Claves de investigación AP sobre un fatídico viaje migrante

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Claves de investigación AP sobre un fatídico viaje migrante
En esta combinación de imágenes se pueden ver las prendas de ropa que llevaban los migrantes muertos que aparecieron en una embarcación mauritana el 28 de mayo de 2021, mostradas en la comisaría de policía de Scarborough, en la isla de Tobago, en Trinidad y Tobago, el 21 de enero de 2022. La patera fue hallada por pescadores locales cuando navegaba a la deriva con 14 cadáveres y otros restos óseos en su interior. (AP Foto/Felipe Dana)

Durante casi dos años, The Associated Press reunió las piezas de un rompecabezas a lo largo de tres continentes para desentrañar la historia de una misteriosa embarcación mauritana y de las personas que llevó a la muerte cuando quedó a la deriva en el Océano Atlántico y apareció en la isla caribeña de Tobago el 28 de mayo de 2021.

Mauritania es un país grande y desértico en el noroeste de África, que está a unos 4.800 kilómetros (3.000 millas) de distancia de Tobago. La evidencia encontrada en la embarcación —y su estilo y color de típico cayuco mauritano—, sugirió que los muertos eran migrantes africanos que intentaban llegar a Europa pero se perdieron en el Atlántico.

A continuación, algunas de las claves de la investigación de la AP que incluyó entrevistas con docenas de familiares y amigos de los migrantes desaparecidos, autoridades y expertos forenses, además de documentación policial y pruebas de ADN:

—Se cree que 43 hombres jóvenes de Mauritania, Mali, Senegal y posiblemente de otras naciones de la región embarcaron en el cayuco 135 días antes. La AP ha identificado a 33 de ellos por su nombre.

—Partieron de la ciudad portuaria mauritana de Nuadibú en plena noche entre el 12 y el 13 de enero de 2021.

—Las prendas y las pruebas de ADN confirmaron la identificación de uno de los 14 cadáveres y de otros restos óseos hallados en Tobago, cerrando el círculo para una de las familias y allanando el camino para que otras hagan lo mismo.

LA RUTA ATLÁNTICA A EUROPA

En 2021, al menos siete embarcaciones que parecían proceder del noroeste de África aparecieron en las costas del Caribe y Brasil. Todas llevaban cadáveres.

Estas “barcas fantasma” —y probablemente muchas otras que han desaparecido— son en parte una consecuencia de años de esfuerzos y miles de millones de dólares gastados por Europa para frenar la migración irregular por el Mar Mediterráneo. Las medidas de las autoridades, junto con los problemas económicos generados por la pandemia y otros factores, empujaron a los migrantes a volver a tomar una travesía larga y mucho más peligrosa para llegar a Europa desde el noroeste de África a través de las Islas Canarias.

Las llegadas por la ruta del Atlántico pasaron de 2.687 en 2019 a más de 22.000 dos años después, según el Ministerio del Interior de España.

En 2021, al menos 1.109 personas murieron o desaparecieron al intentar llegar a Canarias, según la Organización Internacional para las Migraciones, un récord de fallecidos desde que existen registros. Pero se trata de una fracción del número real de fallecidos: los hombres del barco de Tobago, por ejemplo, no están incluidos en esta cifra.

Otras estimaciones son más altas. Caminando Fronteras, una organización española que trabaja por los derechos de los migrantes, registró más de 4.000 muertos o desaparecidos en la ruta del Atlántico en 2021, con al menos 20 embarcaciones desaparecidas tras partir de Mauritania.

RESPUESTAS PARA UNA FAMILIA

La falta de voluntad política y de recursos globales para identificar a los migrantes muertos y desaparecidos significa que las respuestas, incluso las parciales, son inusuales. Cada año, miles de familias se preguntan por el destino de seres queridos que dejaron sus hogares para irse a Europa. Pocos encuentran respuesta alguna vez.

May Sow buscaba desesperada información sobre su sobrino, Alassane Sow de Mali, desde su desaparición en la costa de Mauritania en enero de 2021. Desde su casa en Orléans, Francia, buscó en Internet cualquier rastro de él y llamó a gente en Europa y África en su intento por dar con él.

Alassane soñaba con reunirse con sus parientes franceses en Europa, con la esperanza de una vida mejor. Pero conseguir una visa parecía imposible. Su madre lo había intentado sin éxito ocho veces. Así que, como miles de migrantes africanos antes que él, se subió a un barco de contrabandistas rumbo a las Islas Canarias. Su familia no volvió a saber de él.

Tras meses de búsqueda, May encontró abundantes rumores y poca información concreta. Cada vez estaba más convencida de que su sobrino, y todos los que viajaban con él, se habían ahogado. Pero sin pruebas, su familia seguía en el limbo.

Casi había perdido la esperanza de encontrar a Alassane cuando una periodista de la AP se puso en contacto con ella en noviembre de 2021. Durante el año y medio siguientes, la AP siguió los pasos de Alassane y descubrió, a través de un celular hallado en Tobago, que había embarcado en ese cayuco. Su tía reconoció entonces una prenda de ropa que llevaba uno de los cadáveres recuperados en la embarcación.

Pero solo un test de ADN confirmaría que se trataba del cuerpo de Alassane y su familia podría enterrarlo.

Tras innumerables obstáculos, la familia Sow, con la intercesión de la AP, logró enviar una muestra de saliva de la madre de Alassane, en África, al Centro de Ciencias Forenses en Trinidad y Tobago.

Finamente, el 4 de octubre de 2022, 630 días después de la desaparición de su sobrino, May recibió un correo electrónico.

“Lamento informar que el resultado de compatibilidad de la muestra de ADN es positivo”.

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