La decadencia del centro de San Francisco es una llamada de atención para otras ciudades
SAN FRANCISCO (AP) — Jack Mogannam, gerente del bar Sam’s Cable Car Lounge en el centro de San Francisco, recuerda los días en que su negocio permanecía abierto hasta pasada la medianoche cada día y recibía tanta gente que se apretujaba en la calle, el tipo de clientes que saltan de bar en bar, miran los escaparates o simplemente disfrutan del aire nocturno.
Dice que la actividad de su negocio ha bajado un 30%. En consecuencia, tuvo que reducir drásticamente sus horas de operación debido a la caída del tráfico peatonal. Un letrero afuera de su negocio lee: “¡Necesitamos de tu apoyo!”.
Años atrás, “me paraba fuera de mi bar a las 10 p.m. y miraba: era como una fiesta en la calle”, recuerda Mogannam. “Ahora ves unas seis personas en la calle a ambos lados de la manzana. Es un pueblo fantasma”.
Después de un exilio de tres años detonado por la pandemia, y aunque la crisis de salud ya se desvaneció, las multitudes esperadas y el ambiente energizado del centro no han vuelto.
En las calles hay escaparates vacíos. En las ventanas cuelgan grandes letreros de cierres inminentes. Las cadenas Uniqlo, Nordstrom Rack y Anthropologie ya se fueron de la zona. El mes pasado, el propietario del Westfield San Francisco Center, parte fija del paisaje durante más de 20 años, dijo que cederá el centro comercial a su acreedor, citando una disminución de ventas y de tráfico peatonal. El propietario de dos imponentes hoteles, incluido uno de la cadena Hilton, hizo lo mismo.
En las farmacias del centro, el champú, el dentífrico y otros artículos de tocador ahora están bajo llave. Recientemente, unos ladrones armados asaltaron una tienda Gucci a plena luz del día.
San Francisco se ha vuelto el referente de cómo no deberían verse los centros urbanos: vacíos, plagados de delincuencia y en diversas etapas de decadencia. No obstante, es apenas una de las muchas ciudades de Estados Unidos cuyos centros enfrentan una llamada de atención postpandémica: diversificarse o morir.
A medida que la pandemia avanzaba a principios de 2020, expulsó a la gente de los centros de las ciudades e impulsó las compras y las comidas en restaurantes de los barrios residenciales y los suburbios cercanos, ya que los trabajadores se quedaron más cerca de casa. Esos hábitos parecen destinados a permanecer.
Y fuera del ámbito de los oficinistas, los centros de las ciudades deberían convertirse en destinos para las personas que quieren reunirse en cualquier momento las 24 horas del día, declara Richard Florida, especialista en planificación urbana de la Universidad de Toronto.
“Ya no son distritos comerciales centrales. Son centros de innovación, de entretenimiento, de recreación”, explica. “Cuanto más rápido los lugares se den cuenta de eso, mejor”.
Los datos confirman que el centro de San Francisco pasa por un momento más difícil que la mayoría. Un estudio de 63 centros de ciudades de América del Norte realizado por la Universidad de Toronto clasificó a la ciudad en el último lugar en el regreso a la actividad previa a la pandemia, con apenas el 32% de su tráfico de 2019.
Los ingresos hoteleros están estancados en el 73% de los niveles prepandémicos, la asistencia semanal a las oficinas permanece por debajo del 50% y los traslados en metro al trabajo en el centro de la ciudad están en el 33%, según un reciente informe económico de la ciudad.
La tasa de oficinas vacías en San Francisco fue del 24,8% en el primer trimestre, unas cinco veces más que los niveles previos a la pandemia y muy por encima de la tasa promedio del 18,5% en las 10 principales ciudades del país, según CBRE, una empresa de servicios inmobiliarios comerciales.
¿Por qué? San Francisco dependía mucho del turismo internacional y su fuerza laboral del sector tecnológico. Ambos prácticamente desaparecieron durante la pandemia.
Otras ciudades norteamericanas importantes, incluidas Portland y Seattle, que también dependen de los trabajadores tecnológicos, luchan con caídas similares, según el estudio de recuperación de los centros urbanos, que utilizó datos anónimos de teléfonos móviles para analizar los patrones de actividad desde antes de la pandemia hasta mayo de este año.
