Moscú y Kiev se acusan de ataque a penal con reos ucranianos
KIEV, Ucrania (AP) — Rusia y Ucrania se acusaron mutuamente el viernes de cañonear una prisión en una región separatista del este de Ucrania, un ataque en el que supuestamente murieron decenas de prisioneros de guerra ucranianos capturados tras la caída de Mariúpol, la ciudad en la que las tropas resistieron célebremente un asedio ruso de un mes de duración.
Ambas partes dijeron que el ataque fue premeditado, con el objetivo de encubrir atrocidades.
Moscú acusó a Ucrania de haber empleado los lanzamisiles HIMARS proporcionados por Estados Unidos en el ataque a la cárcel de Olenivka, en la región de Donetsk, que está controlada por Rusia. Funcionarios rusos y de las autoridades separatistas de la provincia aseguraron que el ataque dejó 53 prisioneros de guerra ucranianos muertos y otros 75 heridos.
Moscú abrió una investigación sobre el ataque, enviando al lugar un equipo del Comité de Investigación de Rusia, la principal agencia de investigación penal del país. La agencia estatal RIA Novosti informó de que en el lugar se encontraron fragmentos de cohetes de precisión HIMARS suministrados por Estados Unidos.
El ejército ucraniano negó haber perpetrado ataques con misiles o artillería contra Olenivka e insistió en que no bombardea zonas civiles y únicamente se centra en objetivos militares rusos. Además, acusó a las fuerzas rusas de atacar intencionalmente la prisión para acusar a Kiev de crímenes de guerra y encubrir torturas y ejecuciones llevadas a cabo allí.
Un asesor del presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, describió el cañoneo como “un asesinato en masa deliberado, cínico y calculado de prisioneros ucranianos”.
Ninguna de las dos versiones pudo verificarse de forma independiente.
Un video grabado por The Associated Press mostró bastidores de camas calcinados entre los escombros de las barracas, además de cadáveres quemados y hojas de metal colgando del techo destruido. El video incluyó además cadáveres yaciendo juntos en la tierra junto a una cerca de alambre de púas y presuntos fragmentos de cohete en un banco de madera.
Denis Pushilin, un líder separatista respaldado por Moscú, dijo que en el penal había 193 reclusos, pero no indicó cuántos de ellos eran prisioneros de guerra ucranianos.
El subcomandante de las fuerzas prorrusas en Donetsk, Eduard Basurin, insinuó que Ucrania decidió atacar la prisión para impedir que los cautivos revelaran información militar clave.
Ucrania “sabía exactamente dónde estaban detenidos y en cuál parte”, aseguró. “Luego de que los prisioneros de guerra ucranianos comenzaron a hablar de los crímenes que habían cometido y las órdenes que recibieron de Kiev, los líderes políticos de Ucrania tomaron una decisión: atacar el lugar”, afirmó.
El asesor presidencial ucraniano Mykhailo Podolyak pidió una “investigación estricta” del ataque y llamó a Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales a condenarlo. Dijo que los rusos habían transferido a algunos prisioneros ucranianos a las barracas apenas días antes del ataque, insinuando que fue un paso planeado.
“El propósito es desacreditar a Ucrania ante sus socios e interrumpir el suministro de armas”, dijo en Twitter.
Funcionarios ucranianos alegaron que el ruso Grupo Wagner, mercenarios que Rusia ha utilizado en otros conflictos armados y, al parecer, en otros lugares de Ucrania, llevó a cabo el asalto.
La agencia ucraniana de inteligencia SBU dijo en un comunicado que había interceptado llamadas telefónicas que indican que las fuerzas rusas podrían haber colocado explosivos en la prisión.
“En particular, ninguno de los testigos escuchó misiles volando hacia el penal. No hubo el silbido característico y las explosiones ocurrieron por sí mismas”, agregó el texto.
Además, un video en internet mostraba que las ventanas quedaron intactas en algunas partes del penal, de acuerdo con SBU. Eso “indica que el epicentro de la explosión fue dentro del edificio destruido y sus muros parecen haber recibido el impacto de las ondas expansivas, protegiendo algunas de las habitaciones adyacentes”.
Un portavoz del Ministerio de Defensa ruso, el teniente general Igor Konashenkov, describió el ataque como una “provocación sangrienta” que buscaba disuadir a los soldados ucranianos de rendirse. También afirmó que se utilizaron cohetes HIMARS suministrados por Estados Unidos, y dijo que entre los heridos había ocho guardias.