Homicidios en Brasil registran menor nivel en más de una década, dice estudio
RÍO DE JANEIRO (AP) — El número de muertes violentas registradas en Brasil el año pasado alcanzó su nivel más bajo en más de una década, informaron investigadores brasileños, lo que desconcertó a algunos expertos porque en los últimos años ha habido un fuerte aumento en el número de armas de fuego que circulan en el país.
Aproximadamente 47.500 personas fueron asesinadas en el país más grande de Latinoamérica en 2022, según un reporte publicado el jueves por el Foro Brasileño de Seguridad Pública, un grupo independiente que monitorea los delitos. Sus estadísticas son ampliamente utilizadas como referencia porque no hay estadísticas oficiales a nivel nacional.
Aunque el número de asesinatos en 2022 bajó 2,4% respecto al año anterior, se mantuvo más o menos en los niveles registrados desde 2019. La última vez que Brasil tuvo menos muertes violentas fue en 2011, con 47.215 asesinatos.
El descenso de los homicidios ha dejado algo desconcertados a muchos expertos en seguridad pública, ya que ha ido acompañado de un fuerte aumento en el número de armas de fuego en poder de los brasileños. Algunos estudios indican que un mayor número de armas de fuego entre la población conduce a más homicidios.
Durante su mandato de 2019 a 2022, el entonces presidente Jair Bolsonaro tomó medidas para flexibilizar las regulaciones sobre la posesión de armas de fuego. El número de armas de fuego registradas en la Policía Federal alcanzó 1,5 millones en 2022, 47,5% más que en 2019.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que asumió el cargo en enero, ha tratado de revertir las políticas de Bolsonaro respecto a las armas. Días después de llegar al poder, Lula exigió a los propietarios de armas de fuego que las registraran ante la policía, y el gobierno ha dicho que presentará un nuevo proyecto de ley el viernes.
Los expertos han planteado al menos tres razones detrás de las tendencias.
Samira Bueno, directora ejecutiva del Foro Brasileño de Seguridad Pública, dijo que cree que el factor principal es la relativa tregua entre las pandillas desde 2018. Una explosión de violencia en 2017, cuando su grupo registró 63.880 asesinatos, se atribuyó en gran parte a una rivalidad entre la pandilla Primer Comando Capital y el Comando Rojo.
Carolina Ricardo, directora del Instituto Sou da Paz, un grupo sin fines de lucro que da seguimiento a la seguridad pública, señaló que otro factor es que cada vez más estados brasileños han implementado ambiciosas políticas de seguridad pública junto con medidas sociales, como trabajar para mantener a los niños en las escuelas.
El envejecimiento de la población brasileña podría ser un tercer factor, explicó Ricardo. “En general, quienes mueren y matan son los jóvenes”, afirmó.
Pero Ricardo también expresó su preocupación por la prevalencia de homicidios con armas de fuego.
“Aunque los homicidios no han aumentado, el porcentaje de muertes por arma de fuego en Brasil sigue siendo muy elevado”, señaló. Según el informe del jueves, las armas de fuego fueron responsables del 77% de todos los homicidios del año pasado. Y Ricardo comentó que esta cifra es muy superior a la media mundial, que se sitúa en torno al 44%.
Al abordar otros ámbitos de la violencia, el informe señala que, si bien los homicidios disminuyeron, la violencia contra las mujeres aumentó y se registró un número récord de violaciones según la definición de la ley brasileña, que afectaron sobre todo a menores. La definición legal de violación en Brasil es más amplia que la de Estados Unidos y no requiere necesariamente que haya una penetración sexual.
En 2022 hubo casi 15.000 víctimas de violación, 8,2% más que el año anterior. Casi dos tercios de las víctimas eran niñas de 13 años o menos, según el informe. Los feminicidios subieron un 6% hasta sumar 1.437.
En Río de Janeiro, Roberto Camara ha sido testigo directo del aumento de la violencia contra las mujeres, y ofrece cursos de defensa personal a mujeres que han sufrido violencia doméstica.
Empezó con unas pocas alumnas y ahora da clases a hasta 60 mujeres al mes.
El jueves, siete de ellas asistieron a una de sus clases en una pequeña habitación del centro de Río. Algunas acudieron con sus hijos pequeños. La demanda “sigue creciendo”, dijo Camara a The Associated Press. “No puedo atender a todas. No tenemos la estructura para atender a tanta gente”.