Reseña: Soledad y esperanza son etéreas en “A Love Song”
Las primeras escenas de “A Love Song” son una señal del resto de la película: flores y arbustos obstinados que se abren paso entre la tierra seca y pedregosa en el suroeste de Colorado. Son bellezas rudas que han pasado por mucho y, sin embargo, son cautivadoras en su crudeza.
La película de Max Walker-Silverman también tiene una belleza singular, delicada y a la vez fuerte y tenaz. Explora el tiempo, el amor y la naturaleza. Aunque tiene una clasificación PG (apta para niños), “A Love Song” es una película bastante adulta, quieta, pausada y muy, muy contenida. Quizá requiera que el espectador vuelva a aprender a ser paciente en medio de las ofertas rivales de Marvel que acaparan la taquilla cinematográfica estos días.
Dale Dickey, de “Winter’s Bone” (“Invierno profundo”) interpreta a una mujer madura que lleva un remolque a un sitio para acampar junto a un lago, pesca cangrejos de río para comer y mira esperanzada cuando alguien se acerca. Está claramente esperando por alguien y se pasa el tiempo estudiando las estrellas y los pájaros.
Walker-Silverman, quien también escribió el guion — que literalmente podría caber en unas pocas fichas de biblioteca — mantiene los motivos y antecedentes de los personajes sin aclarar hasta que se revelan, dejando grandes porciones de la trama tácitas.
Dickey está absolutamente a la altura del desafío. De alguna manera comunica anhelo y soledad mientras se mantiene ocupada con la vida cotidiana, apegándose a una rutina, aunque también parece querer romperla algún día. Cada vez que escucha un auto en el camino de grava, se alborota el cabello como una colegiala.
Un día aparece un hombre con un ramo de flores de aspecto duro, que también se arregla nerviosamente el cabello. Es Wes Studi interpretando a un posible amante perdido del 10mo grado. ¿Podrían surgir chispas décadas después?
“Me pregunto si todavía puedes amar algo que ya no está ahí”, pregunta ella. Él le responde: “Yo sé que tú puedes. ¿No es así?”.
Sería grosero revelar todos los detalles, pero Walker-Silverman centra su mira en una humanidad absolutamente conmovedora. Mientras espera por su hombre, nuestra heroína visita a otra pareja de campamento, Michelle Wilson y Benja K. Thomas, quienes están peleados. Incluso el cartero tiene algunos momentos bastante conmovedores. El cineasta tiene una tendencia a hacer que cada palabra quede suspendida en el aire de manera importante, pues hay muy pocas.
Lo único que parece desequilibrar la película es la aparición y reaparición de una niña demasiado amable y sus cuatro hermanos mayores que no hablan. Hay algo ligeramente surrealista, un poco estilo Wes Anderson, sobre ellos. No funcionan como humor seco; amenazan a esta pieza sublime.
El título deriva de la tendencia de la heroína a encender su radio de transistores y cambiar la frecuencia para dejar que el destino le envíe un mensaje por las ondas radiales.
“Siempre toca la canción perfecta, incluso si en el momento no estás segura por qué”, dice. La banda sonora incluye “Be Kind To Me” de Michael Hurley, “The Man Who Walks Alone” de Dick Flood y “Slip Slide One By” de Valerie June.
Como espectador, podrías salir del cine con menos preguntas que cuando llegaste y eso es refrescante. Walker-Silverman no está interesado en ponerle moños bonitos a las cosas, demasiadas historias pasadas o sentimentalismo. Así es como se ve el amor con arrugas y dolor, pero también con sol y alegría: supera los momentos duros de la vida y florece con nuevas posibilidades.
“A Love Song”, un estreno de Bleeker Street, tiene una clasificación PG (que sugiere cierta orientación de los padres) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) “por algunos elementos temáticos”. Duración: 81 minutos. Tres estrellas de cuatro.
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En internet: https://bleeckerstreetmedia.com
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Mark Kennedy está en Twitter como http://twitter.com/KennedyTwits