Coincidencia de sismos hace que mexicanos teman a septiembre
CIUDAD DE MÉXICO (AP) — ”¡No, otra vez no! ¡Dios mío, no otra vez no!”, decían los padres de los niños que murieron cinco años atrás en una escuela que se desplomó durante el terremoto que azotó a la capital mexicana, mientras escuchaban el alerta sísmica y lloraban durante una misa en memoria de sus familiares que debió ser interrumpida por un nuevo sismo.
Eso fue lo que vivieron el lunes muchos mexicanos que incrédulos se resistían a creer que la historia se repetía y que volvía a temblar el mismo día como ocurrió en 1985 y 2017.
Así le pasó a Mari Sarmiento, un ama de casa de 67 años a quien el sismo de 7,6 grados que sacudió el lunes una docena de estados del occidente y centro de México la tomó por sorpresa mientras caminaba por un pasillo de un hospital del centro de la capital, adonde había acudido para una cita médica.
El sismo del lunes dejó dos muertos en Colima -sobre quienes cayeron encima sendas estructuras- y 10 heridos, nueve de ellos en ese mismo estado y otro en Michoacán, según el balance de la coordinadora nacional de Protección Civil, Laura Velázquez.
Además hubo daños en más de 220 edificios, incluidas una treintena de escuelas y otras tantas unidades sanitarias. La mayoría de las afectaciones fueron en los dos estados del Pacífico pero en Ciudad de México también quedaron dañados 20 edificios, aunque la mayoría de forma leve.
“Como en el hospital no se escuchó el alerta sísmica pensé que cuando nos mandaron a evacuar era un simulacro, pero luego cuando lo sentí vi que era verdad”, dijo Sarmiento al recordar que así le ocurrió en 2017 cuando luego de participar en un simulacro fue sorprendida por un fuerte sismo cuando estaba de compras en el Zócalo de la Ciudad de México.
“Ya los temblores no me asustan. Yo he pasado todos aquí”, confesó el ama de casa que admitió que duda que la fecha tenga algo que ver con los sismos.
La mañana del 19 de septiembre de 1985 México fue sacudido por un devastador sismo de 8,0 grados que afectó el centro, sur y occidente del país y dejó 9.500 muertos, severos daños en numerosas edificaciones y pérdidas estimadas en unos 4.000 millones de dólares. Hasta la fecha ha sido el más significativo y dañino en la historia contemporánea de México. El evento marcó tanto al país que el 19 de septiembre fue escogido para hacer simulacros y generar conciencia en la población.
Después de 32 años la historia volvió a repetirse la tarde del 19 de septiembre de 2017 cuando la capital mexicana y el centro del país se vieron estremecidos por un sismo de 7,1 grados que, al igual que el de este año, se produjo luego de un simulacro.
Aunque los especialistas descartan que exista alguna relación entre la fecha y los eventos sísmicos, para muchos mexicanos la cercanía del 19 de septiembre siempre genera temor. “Es algo muy raro, pero ya a muchos no les gusta ese día”, dijo Jorge Ornelas, un coordinador de un centro de llamadas telefónicas, al reconocer que desde que se inicia septiembre muchos de sus conocidos comienzan a expresar preocupación por un posible sismo.
“Alguna explicación debe haber porque siempre es el mismo el mismo día y la misma hora”, afirmó Ornelas, de 35 años, y agregó que “si seguimos con ese pensamiento de que cada 19 de septiembre va temblar, pues va a seguir pasando cada año, porque lo que uno piensa siempre se cumple”.
Pero la doctora Xyoli Pérez-Campos, investigadora del Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México, descartó que haya una razón física que pueda atribuirse a la coincidencia de los sismos y dijo a The Associated Press que el evento ocurrido el lunes fue consecuencia de una “interacción de la placa de Cocos con la placa de Norteamérica”, que también generó el sismo del 19 de septiembre de 1985.
México es un país altamente sísmico debido a que su territorio está distribuido en cinco placas: las de Norteamérica, el Pacífico, la Rivera, el Caribe y de Cocos.
“Las placas rompen cuando les toca romper. Ellas qué van a saber del calendario”, afirmó Pérez-Campos al insistir en que los eventos sísmicos no tienen que ver con las fechas.