Fotos AP: Imágenes inéditas de la guerra en Ucrania
Los fotógrafos que cubren la guerra en Ucrania han mostrado al mundo su desastroso coste una y otra vez: una mujer embarazada herida es trasladada en una camilla, un padre se despide a través de la ventana de un tren de su esposa y de su hijo que huyen, docenas de personas cobijadas bajo un puente roto.
Sin embargo, hay miles de imágenes descorazonadoras que el público nunca ha visto.
La tecnología digital ha hecho más sencillo que nunca tomar más fotos y distribuirlas en un instante, lo que obliga a los medios a ser aún más selectivos con lo que se publica. Los fotógrafos en Ucrania pueden tomar tantas fotos en una semana como habrían hecho en todo un año de otra guerra en Europa, la de Bosnia.
Algunas fotos se descartan porque la composición no encaja o el enfoque no es claro. Pero muchas imágenes potentes nunca llegan al público simplemente porque, bajo la presión constante de los plazos de entrega, se eligió otra en su lugar.
Esta es una selección de imágenes que The Associated Press no publicó cuando se tomaron. Meses más tarde, los fotógrafos han revisado su trabajo y escogido imágenes que creen merecen ser vistas.
NUEVO ENFOQUE
La imagen de Emilio Morenatti de una mujer acomodada llorando durante un bombardeo en Kiev al día siguiente de la invasión rusa materializó cómo la guerra había trastocado las vidas de millones de ucranianos.
Morenatti dijo que era la primera vez que asimilaba el peligro que podrían enfrentar los civiles en el conflicto.
“Esta mujer, ella está en shock como yo estoy en shock”, explicó.
En la imagen publicada el 25 de febrero de 2022, la mujer se ve sobrepasada por la emoción. En la nueva casi suplica. En cualquier caso, Morenatti cree que la primera imagen que envió era la adecuada para mostrar el caos del momento inmediato.
Muchas imágenes que no se publicaron muestran el momento anterior -o el posterior- a la instantánea que sí se transmitió al mundo. Meses más tarde y sin la sensación de urgencia de las noticias de última hora, algunos fotógrafos reconsideraron sus decisiones.
Natacha Pisarenko eligió en principio la imagen de un niño corriendo por un campo de flores junto a un edificio bombardeado. Ahora ha escogido otra en la que el niño se detiene. La primera muestra cómo en ocasiones, los niños parecen ajenos a los horrores que les rodean. La otra implica que hacen todo lo que pueden por comprenderlo.
“No me gusta esta idea de que nos acostumbramos a las cosas tan rápido”, dijo.
Varios fotógrafos sacaron imágenes de sus discos duros que se centraban en personas diferentes a las que habían destacado antes. Evgeniy Maloletka escogió una centrada en los médicos -y no en su paciente- forzados a atender a la gente en el pasillo de un hospital, por lo abarrotado que estaba el centro.
El día que siguió a voluntarios que ayudaban a gente a huir de sus casas, David Goldman escogió la foto de un anciano al que levantaban de su cama. Pero ahora ha encontrado otra en la que es la angustia de la esposa del hombre la que reclama atención.
“Lo que me llamó de su expresión es que casi está apelando al mundo exterior”, dijo.
ACERCAR O ALEJAR
Los fotoperiodistas tratan de escoger imágenes que resumen con claridad lo que han presenciado.
Muchas de las fotografías en esta selección son explícitas, y los fotógrafos que documentan la guerra se ven obligados constantemente a determinar cuán macabras pueden y deben ser sus imágenes. No quieren blanquear los horrores que ven, pero saben que una imagen muy violenta puede resultar contraproducente.
“A veces piensas que si envías algo demasiado fuerte, los lectores no mirarán”, dijo Bernat Armangué.
Él recuerda haber pensado en su día que una foto de una mujer que lloraba sobre su marido muerto era demasiado cruda. Pero meses más tarde agradeció la oportunidad de compartir de nuevo la historia de esa pareja.
A veces, mirar desde lejos es la mejor forma de ayudar a comprender.
La imagen de Morenatti que mostraba a gente huyendo se tomó con una lente de largo alcance, una herramienta que normalmente evita porque prefiere capturar las expresiones de la gente. En retrospectiva, es consciente de que la imagen sigue transmitiendo su desesperación. Imagina todas las cosas que no pudieron llevarse con ellos.
MOMENTOS PERDIDOS
En la carrera por conseguir que se publiquen sus imágenes, en ocasiones los fotógrafos no se dan cuenta de lo que tienen.
Cuando vuelven a ver su trabajo, “de pronto ves cosas que se vieron bloqueadas por el estado emocional en el que estaba uno cuando tomaba las fotos", dijo Vadim Ghirda.
En un principio, Felipe Dana envió otras tomas más amplias de una escena en la que se veía a una mujer herida en Járkiv. Al volver a sus archivos se dio cuenta por primera vez de que la mujer estaba al teléfono en una foto, un detalle que destacaba la emoción del momento. El enfoque más reducido también recalca la angustia en su rostro.
ALGO ESPANTOSO
Ghirda ha tomado muchas imágenes de muerte y destrucción, pero siempre intenta “mostrar a la gente situaciones espantosas sin demasiados detalles espantosos”. Una imagen de gente que huía de Kiev capturaba uno de los momentos de la guerra que más le afectaron, dijo Ghirda.
El empleo del movimiento borroso transmite la sensación de urgencia: el andén para subir a un tren a Leópolis, en el oeste de Ucrania y un lugar más seguro que la capital, cambió poco antes de la salida, y la gente entró en pánico mientras trataba de llegar a toda prisa al nuevo andén.
DEMASIADO SENSIBLE
Algunas fotos fueron reservadas en principio por los fotógrafos por cuestiones éticas o de seguridad, para evitar revelar la ubicación de un control de carretera o la identidad de un soldado herido.
En los primeros meses de la guerra, Efrem Lukatsky se vio conmocionado por la “crueldad salvaje sin sentido” que se producía ante sus ojos, a menudo perpetrada por soldados rusos. Los horrores documentados en sus imágenes de esa época le hicieron temer por su familia en Ucrania y le preocupaba que las fotografías pudieran angustiar a los familiares de las personas retratadas.
Ahora Lukatsky cree que no puede seguir reteniéndolas.
“La guerra real es diferente de lo que vemos en las películas, es un millón de veces más espantosa”, dijo.