Con estadounidense McElroy, el papa Francisco suma un aliado
Cuando el obispo de San Diego Robert McElroy reciba el sábado el sombrero rojo en el Vaticano, llevará al Colegio de Cardenales una fuerte lealtad al papa Francisco que a menudo lo enfrentó con la mayoría conservadora de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos.
McElroy, de 68 años, es el único estadounidense entre los 21 clérigos que serán admitidos como cardenales en una ceremonia en la Basílica de San Pedro. Fue elegido por encima de varios arzobispos estadounidenses de alto rango, incluidos dos de su propio estado: el conservador Salvatore Cordileone, de San Francisco, y José Gómez, presidente de la conferencia de obispos estadounidense.
McElroy fue uno de los pocos obispos estadounidenses que se preguntan por qué la conferencia insiste en describir el aborto como una prioridad “preeminente”. Repitiendo posturas del papa, se planteó por qué no se le da mayor prominencia a temas como la pobreza, la inmigración y el cambio climático.
“Las muertes causadas por el aborto son algo más inmediato, pero las muertes a largo plazo asociadas con el cambio climático serán mayores y comprometen el futuro de la humanidad”, afirmó McElroy en el 2020.
El reverendo James Martin, editor de la revista jesuita America, describe a McElroy como “uno de los principales intérpretes no solo de la visión del papa Francisco, sino también de la visión del Segundo Concilio Vaticano en Estados Unidos y, más básicamente, de la visión del Evangelio”.
“Ha sido un abanderado de los marginados, en la sociedad y en la iglesia”, señaló Martin en un email. “No sorprende que el Santo Padre lo haya seleccionado para este honor y que quiera que el futuro cardenal McElroy esté presente en el cónclave que elegirá al próximo papa”.
Chad Pecknold, profesor de teología de la Catholic University of America que ha criticado mucho a Francisco, dijo que McElroy “a menudo habla de los márgenes ideológicos” y que, por lo tanto, es un candidato apropiado para cardenal bajo el papado de Francisco.
“Pero, más que nada, su designación me recuerda que prelados de mayor jerarquía y más sustanciales como el arzobispo Cordileone y el arzobispo Gómez, una vez más, fueron pasados por alto”, manifestó Pecknold en un email.
McElroy ha sido uno de los pocos obispos de Estados Unidos que criticaron una campaña para excluir de la comunión a los políticos católicos que apoyan el derecho a abortar.
Eso es algo que puede tener “consecuencias muy destructivas”, escribió McElroy el año pasado. “La eucaristía está siendo usada como herramienta en una guerra política. Eso no debe hacerse”.
Cordileone, en cambio, dijo este año que no permitiría que la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi recibiese la comunión porque apoya el derecho al aborto.
El año pasado McElroy fue parte de un pequeño grupo de obispos que firmaron una declaración apoyando a los jóvenes LGBTQ y criticando el hostigamiento de que a menudo son víctimas.
Los obispos dijeron que los jóvenes LGBTQ intentan suicidarse en porcentajes mucho más altos que el resto de la población, a menudo quedan en la calle porque sus familias los rechazan y registran “índices alarmantes de actos de violencia”.
“Estamos con ustedes y nos oponemos a toda forma de violencia, de bullying o de hostigamiento en su contra”, dijo la declaración. “Sobre todo, sabemos que Dios los creó, que Dios los ama y que Dios está de su lado”.
McElroy obtuvo un bachelor de historia en la universidad de Harvard en 1975 y un master de historia en Stanford en 1976.
Estudió en el Seminario de San Patricio en Menlo Park (California) y en 1985 completó la carrera de teología en la Jesuit School of Theology de Berkeley.
Sacó un doctorado en teología moral en la Universidad Gregoriana de Roma al año siguiente y un doctorado en ciencias políticas en Stanford en 1989.
Tomó los hábitos en 1980 y fue asignado a la arquidiócesis de San Francisco, donde sirvió en una parroquia antes de pasar a ser secretario personal del arzobispo John Quinn. Sirvió también en parroquias californianas de Redwood City y San Mateo. En el 2010 fue nombrado obispo auxiliar de San Francisco y cinco años después, ya bajo el pontificado de Francisco, fue nombrado obispo de San Diego. Los últimos tres años fue presidente de la conferencia de obispos de California.
Monseñor Stephen Doktorczyk, vicario general de la diócesis de Orange, dijo que McElroy tiene grandes dotes de líder.
“Una cosa que respeto sobre él es que, si bien confía en las posturas que adopta, escucha a los demás y entabla un diálogo con quienes tienen puntos de vista distintos”, señaló Doktorczyk.
Allan Figueroa Deck, profesor de teología pastoral de la Loyola Marymount University, opinó que la designación de McElroy conlleva un “claro mensaje” del papa acerca del rumbo que quiere darle a la iglesia.
McElroy, sostuvo, “comprende y se toma en serio lo que dice el papa Francisco cuando habla de un ‘cambio de época’ y del reto de encontrar mejores modelos, un estilo más efectivo e inclusivo para la iglesia”.
“Aborda temas candentes como la atención pastoral a las personas de la comunidad LGBTQ y el aborto con equilibrio y prudencia”.
El activista católico conservador Michael Hichborn, del Instituto Lepanto, ha criticado con frecuencia a McElroy por cosas como su apoyo a la Asociación de Sacerdotes Católicos de Estados Unidos, una organización más bien liberal cuyas prioridades incluyen la expansión del papel de la mujer y la creación de “parroquias sin curas”, que podrían ser supervisadas por personas laicas, en un esfuerzo por combatir la escasez de sacerdotes.
El ascenso de McElroy “es un indicio del deseo del papa Francisco de casar a la iglesia con el mundo”, manifestó Hichborn en un email. “No puede haber dudas de que McElroy es hoy un modelo del tipo de cura, obispo y cardenal que el papa Francisco desea para el futuro de la iglesia”.
La diócesis de San Diego abarca la frontera californiana con México y sirve a 1,3 millones de católicos de los condados de San Diego e Imperial. Cuenta con 98 parroquias, 49 escuelas primarias y secundarias y, a través de las Caridades Católicas de la diócesis de San Diego, varios servicios sociales y organizaciones de apoyo a la familia.
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