En Chicago, que ocupó el puesto 45 en el estudio, los principales minoristas como AT&T, Old Navy y Banana Republic en la franja de 13 manzanas conocida como Magnificent Mile cerraron o cerrarán pronto, ya que el tráfico peatonal de visitantes no se ha recuperado.
Y ciudades de la región del centro-norte de Estados Unidos, como Indianápolis y Cleveland, ya luchaban antes de la pandemia con centros urbanos disminuidos porque dependían de una sola rama de la economía para respaldarlos y carecían de industrias en auge como la tecnológica, explica Karen Chapple, directora de la Facultad de Urbanismo de la Universidad de Toronto y autora del estudio.
Los líderes de San Francisco se toman en serio la desaparición del centro de la ciudad. Los supervisores relajaron recientemente las reglas de zonificación del centro para permitir espacios de uso mixto: oficinas y servicios en los pisos superiores y entretenimiento y tiendas temporales en la planta baja. La legislación también ha reducido los trámites burocráticos para facilitar la conversión de espacios de oficinas existentes en viviendas.
El alcalde London Breed anunció recientemente que se destinarán 6 millones de dólares a fin de mejorar un tramo de tres cuadras donde da la vuelta el emblemático Cable Car (el tranvía impulsado por cables subterráneos), para mejorar la accesibilidad para los peatones y atraer negocios.
Sin embargo, Marc Benioff, director general de Salesforce, el empleador más grande de la ciudad e inquilino ancla en su rascacielos más alto, cree que el centro “nunca volverá a ser como antes” en alusión al traslado diario de trabajadores. Aconseja a Breed que convierta el espacio de oficinas en viviendas y contrate más policías para dar a los visitantes una sensación de seguridad.
“Necesitamos reequilibrar el centro”, agrega Benioff.
Traer viviendas al centro ha sido la clave del éxito en Baltimore y Salt Lake City, asegura Chapple.
Los expertos en bienes raíces también apuntan a las conversiones de espacios de oficinas a espacios de vivienda como un posible salvavidas. Ciudades como Nueva York y Pittsburgh ofrecen exenciones fiscales considerables para que las firmas inmobiliarias inviertan en dichas conversiones.
Pero para muchas ciudades, incluida San Francisco, se necesitará algo más que viviendas para que sus centros florezcan.
Daud Shuja, propietario y diseñador de Franco Uomo, una firma de prendas de lujo con sede en San José, dijo que los nuevos clientes que viven en San Francisco conducen al menos una hora hasta la tienda. Planea abrir una sucursal en un lugar más conveniente en los suburbios de Palo Alto el próximo año.
“Simplemente, no quieren lidiar con los indigentes, con el medio, con el ambiente”, asegura.
Sin embargo, los funcionarios de San Francisco dicen que el centro de la ciudad —que se extiende desde el Ayuntamiento hasta el paseo marítimo de los muelles de Embarcadero y abarca el Distrito Financiero y partes del barrio South of Market (SoMa)—, está en transición.
Gap, que inició en San Francisco en 1969, cerró sus tiendas insignia Gap y Old Navy cerca de Union Square. Pero la compañía no ha abandonado la ciudad por completo y ha planificado cuatro tiendas nuevas de sus principales marcas en su sede cerca del paseo marítimo y anticipa otras tiendas nuevas.
Marisa Rodriguez, directora general de Union Square Alliance (Alianza de Union Square), asegura que el tráfico peatonal está aumentando paulatinamente y que espera una temporada turística fuerte. Los ingresos por impuestos a restaurantes elegantes e informales, así como de hoteles y moteles, también aumentaron, apunta Ted Egan, economista en jefe de la ciudad, desafiando la narrativa de que San Francisco está sumida en un círculo vicioso fatal.
Además, los nuevos negocios de Union Square incluyen restaurantes de cocina fusión de lujo, un estudio de yoga Bikram que es el preferido de Jessica Alba y una tienda de zapatos deportivos raros. El área solo tiene que superar las dudas de los visitantes locales y nacionales debido a la prensa negativa, añade Rodriguez.
“Cuando estás haciendo planes para viajar y dices: ‘Siempre he querido ir a San Francisco, pero sigo leyendo todo esto’. Y en realidad, es hermosa. Está aquí para darte la bienvenida”, agrega. “Solo espero que el ruido se calme rápidamente”.
___
D’Innocenzio reportó desde Nueva York. El periodista de The Associated Press Michael Liedtke contribuyó a este reportaje.