EEUU: Dos veteranos que fueron deportados se naturalizan
SAN DIEGO (AP) — Después de combatir en Afganistán, el exsoldado del Ejército estadounidense Mauricio Hernández Mata regresó a casa con estrés postraumático, lo cual dice que a la larga lo llevó a tener problemas con las autoridades y a ser deportado a México, un país en el que no había vivido desde que era niño.
El miércoles, él y otro veterano que había sido deportado fueron juramentados ciudadanos estadounidenses en una ceremonia especial de naturalización en San Diego.
Los dos veteranos estaban entre 65 a los que se les permitió regresar a Estados Unidos durante el último año, parte de una medida del gobierno del presidente Joe Biden llamada Iniciativa para Miembros y Veteranos Inmigrantes del Ejército con el fin de compensar a inmigrantes que sirvieron en las fuerzas armadas de Estados Unidos y que a la larga fueron deportados.
Cientos de veteranos de las fuerzas armadas estadounidenses, entre ellos algunos que fueron acusados de crímenes como conducir alcoholizados o robo, han sido deportados a lo largo de los años en lo que activistas por los derechos de los inmigrantes y otros dicen es una sanción injusta para quienes empuñaron armas con el fin de defender al país. Muchos aún pasan apuros para encontrar ayuda jurídica que les permita poder regresar, de acuerdo con la Unión Americana de Libertades Civiles.
“Después de mi deportación, sí, nunca pensé que llegaría este día”, dijo Hernández, de 41 años, vestido con un traje y corbata negros luego de que le entregaran su certificado de ciudadanía estadounidense. “Definitivamente ha sido un camino largo. Me alegro de que nos hayan dado una segunda oportunidad, algo que debería tener cualquiera que haya nacido en Estados Unidos o combatido por Estados Unidos”.
Leonel Contreras, de 63 años, quien ingresó al Ejército de Estados Unidos a los 17 años y sirvió durante un año en 1976, también prestó juramento en la ceremonia.
“Me siento muy bendecido”, dijo Contreras, quien pudo regresar a Estados Unidos hace aproximadamente cuatro meses. “Me siento muy contento de estar de regreso en suelo estadounidense”.
Ambos hombres pasaron la última década viviendo en la ciudad fronteriza de Tijuana.
A Contreras lo deportaron rápidamente las autoridades estadounidenses de inmigración tras detenerlo en la barbería en la que trabajaba en National City, al sur de San Diego. Su vida cambió para siempre.
Siguió trabajando en Tijuana como barbero y, gracias a que hablaba inglés, encontró trabajo en centros de atención telefónica respondiendo preguntas de clientes de empresas estadounidenses. Pero no fue fácil.
Durante ese tiempo, sus dos hijos crecieron y ahora es abuelo. Con su certificado de ciudadanía estadounidense en mano, dijo que no mirará hacia atrás.
“Sólo quiero ir a todos los lugares que he soñado con ver, como el Gran Cañón y quizás el Monte Rushmore”, declaró.
Hernández dijo que fue deportado después de “acciones irreverentes y errores que cometí debido a mi estrés postraumático”, sin entrar en detalles. Pero señaló que, luego de que le permitieron regresar al país hace un año, estaba decidido a obtener su ciudadanía estadounidense para poder ir a un supermercado y no sentirse “atemorizado” de ser detenido y enviado de regreso a México.
Su hija de 7 años lo abrazó después de ser juramentado entre vítores de un grupo que incluía a más de una decena de veteranos de diversas ramas de las fuerzas armadas. Luego se volteó y besó a su esposa.
“Siempre he sido estadounidense, la diferencia es que ahora soy un ciudadano estadounidense y tengo todos los derechos que tiene cualquier ciudadano" nacido en Estados Unidos, dijo Hernandez ."Y para mí era importante tener esos derechos sólo para demostrar el punto. El punto es que cualquiera que esté dispuesto a dar su vida, su cordura y todo lo que le es querido por la libertad estadounidense, a la larga en un momento dado debería ser considerado un ciudadano estadounidense”.