sostuvo que DeSantis sigue siendo el mejor posicionado entre los rivales de Trump para superarlo, y considera que el debate es una oportunidad para que DeSantis hable directamente con los espectadores en casa.
“La gente quiere enfrentamientos sangrientos hasta cierto punto, y relacionan eso con Trump”, dijo. “Pero para mí el valor (del debate) está en la presentación personal sin los filtros de los medios. No serán las interacciones individuales (de DeSantis) con algún candidato en particular. Es el conjunto completo, la presentación a los votantes que están sintonizándose con todo esto por primera vez”.
Pero Marjorie Taylor Greene, representante de Georgia, quien figura entre la larga lista de simpatizantes de Trump que viajaron a Milwaukee para respaldarlo en su ausencia, considera que el debate del miércoles es “una pérdida de tiempo” dada la ventaja de Trump en las encuestas.
“Es inútil”, dijo. “Él tiene más de 40 puntos de ventaja ... Creo que las primarias han terminado. ... Simplemente estamos viendo a gente poniéndose a prueba para ocupar algún puesto en el gabinete”.
Hasta ahora, la mayor parte de los candidatos republicanos se han mostrados reacios a atacar a Trump en la campaña electoral. Pero algunos, incluido Hutchinson, han expresado abiertamente su oposición. Pence ha criticado a Trump por sus intentos de anular las elecciones, mientras que Christie se ha posicionado como el candidato más anti-Trump y ha llamado “cobarde” al expresidente por negarse a participar en el debate.
Christie, quien en campañas anteriores había ayudado a Trump a prepararse para sus debates desempeñando el papel de oponentes de Trump, ofreció un adelanto de los golpes que podría propinar mientras hacía campaña en Atlanta el fin de semana.
“¿Cuándo vamos a permitirle a nuestro país entender de nuevo que nominar a alguien que está en libertad bajo fianza en cuatro jurisdicciones no es una fórmula ganadora?”, preguntó.
Mientras tanto, los demócratas descartaron al grupo, considerándolo radical y divisivo, incluso sin Trump en el escenario.
“La verdad es que no importa quién gane el debate”, dijo el copresidente de la campaña Biden-Harris, el representante Cedric Richmond, en una llamada con periodistas. “Todos juegan siguiendo el mismo manual de juego, y todos adoptan las mismas posiciones impopulares que Donald Trump encabezó y (con las que) continúa arrastrando a ese partido al extremo”.
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Colvin informó desde Washington. Los periodistas de The Associated Press Bill Barrow, en Atlanta, y Steve Peoples, en Nueva York, contribuyeron a este despacho.