Prigozhin llega a Bielorrusia y Rusia no presentará cargos por motín
Yevgeny Prigozhin, dueño del ejército de mercenarios que ha librado algunas de las batallas más sangrientas de la invasión rusa a Ucrania, eludió un proceso penal tras su corta rebelión contra el Kremlin y llegó el martes a Bielorrusia.
El exilio en Bielorrusia del dueño del Grupo Wagner, de 62 años, fue parte de un acuerdo que puso fin al efímero motín armado en Rusia. El presidente Alexander Lukashenko confirmó que Prigozhin se encontraba en Bielorrusia y dijo que algunos de sus soldados podían permanecer en el país “por algún tiempo” a expensas suyas.
Prigozhin ha permanecido fuera de la vista pública desde el sábado, cuando saludó a sus simpatizantes desde un vehículo en la ciudad de Rostov, en el sur de Rusia. El lunes emitió un comunicado grabado en el que mostró un tono desafiante. Y la mañana del martes, un avión privado que se cree que le pertenece lo trasladó desde Rostov hacia una base aérea ubicada al suroeste de la capital bielorrusa, Minsk, según datos de FlightRadar24.
En tanto, Moscú dijo que se están realizando preparativos para que los soldados de Wagner que combaten en Ucrania, alrededor de 25.000 según Prigozhin, entreguen sus armas pesadas al ejército ruso. Prigozhin había dicho que estas medidas se estaban llevando a cabo antes de la fecha límite del 1 de julio para que sus combatientes firmaran contratos con el comando militar de Rusia, algo con lo que no estaba de acuerdo.
Además, las autoridades rusas anunciaron el martes el cierre de la investigación criminal sobre el levantamiento y no presentarán ningún cargo de rebelión armada en contra de Prigozhin o sus seguidores.
De cualquier forma, el presidente ruso Vladímir Putin pareció allanar el camino para presentar cargos por irregularidades financieras en contra de una organización afiliada propiedad de Prigozhin. Durante una reunión militar, Putin dijo que el Grupo Concord de Prigozhin recibió 80.000 millones de rublos (941 millones de dólares) como parte de un contrato para suministrar alimentos al ejército y que Wagner había recibido más de 86.000 millones de rublos (más de 1.000 millones de dólares) en el último año por cuestiones salariales y otros artículos.
“Espero que al hacerlo no se hayan robado nada, o no hayan robado mucho”, declaró Putin, añadiendo que las autoridades revisarán minuciosamente el contrato de Concord.
Durante años, Prigozhin ha gozado de lucrativos contratos con el gobierno de Rusia para proveer servicios de alimentos. La policía que allanó sus oficinas de San Petersburgo el sábado señaló que se encontraron 4.000 millones de rublos (48 millones de dólares) en camiones ubicados afuera de las instalaciones, según reportes de prensa que confirmó el jefe del grupo Wagner. Añadió que el dinero era para indemnizar a los familiares de los soldados.
Prigozhin y sus soldados pusieron fin a la revuelta el sábado, menos de 24 horas después de su inicio y poco después de que Putin pronunció un discurso en televisión nacional, en el que calificó de traidores a los líderes de la rebelión, a los que no identificó por su nombre.
El cargo de encabezar un motín armado podría haberse sancionado hasta con 20 años de cárcel. El hecho de que Prigozhin haya evitado un proceso penal contrasta con la manera en que Moscú suele tratar a sus detractores, incluidos aquellos que organizan protestas antigubernamentales en Rusia, en donde muchos opositores han recibido prolongadas sentencias en colonias penales particularmente estrictas.
Lukashenko dijo que algunos de los combatientes de Wagner se encuentran ahora en la región de Luhansk, la cual Rusia se anexó ilegalmente en septiembre pasado.
La serie de sorprendentes eventos en los últimos días representó la mayor amenaza hasta el momento al poder de Putin luego de 16 meses de guerra en Ucrania, y el mandatario reconoció nuevamente la amenaza el martes al decir que pudo haber resultado en una guerra civil.
Putin ha intentado proyectar estabilidad y demostrar su autoridad durante sus discursos de esta semana
Durante una ceremonia en el Kremlin, Putin bajó el martes de unas escaleras con alfombra roja en el Palacio de las Facetas, una construcción del siglo XV, para dirigirse a soldados y policías, a quienes agradeció por sus acciones para evitar la rebelión.
En un nuevo despliegue de cotidianeidad, la prensa rusa mostró al ministro de Defensa Serguéi Shoigu, con uniforme militar, cuando recibía a su homólogo cubano en una pomposa ceremonia. Prigozhin ha dicho que su objetivo era derrocar a Shoigu y a otros mandos militares, y no organizar un golpe en contra de Putin.
Lukashenko, quien ha gobernado Bielorrusia con mano de hierro durante 29 años gracias a los subsidios y apoyo de Rusia, calificó el levantamiento como el capítulo más reciente de una lucha entre Prigozhin y Shoigu. Dijo que mientras se desarrollaba la rebelión ordenó que las fuerzas armadas bielorrusas se prepararan para combate e instó a Putin a que no se apresurara en su respuesta, y mucho menos a permitir que el conflicto se saliera de control.
Lukashenko asegura que le dijo a Prigozhin que sería “aplastado como un insecto” si trataba de atacar Moscú, y le advirtió que el Kremlin nunca habría accedido a sus demandas.
Al igual que Putin, el gobernante bielorruso calificó la guerra en Ucrania como una amenaza existencial, asegurando que “si Rusia colapsa, todos pereceremos bajo los escombros”.
El portavoz del Kremlin Dmitry Peskov no reveló detalles sobre el acuerdo del Kremlin con Prigozhin y se limitó a decir que Putin otorgó “ciertas garantías” con el fin de evitar “el peor escenario”.
Cuando se le preguntó por qué se les permitió a los rebeldes acercarse a unos 200 kilómetros (125 millas) de Moscú sin enfrentar mucha resistencia, el jefe de la Guardia Nacional Viktor Zolotov dijo a la prensa: “Concentramos nuestras fuerzas más cerca de Moscú. Si las hubieramos extendido, habrían entrado como cuchillo en mantequilla”.
Zolotov, exguardaespaldas de Putin, dijo también que la Guardia Nacional no tiene tanques de combate y otras armas pesadas, y que ahora las tendrá.
Los mercenarios derribaron al menos seis helicópteros rusos y un avión militar de comunicaciones en su avance hacia Moscú, matando al menos a una docena de efectivos, según la prensa rusa. El Ministerio de Defensa no facilitó información sobre las bajas, pero Putin las mencionó el martes y les rindió homenaje con un minuto de silencio.
“Los pilotos, nuestros camaradas de combate, murieron al enfrentarse al motín”, dijo. “No flaquearon y cumplieron las órdenes y su deber militar con dignidad”.
Mientras la atención se centraba en las secuelas de la rebelión rusa, la guerra en Ucrania seguía cobrando víctimas.
Misiles rusos cayeron en Kramatorsk y en un pueblo cercano, en la región ucraniana de Donetsk, matando al menos a cuatro personas, entre ellas un niño, e hiriendo a 40 más, según informaron las autoridades.
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El periodista de Associated Press Yuras Karmanau, en Tallin, Estonia, contribuyó a este despacho.