Talibán considera que su régimen no tiene plazos ni piensa permitir la educación de mujeres
KANDAHAR, Afganistán (AP) — El Talibán considera que su régimen en Afganistán no tiene plazos, su legitimidad se basa la ley islámica, y que no enfrenta amenazas significativas, dijo su portavoz principal en una entrevista con motivo del segundo aniversario de la toma del poder por parte de la milicia, y el inicio de su tercer año al frente del país. También insinuó que se mantendrá la prohibición de la educación femenina.
Zabihullah Mujahid descartó cualquier pregunta de The Associated Press sobre las restricciones a las niñas y las mujeres, manifestó que no tenía nada nuevo que decir sobre el asunto e indicó que se mantendrá el status quo. La prohibición de que las niñas asistan a la escuela más allá del sexto grado fue la primera de una serie de restricciones en el segundo año en el poder de los talibanes, que ahora impiden que las niñas y las mujeres afganas accedan a las aulas, a la mayoría de los trabajos y a gran parte de la vida pública.
Los talibanes tomaron el poder el 15 de agosto de 2021, cuando las fuerzas de Estados Unidos y de la OTAN se retiraron del país después de dos décadas de guerra.
Celebraron su segundo aniversario como gobernantes de Afganistán el martes, que fue declarado feriado público. Las mujeres, en gran medida excluidas de la vida comunitaria, no participaron en las festividades.
En la ciudad sureña de Kandahar, cuna espiritual del Talibán, personal militar posó con vehículos blindados. Los jóvenes atravesaron la ciudad en vehículos de dos o cuatro ruedas, ondeando banderas y blandiendo armas. Los niños pequeños sostenían banderas talibanes blancas de menor tamaño con una foto del ministro de Defensa, Maulvi Mohammad Yaqoob, en la esquina inferior derecha.
En Kabul, la capital, camionetas repletas de hombres de varias edades se abrieron paso por la ciudad. Los hombres invadieron la Plaza de los Mártires, tomándose selfies y trepando un monumento. Los chicos posaron con fusiles.
En los últimos dos años, se ha vuelto cada vez más evidente que la sede del poder está en Kandahar, el hogar del líder supremo Haibatulá Ajundzadá, y no en el gobierno en Kabul.
La entrevista con Mujahid tuvo lugar el lunes por la noche en un estudio de televisión en un antiguo complejo militar en ruinas en Kandahar. La Misión de la ONU en Afganistán y los departamentos del gobierno local se encuentran cerca.
Mujahid llegó en una camioneta SUV blanca, acompañado por un guardia y un conductor. Habló con calma y cortesía, y recurrió a los puntos de discusión de los talibanes en temas como los derechos de las mujeres y el reconocimiento internacional.
Dijo que el gobierno talibán no tiene plazos porque obtiene su legitimidad de la ley religiosa islámica o shariá. “No hay un plazo fijo para el gobierno islámico”, anunció. “Servirá durante el tiempo que pueda siempre que el emir (el líder supremo) no sea destituido por hacer algo que va en contra de la shariá”.
Al hacer balance después de dos años, Mujahid dijo que no hay amenaza para el régimen talibán desde dentro o fuera del país. Afirmó que el gobierno actual actúa de manera responsable y que los afganos anhelan el consenso y la unidad. “No hay necesidad de que nadie se rebele”, agregó Mujahid.
En una declaración el martes, el gobierno talibán enumeró lo que consideraba sus logros, incluida la restauración de un sentido de seguridad personal y de orgullo nacional.
La declaración no menciona las decenas de miles de afganos que huyeron tras su toma del poder, la grave recesión económica o la profundización de la pobreza a medida que se agotó la ayuda internacional. Al mismo tiempo, los talibanes parecen haberse asentado y han evitado divisiones internas e incluso mantenido a flote su economía en apuros, en parte mediante negociaciones de inversión con países de la región ricos en capital.
Mujahid se mostró reacio a discutir las restricciones sobre las niñas y las mujeres: descartó las preguntas sobre el tema como repetitivas y dijo que no tenía sentido hablar de ello a menos que hubiera actualizaciones.
Pero sí insinuó que un cambio era poco probable.
En conversaciones con diplomáticos extranjeros y funcionarios de organizaciones humanitarias, los talibanes suelen evitar decir que se oponen a la educación femenina por principio y, en cambio, argumentan que necesitan más recursos y tiempo para permitir la segregación de género en las aulas y los campus, de acuerdo con su interpretación de la ley religiosa del islam.
Mujahid presentó este argumento en la entrevista y señaló que “todo estará bajo la influencia de la sharoá”.
Cuando se le preguntó por qué los talibanes no acuden a países de mayoría musulmana con sistemas también basados en la ley islámica para reanudar la educación femenina, dijo que el Talibán no necesita la ayuda de otros.
Ajundzadá, el líder supremo, es visto como la fuerza principal detrás de la prohibición de las aulas que se emitió inesperadamente en marzo de 2022, justo cuando los ministros del gobierno con sede en Kabul dijeron que se preparaban para permitir que las niñas de séptimo grado en adelante regresaran a la escuela.
Mujahid dijo que había desacuerdo entre los eruditos religiosos sobre la educación femenina y sugirió que mantener la armonía entre ellos era más importante que el que las niñas y las mujeres volvieran a las aulas.
La perspectiva de aislamiento internacional y la falta de reconocimiento como gobierno legítimo de Afganistán debido a las restricciones sobre las mujeres y niñas no es una preocupación apremiante para los líderes talibanes.
“Nuestra interacción con China, Rusia, Tayikistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Irán, Pakistán y otros países de la región es oficial”, explicó. “Tenemos embajadas, viajes, consulados. Tenemos negocios. Los comerciantes van y vienen y transfieren mercancías. Todas estas son las cosas que significan el reconocimiento de nuestra burocracia”.
Las organizaciones de asistencia, los grupos de derechos humanos y la ONU emitieron esta semana declaraciones que condenan al gobierno talibán y advierten sobre la crisis humanitaria que afecta severamente a la población afgana.
La organización World Vision dijo que la cantidad de personas que necesita asistencia ha aumentado en alrededor de 5 millones. Dijo que 15 millones de personas enfrentarán niveles de “crisis” de inseguridad alimentaria este año, con 2,8 millones en la categoría de “emergencia”, la cuarta más alta del mundo.
Una alianza de grupos de derechos humanos, incluida Amnistía Internacional, dijo que se debe presionar a los talibanes para que pongan fin a las violaciones y la represión, y que deberían ser investigados por presuntos delitos conforme al derecho internacional incluida la persecución por motivos de género contra mujeres y niñas.
En Ginebra, la Organización Mundial de la Salud expresó su preocupación por la falta de acceso de los afganos a los servicios básicos de salud. La doctora Margaret Harris, su portavoz, dijo que el 20% de la población sufre de problemas de salud mental y 4 millones padecen adicción a las drogas y trastornos asociados.
“La mayoría de las instalaciones de salud tienen una infraestructura deficiente y hay menos trabajadores de la salud calificados debido a la emigración, los límites en el movimiento y el empleo de las mujeres y la reducción de fondos para pagar salarios y mantener las instalaciones abiertas”, agregó Harris.
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El periodista de The Associated Press Jamey Keaten contribuyó a este despacho desde Ginebra.