Paraguay: hartazgo con corrupción, sostén de opositor Alegre
ASUNCIÓN (AP) — Cristina Barreto invita con simpatía a los transeúntes a sentarse en la mesa de madera de su puesto de comidas en el laberíntico mercado municipal de Asunción para saborear una rica sopa de pescado, plato típico de Paraguay.
Se gana la vida allí como tantos otros que se dedican a la venta callejera de ropa usada, hierbas medicinales, frutas y verduras, teléfonos móviles nuevos y robados y hasta réplicas de calzado deportivo de reconocidas marcas.
En ese espacio caótico se sintetizan muchas de las problemáticas que aquejan al país sudamericano: la informalidad laboral, la evasión impositiva y el contrabando.
Por estos días Barreto sirve los platos con un delantal partidario del candidato opositor a la presidencia de Paraguay en las elecciones del domingo, Efraín Alegre, un veterano político de carrera sobre quien están cifradas las esperanzas de los paraguayos que anhelan un cambio en su país.
“Sí o sí hay que dar el voto de confianza a la oposición”, afirmó la mujer de 60 años. “Mientras nosotros estamos cada vez peor, ellos (por los colorados) se adueñan del país”.
En su tercer intento por alcanzar la presidencia, Alegre captó la atención de los ciudadanos hastiados como Barreto con los casos de corrupción que salpican a figuras prominentes del oficialismo -entre ellos el expresidente y actual jefe del Partido Colorado, Horacio Cartes- con promesas de transparencia, austeridad y justicia independiente.
“Hoy el enemigo de la democracia en el Paraguay no es ningún partido, no es el Partido Colorado. Nosotros estamos enfrentando al dinero sucio, al dinero de la ilegalidad, al dinero del crimen organizado. Este dinero es el que hoy pone en peligro nuestra institucionalidad”, aseveró Alegre en una reciente entrevista con The Associated Press.
Cartes, al que compara con el famoso narcotraficante colombiano Pablo Escobar Gaviria, “compra fiscales, compra jueces y soborna a parlamentarios. No lo dice el candidato Efraín Alegre, lo dicen las investigaciones de la justicia internacional de los Estados Unidos, Brasil y Colombia”, indicó Alegre en referencia a las investigaciones abiertas contra el magnate en el exterior. “Por eso él no puede salir del Paraguay. Si Cartes sale del Paraguay, va preso”.
Estados Unidos declaró a Cartes “persona significativamente corrupta”. Según la acusación, el exmandatario incurrió “en actos de corrupción antes, durante y después de su mandato”. También denunció que cobró sobornos de Hezbollah, considerada por Estados Unidos una organización terrorista.
“La gente está procurando cambiar de sistema. Vamos a ver si con el voto se consigue algo”, comentó Aníbal Franco, de 88 años, quien repara zapatos en un pequeño puesto destartalado en una calle del mercado municipal. “Algo tiene que cambiar”, susurró.
El candidato opositor adelantó en el acto de cierre de su campaña el jueves que va a crear una oficina destinada a “recuperar el dinero de la corrupción” y estimó que el desfalco le cuesta a su país “seis millones de dólares al día, 2.000 millones de dólares por año”. No dijo cuál era la fuente de ese cálculo.
El dilema es si Alegre tiene espalda para hacerlo o sólo se trata de un eslogan de campaña.
Alegre, un abogado de 60 años, inició su actividad política en el epílogo de la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989) afiliándose al Partido Liberal Radical Auténtico, fundado a fines del siglo XIX al igual que el Colorado.
Fue diputado y senador hasta que se convirtió en ministro de Obras y Servicios Públicos del gobierno progresista del exobispo Fernando Lugo, el único hasta aquí que derrotó en las urnas al Partido Colorado en 2008.
Esa experiencia culminó anticipadamente en 2012 mediante un juicio político sospechado de irregularidades. Alegre, que tiempo antes se había alejado del gobierno, es señalado como uno de los impulsores de la destitución del entonces gobernante.
Una década después, Alegre -actual presidente del Partido Liberal- y Lugo limaron asperezas y volvieron a unirse en la Concertación para un Nuevo Paraguay, una coalición de fuerzas políticas y sociales heterogéneas, incluso colorados desencantados, que tienen en común el hartazgo con la conducción política del país.
Los analistas plantean que en caso de una victoria, Alegre deberá congeniar las demandas de las distintas corrientes del frente opositor con las expectativas de sus votantes, como la mujer del mercado.
“Hay gente que tiene una posición más conservadora, otras más progresista, otras de centro y acá lo que se necesita es liderazgo de concertación. Es lo que nosotros tenemos, un liderazgo de concertación hoy para ganar y un liderazgo de concertación para gobernar”, aseveró Alegre. “Tenemos que recuperar la justicia para la patria. De eso depende el gran salto del Paraguay hacia el desarrollo”.