Gran Bretaña y el mundo se despiden de Isabel II
LONDRES (AP) — Gran Bretaña y el mundo se despidieron el lunes de la reina Isabel II en un funeral de Estado que reunió a presidentes y reyes, príncipes y primeros ministros, y a una multitud que se congregó en las calles de Londres para honrar a una monarca cuyos 70 años de reinado definieron toda una época.
En un país conocido por la pompa y el boato, el primer funeral de Estado desde el de Winston Churchill fue un despliegue espectacular: Previo al servicio, una campana tocó 96 veces, una por minuto, por cada año de vida de Isabel. Después, 142 marineros de la Armada tiraron del carro de armas con el ataúd de Isabel hasta la Abadía de Westminster, donde los portadores del féretro lo llevaron al interior de la iglesia, donde unas 2.000 personas, desde líderes mundiales hasta trabajadores de salud se reunieron para recordarla.
Abundaban los adornos de Estado y de la monarquía: El féretro estaba cubierto con el Estandarte Real y sobre él se encontraba la Corona Imperial de Estado, que brillaba con casi 3.000 diamantes, y el orbe y el cetro del soberano.
Pero lo personal también estuvo presente: El féretro fue seguido en la iglesia por generaciones de descendientes de Isabel, incluidos el rey Carlos III, el heredero al trono, el príncipe Guillermo, y Jorge, de 9 años, que es el segundo en la línea de sucesión. En una corona de flores sobre el féretro, una nota manuscrita decía: “En amoroso y devoto recuerdo”, y estaba firmada como Carlos R, de Rex, o rey.
“Aquí, donde la reina Isabel se casó y fue coronada, nos reunimos desde todo el país, de la Mancomunidad y de las naciones del mundo, para llorar nuestra pérdida, para recordar su larga vida de servicio desinteresado y en segura confianza confiarla a la misericordia de Dios nuestro hacedor y redentor”, dijo el deán de la abadía medieval, David Hoyle.
El servicio concluyó con dos minutos de silencio guardados en todo el Reino Unido, tras los cuales los asistentes cantaron el himno nacional, ahora titulado “Dios salve al Rey”.
El día comenzó temprano, cuando las puertas del Westminster Hall, de 900 años de antigüedad, del Parlamento, se cerraron a los dolientes después de que cientos de miles de personas se hubieran presentado ante su féretro.
El lunes fue declarado feriado nacional en honor de Isabel, que falleció el 8 de septiembre, y cientos de miles de personas acudieron a Londres para presenciar el momento histórico. Los asistentes se agruparon en las aceras para ver cómo el ataúd recorría las calles de la capital tras el servicio religioso. Cuando la procesión pasó por el Palacio de Buckingham, la residencia oficial de la reina en la ciudad, el personal se quedó afuera, algunos haciendo reverencias.
Mark Elliott, de 53 años y que viajó a Londres desde el Distrito de los Lagos, en el norte de Inglaterra, con su mujer y sus dos hijos para ver la procesión, se levantó a la 1:30 de la madrugada para buscar un buen lugar cerca del palacio.
“Sé que no conocemos a la reina, pero ha sido nuestra jefa de Estado durante 70 años, te sientes como si la conocieras, te sientes como si fuera parte de la familia. Es algo conmovedor”, dijo.
Más gente se alineó en la ruta que siguió el coche fúnebre desde la capital hasta el Castillo de Windsor, y muchos arrojaron flores al convoy a su paso, algunas de las cuales descansaron sobre el vehículo. Millones de personas sintonizaron el funeral en directo por televisión, y multitudes acudieron a parques y espacios públicos de todo el Reino Unido para verlo en pantallas. Incluso el doodle de Google se tiñó de un respetuoso color negro por ese día.
El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, dijo en su sermón en el funeral que “pocos líderes reciben la efusión de amor que hemos visto” por Isabel.
Más tarde, durante la ceremonia de entierro en la Capilla de San Jorge, en los terrenos del Castillo de Windsor, la Corona Imperial de Estado y el orbe y el cetro de la soberana fueron retirados del ataúd y colocados en el altar, separando a la reina de su corona por última vez. A continuación, su féretro fue introducido en la bóveda real a través de una abertura en el suelo de la capilla.
Más tarde será enterrada junto a su marido, el príncipe Felipe, en un servicio familiar privado.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, todos los ex primeros ministros británicos vivos y la realeza europea asistieron al funeral.
En Japón, cuyo emperador Naruhito también asistió, varias personas tomaron cerveza y observaron el servicio en el pub británico The Aldgate, en el elegante barrio de Shibuya, en Tokio.
“La reina tuvo una trayectoria especialmente larga en un país que presume de una larga historia, por lo que merece un profundo respeto”, dijo el dentista Tomotaka Hosokawa.
En la víspera del funeral, Carlos emitió un mensaje de agradecimiento a la gente del Reino Unido y de todo el mundo, diciendo que él y su esposa Camila, la reina consorte, se han “conmovido más allá de toda medida” por el gran número de personas que han acudido a presentar sus respetos a la reina.
Jilly Fitzgerald, que estaba en Windsor, dijo que había un sentimiento de comunidad entre los dolientes mientras se preparaban para esperar horas para ver la procesión que llevaba el ataúd de la reina.
“Es bueno estar con toda la gente que siente lo mismo. Es como una gran familia porque todos sienten que... la reina era parte de su familia”, comentó.
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Kullab informó en Windsor, Inglaterra. Los periodistas de The Associated Press Sylvia Hui y Jill Lawless en Londres y David Keyton en Windsor, Inglaterra, contribuyeron a este despacho.