Reseña: "Thirteen Lives" se pierde en historia de rescate
Hace 27 años, “Apollo 13” ("Apolo 13") de Ron Howard rindió homenaje a los hombres con los atributos correctos: valor silencioso y dignidad bajo presión. Ahora, el director retoma ese número mágico para una historia de rescate similar, cambiando la inmensidad del espacio por las profundidades del subsuelo.
“Thirteen Lives” ("13 vidas") es una dramatización de lo que sucedió en julio de 2018 cuando 12 niños y su entrenador de fútbol quedaron atrapados en una cueva de piedra caliza inundada en Tailandia durante varias semanas. Al igual que en su película espacial, se requerirá de mucho trabajo e improvisación sobre la marcha para sacarlos de apuros.
Este rescate en una cueva en particular es alimento natural para el drama: un grupo de aficionados al buceo en cuevas de Europa junto con SEALS de la Armada de Tailandia y cientos de granjeros, ingenieros y ayudantes se unieron para lograr un final feliz — todos los niños y su entrenador sobrevivieron. (Ese es un spoiler si has estado literalmente en una cueva los últimos cuatro años). “Thirteen Lives” estará disponible el viernes en Prime Video.
Ya ha habido un excelente documental: “The Rescue” (“Rescate en las profundidades”), de los cineastas E. Chai Vasarhelyi y Jimmy Chin, ganadores del Oscar por “Free Solo”. Para este filme utilizaron imágenes del rescate tomadas por cámaras corporales. También hay una miniserie de seis capítulos de Netflix que debuta en septiembre.
Cada una de estas producciones tiene un enfoque: “The Rescue” explora cómo dos hombres británicos de mediana edad algo extraños se convirtieron en el centro de la operación, y la serie de Netflix contará la historia desde la perspectiva de los niños atrapados.
Howard y el guionista William Nicholson han ampliado admirablemente el alcance para incluirlo todo, desde las familias angustiadas y las figuras religiosas hasta el gobernador, además de cómo un ingeniero ayudó en el esfuerzo de rescate al desviar la lluvia de la cueva y los campesinos sacrificaron sus cultivos para la inundación.
El efecto general es una historia más inclusiva, sin un salvador blanco y genial; pero el costo es un aplanamiento de la narrativa. Hay focos de héroes difusivos por todas partes — ningún tipo malo, a menos que quieras culpar a la lluvia — y eso significa una falta de tensión o arco dramático. No llega a enfocarse realmente ni en los buzos ni en los niños, los funcionarios del gobierno, las familias o los voluntarios, que permanecen tan turbios como los kilómetros (millas) de cueva sumergida.
También hay algunos diálogos torpes y una hollywoodización tonta, como el uso intensivo de violonchelos cuando las cosas se ponen dramáticas y la aparición de ambulancias en cámara lenta. “Esta podría ser una noche larga”, dice el gobernador en voz alta al comienzo de la crisis, una frase que es poco probable que se haya pronunciado en ese momento. Y las estrellas de cine internacionales Viggo Mortensen, Joel Edgerton y Colin Farrell se esfuerzan por ser entusiastas de las cuevas sin glamour que comen galletas.
“No tengo ningún interés en morir”, anuncia Mortensen en un diálogo que podría ser sacado del Universo Cinematográfico de Marvel. Farrell tiene el suyo: cuando los rescatistas debaten varias soluciones de rescate, él opina: “Loco es mejor que nada, y no tenemos nada”.
La película mejora una vez que los espectadores se sumergen en la caverna inundada y Howard puede confiar en la diseñadora de producción Molly Hughes y el director de fotografía Sayombhu Mukdeeprom. Aquí se puede escuchar el silbido de los respiradores, el golpeteo de los cilindros de metal en la roca y los buzos avanzando por espacios reducidos con una cámara increíblemente cerca. Gran parte de la película se rodó en Australia, no en Tailandia.
El corazón de la película es la idea bastante loca y brillante de drogar fuertemente a los niños antes de sacarlos, esencialmente convirtiendo a cada uno en un peso inerte y flexible para ser jalados y frecuentemente vueltos a sedar durante las varias horas dedicadas a extraerlos de la cueva. “Son paquetes y nosotros solo somos los repartidores”, dice un rescatista.
Esa búsqueda de soluciones improvisadas significa la diferencia entre la vida y la muerte y también es lo que mantuvo animada “Apollo 13” de Howard. Desafortunadamente, esta vez bajo tierra, solo parece ser el repartidor. Nuestro consejo: vean el documental en su lugar.
“Thirteen Lives”, un estreno de Metro Goldwyn Mayer Pictures, tiene una clasificación PG-13 (que advierte a los padres que podría ser inapropiada para menores de 13 años) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por “algo de lenguaje fuerte e imágenes inquietantes”. Duración: 147 minutos. Dos estrellas de cuatro.
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Mark Kennedy está en Twitter como http://twitter.com/KennedyTwits.