Secuestro extorsivo, un delito que se multiplica y muta hacia la improvisación en Ecuador

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QUITO (AP) — La violencia e inseguridad instalada en Ecuador en los últimos dos años elevó las cifras de muertes violentas y el miedo en los ciudadanos, quienes lidian ahora también con una ola de secuestros extorsivos que ha superado en sólo medio año las cifras de todo 2022.

Uno de los casos más recientes fue el secuestro hace seis días de un empresario italiano en Guayaquil, cuya liberación se conoció el jueves.

El Ministerio del Interior ecuatoriano informó en un chat de periodistas que los captores enviaron un video y exigieron el pago de 300.000 dólares para su liberación. Agregó que, tras la identificación y neutralización de uno de los sospechosos, la noche del miércoles “se logra la liberación bajo presión policial”. El italiano fue abandonado en una vía de la Costa, desde donde él se movilizó en un taxi hasta su restaurante.

En el operativo de rescate del empresario, “uno de los sospechosos fue abatido”, señaló el ministro del Interior, Juan Zapata, en su cuenta de twitter.

Un día antes, otro empresario camaronero, también secuestrado en Guayaquil y que permaneció dos días retenido, fue liberado de sus captores.

La retención de una persona en contra de su voluntad y el requerimiento de un pago económico para su liberación repuntó en el primer semestre de este año a 54 casos y la liberación de 78 personas, cuando en el mismo periodo de 2022 fueron liberadas 15 personas en ocho operativos. En todo el año, fueron 41 personas rescatadas.

Las cifras entregadas por la Unidad Antisecuestros y Extorsión (UNASE) de la Policía Nacional ecuatoriana se multiplicaron por cinco y alcanzaron un nivel histórico.

La UNASE es una unidad especializada cuyo índice de efectividad ha sido del 99%, señaló su jefe de operaciones, Marco Custode. En ocasiones los delincuentes secuestran a más de una persona, aclaró. También se registraron 30 detenidos por el delito de secuestro extorsivo en 2022 y 102 este año.

De los casos registrados en este año, solo uno permanece activo.

El 16 de junio, en Santo Domingo de los Tsachilas, una mujer fue secuestrada mientras su esposo ingresaba en un vehículo al estacionamiento de su vivienda. Los ruegos del hombre, que quedaron registrados en las cámaras de seguridad, no importaron a los cinco captores que se llevaron a la mujer, que aún no ha sido localizada.

Marco Custode, jefe de operaciones de la unidad, reconoció que el secuestro y la extorsión tienen que ver con “la oportunidad” y “son fáciles de cometer”. Se requieren segundos para que el delincuente se lleve a una persona y, con intimidación, amenaza y agresión, genere un daño psicológico, dijo a The Associated Press.

Custode explicó que los ingresos provenientes del secuestro permiten a las bandas “mejorar delincuencialmente en armamento, estrategias, en logística ”, lo que lo acrecienta su incidencia.

La ejecución del secuestro extorsivo también ha cambiado en Ecuador. Antes respondía a un “esquema de delincuencia organizada”, con un estudio de la víctima y su situación económica, que permitía al grupo delictivo “pelear el requerimiento que está gestionando, hablamos de millones de dólares”, explicó el jefe de operaciones de la UNASE.

Ahora esta mutación, explicó Custode, “conlleva a que cualquier persona sea secuestrada solamente por la referencia que el delincuente crea”, acarreando un mayor nivel de peligrosidad.

Al pasar de ser un acto cometido únicamente por grupos de delincuencia organizada y ser perpetrado también por la delincuencia común, se corre el riesgo de que el delincuente no pueda solventar la presión psicológica, “de aguantar el tiempo y mantener a salvo a la víctima sin hacerle daño”, por lo que la pronta intervención es vital, dijo.

En algunos casos, la retención de la víctima está relacionada con el robo agravado de pertenencias, vehículo y dinero. Estos son de menor duración y se han denominado secuestros exprés, aunque en ellos no interviene la UNASE sino otras unidades investigativas de la policía, indicó.

A criterio del agente, otro factor que ha empujado el alza ha sido “una gran influencia de personas extranjeras que están engrosando la filas de la delincuencia común y organizada” y que difiere con las características de la delincuencia propia del país en niveles de agresividad, conocimiento y experiencia “en los delitos que hoy vivimos”.

El analista en temas de seguridad y catedrático del Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN), Diego Pérez, consideró que el motivo de fondo es que el Estado “ha perdido la capacidad de responder contundentemente ante este tipo de hechos”.

En un diálogo con AP aseveró que “los vacíos del Estado son tantos y tan graves” que son percibidos por las organizaciones criminales “como una gran oportunidad para actuar”. Así, en un contexto “débil”, el secuestro se vuelve una “eficiente forma de conseguir dinero… rápido y fácil”.

Pérez consideró riesgoso atar el incremento de la violencia con el fenómeno migratorio debido a que puede desatar una ola de xenofobia o estigmatización que se convierta en un “peligro efectivo” para las personas en movilidad.

Para Custode es necesario “cerrar las puertas” a los delincuentes “sin acceder al pago especialmente en las extorsiones y denunciando al delincuente a la policía para una intervención inmediata", concluyó.

Según un estudio del Instituto de Economía y Paz de 2023, Ecuador se ubica en el puesto 97 de 163 países en el mundo, en el índice global de paz, superado en peligrosidad por Colombia y Venezuela que ocupan el puesto 140 y Perú el 103, lo que lo ubica como uno de los menos pacíficos del mundo.

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