Leales de clérigo iraquí acatan su pedido y dejan las calles
BAGDAD (AP) — Los partidarios armados de un influyente clérigo iraquí que se enfrentaron a las fuerzas de seguridad en la capital comenzaron a retirarse de las calles el martes, restableciendo cierta calma tras una grave escalada de la crisis política que paraliza el país desde hace meses.
Después de dos días de disturbios mortales que provocaron temor de que la inestabilidad se extendiera por todo el país e incluso más allá, el clérigo Muqtada al-Sadr, de 48 años, pidió a sus seguidores que se retiraran del vecindario gubernamental de la capital, Bagdad, donde habían intercambiado fuego con las fuerzas de seguridad.
En cuestión de minutos, algunos cumplieron el llamado, desmantelando sus tiendas de campaña y saliendo del área conocida como la Zona Verde.
Los partidarios del clérigo empacaron sus pertenencias y los camiones se llevaron colchones. Montones de basura llenaban las calles y los escalones que conducen al edificio del Parlamento iraquí. Otros seguidores enrollaban alfombras y empacaban vasos de té y otros objetos de su sentada de cuatro semanas. Algunos colgaron de un árbol un retrato de al-Sadr en el que aparece saludando.
Por su parte, los militares iraquíes también anunciaron el levantamiento del toque de queda en todo el país, elevando las esperanzas de que remita la crisis inmediata, aunque el estancamiento político más amplio seguía sin resolverse. La decisión de al-Sadr de reducir las tensiones suscitó preguntas de cómo se tratarán asuntos pendientes entre los grupos rivales, como la disolución del Parlamento y la celebración de elecciones anticipadas.
Los manifestantes que apoyan a los rivales de al-Sadr también se retiraron de su mitin en las afueras de la zona gubernamental.
El gobierno de Irak ha estado estancado desde que el partido de al-Sadr ganó la mayor parte de los escaños en las elecciones parlamentarias de octubre, pero no los suficientes para asegurar un gobierno mayoritario. Eso condujo a meses de luchas políticas internas entre los seguidores chiíes de al-Sadr y sus rivales chiíes respaldados por Irán antes de que el lunes las cosas se volvieran violentas.
El caos estalló cuando al-Sadr anunció que renunciaría a la política —algo que muchos calificaron de una estratagema para obtener más influencia— y sus seguidores irrumpieron en la Zona Verde, que en su día fue el feudo del ejército estadounidense y que ahora alberga las oficinas del gobierno iraquí y embajadas. Al final traspasaron las puertas del palacio de gobierno, precipitándose a sus salones lujosos y pasillos de mármol.