Escuelas reabren en Maui, una señal temprana de normalidad tras incendios que mataron a 110 personas
LAHAINA, Hawai, EE.UU. (AP) — Las escuelas públicas de Maui han iniciado el proceso de reapertura, mientras que el tráfico se reanudó en un importante camino de acceso, en un par de muestras de recuperación una semana después de que incendios forestales destruyeron un poblado histórico y dejaron al menos 110 muertos. En tanto, el director de la agencia de emergencias de la isla dijo que “no lamenta” que no se hicieran sonar las sirenas para advertirle a la gente que las llamas se aproximaban.
Al menos tres escuelas que quedaron intactas tras el paso del incendio por Lahaina — en donde vecindarios enteros fueron reducidos a cenizas — seguían siendo evaluadas tras sufrir daños por el viento, dijo el superintendente del Departamento de Educación de Hawai, Keith Hayashi.
“Aún hay mucho por hacer, pero en general los campus y las aulas se encuentran en buen estado estructural, lo cual es alentador”, dijo Hayashi en un video. “Sabemos que las labores de recuperación siguen en las primeras etapas, y seguimos lamentando la pérdida de tantas vidas”.
Por su parte, cuadrillas de trabajadores limpiaban cenizas y escombros de las escuelas, y analizaban la calidad del aire y del agua. Estudiantes desplazados que se inscribieron en dichos campus pueden tener acceso a servicios como almuerzos y terapia, dijo Hayashi. El Departamento de Educación también ofreció apoyo psicológico para niños, familiares y miembros del personal.
La Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA por sus siglas en inglés) abrió su primer centro de recuperación de desastres en Maui, “un importante primer paso” para ayudar a los residentes a obtener información sobre asistencia, dijo la administradora de la FEMA, Deanne Criswell. También pueden acudir para obtener actualizaciones sobre sus solicitudes de asistencia.
Criswell dijo que acompañará al presidente Joe Biden durante su visita del lunes a Maui para evaluar los daños y “brindar esperanza”.
En una conferencia de prensa, Herman Andaya, administrador de la Agencia de Maui para el Manejo de Emergencias, defendió el no haber hecho sonar las sirenas durante el incendio.
“Temíamos que la gente se hubiera ido mauka”, señaló, utilizando el término de dirección hawaiano que puede significar rumbo a las montañas o tierra adentro. “Si ese hubiera sido el caso, se habrían dirigido hacia el incendio”.
No hay sirenas en las montañas, donde el fuego avanzaba colina abajo.
Hawai creó lo que presume es el mayor sistema de sirenas exteriores de alerta del mundo después de un tsunami en 1946 que dejó más de 150 muertos en la Isla Grande. Andaya dijo que el sistema está diseñado primordialmente para advertir sobre maremotos, y nunca se ha usado para avisar de incendios forestales. El sitio web del sistema de sirenas de Maui dice que podría utilizarse para emitir advertencias sobre incendios.
Más allá de la decisión de no usar las sirenas, funcionarios estatales y locales han enfrentado críticas del público por la escasez de agua disponible para combatir el fuego y una evacuación caótica, en la que muchas personas quedaron atrapadas en sus vehículos en una avenida embotellada mientras las llamas pasaban encima de ellas.
Avery Dagupion, cuya vivienda familiar fue destruida, está enojado por el hecho de que no se les haya avisado anticipadamente a los residentes para que evacuaran, y que las autoridades insinuaran prematuramente que el peligro ya había pasado.
Se refirió a un anuncio el 8 de agosto por parte del alcalde de Maui, Richard Bissen, en el que dijo que el fuego había sido contenido, “infundiendo una falsa esperanza en los residentes de Lahaina”, cuando horas después el incendio aumentó enormemente. Eso, dijo, adormeció a la gente en una sensación de seguridad, y se suma a la desconfianza que él y otros tienen ahora con respecto a las labores de las autoridades.
En la conferencia de prensa, el gobernador Josh Green y Bissen se molestaron cuando se les preguntó acerca de esa desconfianza y sobre cómo pueden asegurarle al público que harán todo lo necesario para ayudar a la comunidad a reconstruirse.
“¿Hubo errores? Desde luego”, reconoció el gobernador, y posteriormente agregó: “Pueden mirar aquí para ver en quienes pueden confiar”, refiriéndose a los funcionarios policiales, de bomberos, de emergencias y de la Cruz Roja que estaban de pie detrás de él.
“No puedo responder por qué la gente no confía en la gente”, declaró Bissen. “Las personas que estaban tratando de apagar estos incendios vivían en esas casas; 25 de nuestros bomberos perdieron sus viviendas. ¿Ustedes creen que ellos estaban haciendo un trabajo a medias?”
Luego de que el número de muertos se incrementó en cuatro desde el martes, una unidad móvil de la morgue con forenses adicionales llegó para ayudar.
Kimberly Buen esperaba el miércoles recibir noticias de su padre, Maurice Buen, un pescador deportivo retirado que vivía en un asilo con asistencia que quedó destruido.
El hombre de 79 años estaba ciego de un ojo, parcialmente ciego del otro y utilizaba una andadera o un scooter eléctrico para moverse. En las últimas semanas también había sufrido de inflamación en los pies.
“Para él, moverse rápido no es una opción”, dijo Buen. Las historias de los sobrevivientes que escaparon al rápido avance de las llamas la aterrorizan.
“Si gente en plenitud tuvo que correr y arrojarse al océano, sólo puedo imaginarme qué pasó en el centro de asistencia y con las personas de menos ingresos y ancianos que no tuvieron una advertencia o, ya saben, recursos para escapar”, comentó.
Bill Seidl, de 75 años, vivía en el mismo complejo. Su hija Cassie Seidl, de Valencia, California, dijo que su padre tocó varias puertas antes de escapar.
“Creo que la gente asumía que era otro incendio menor”, comentó. “No creo que se hayan dado cuenta, y no recibieron advertencia”.
El padre de Seidl acampa ahora en la propiedad de un amigo en la localidad de Wailuku.
El condado dio a conocer el martes los nombres de dos de las víctimas: los residentes de Lahaina Robert Dyckman, de 74 años, y Buddy Jantoc, de 79. Fueron los primeros de cinco personas identificadas hasta ahora.
La Escuela del Sagrado Corazón, en Lahaina, quedó destruida, y la directora Tonata Lolesio dijo que las clases se reiniciarían en las próximas semanas en otra escuela católica. Añadió que es importante que los alumnos estén con sus amigos, maestros y libros sin pensar constantemente en la tragedia.
“Espero que podamos tener al menos algo de normalidad y llevarlos a un aula en donde puedan seguir aprendiendo, o tan sólo en otro ambiente en el que puedan dejar de pensar en eso”, comentó.
El edificio principal de la escuela preescolar Children of the Rainbow (Niños del Arcoíris), en el centro de Lahaina, también quedó completamente destruido, dijo el miércoles la directora y profesora Noelle Kamanau vía correo electrónico, y añadió que agradece que cerró la escuela en la mañana del incendio porque no había electricidad. El personal está a salvo, y las familias han sido localizadas.
“No se nos permite ingresar al área, por lo que ni siquiera puedo verlo con mis propios ojos. La escuela de prescolar Children of the Rainbow está en mi corazón, es mi segundo hogar”, dijo Kamaunu, que ha trabajado allí durante 20 años. “Es una pérdida trágica”.
El gobernador dijo el miércoles que giró instrucciones a la fiscal general del estado para que instaure una moratoria a las transacciones de tierras en el área de Lahaina. Green señaló que ha oído hablar de personas de las que dijo ni siquiera se dedican a los bienes raíces y se han acercado para preguntar sobre la posibilidad de adquirir tierras propiedad de gente en el área de desastre.
“Mi intención de principio a fin es asegurar que nadie sea víctima de un despojo de tierras”, manifestó.
La causa de los incendios, los más mortíferos en Estados Unidos en más de un siglo, seguía bajo investigación. Hawai corre cada vez más riesgos de padecer desastres, y los incendios forestales son lo que más se está incrementando, según un análisis que realizó la AP a partir de registros de la FEMA.
Green ha advertido que aún podrían encontrarse muchos cadáveres más.
John Allen y su hija contemplaban un paisaje gris que alguna vez fue hogar de coloridas orquídeas y otras flores desde la cima de una colina. Su hija rompió en llanto al señalar la cafetería en la que solía trabajar, y los lugares en los que solían vivir.
Allen se mudó a Maui hace dos años después de dejar Oakland, California, en donde vio cómo un voraz incendio forestal consumió las colinas en 1991.
“Nadie está consciente de lo rápido que avanzan las llamas”, dijo Allen.
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Kelleher informó desde Honolulu y Weber desde Los Ángeles. Los periodistas de The Associated Press Haven Daley en Kalapua, Hawai; Kathy McCormack en Concord, Nueva Hampshire; Seth Borenstein en Washington y Heather Hollingsworth en Kansas City, Missouri, contribuyeron a este despacho.
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