California aprueba fondos para combatir la pobreza infantil
SACRAMENTO, California, EE.UU. (AP) — La crianza de los hijos —esa larga cadena de decisiones que, si todo sale bien, conduce al desarrollo de un adulto íntegro— siempre fue un poco menos estresante para Laura Guerra porque su marido, Rigo, estaba “totalmente comprometido” en apoyar a su hija, Emilia.
Pero Rigo murió de COVID-19 en la víspera de la Navidad de 2020, solo en una habitación de hospital mientras Guerra miraba impotente al otro lado de una ventana. Desde entonces quedó prácticamente sola en la crianza de su hija, ahora de 2 años, y su mente no ha dejado de correr.
“Constantemente estoy pensando", comentó Guerra. “Cada decisión que tomo, si tomo la decisión equivocada, ella va a sufrir por ello. Y eso me asusta muchísimo”.
Ahora California está utilizando parte de su superávit presupuestario récord para ayudar a apaciguar la mente de Guerra y de otros como ella. El mes pasado, California se convirtió en el primer estado en comprometerse a crear fondos fiduciarios para los niños que han perdido a uno de sus padres o a su cuidador a causa de la pandemia.
El dinero —100 millones de dólares en total— se destinará a cuentas bancarias que generan intereses para los niños de familias con bajos ingresos que hayan perdido a uno de sus padres a causa del COVID y para los niños que estén en el sistema de acogida del estado. Los legisladores estatales no han decidido cuánto dinero recibirá cada niño, pero una de las primeras propuestas daría a los más pequeños 4.000 dólares y a los mayores 8.000 dólares. Eso sería suficiente para financiar a unos 16.000 niños, que podrían disponer del dinero una vez que sean adultos.
“Como madre, esto me devuelve un poco de esa seguridad”, dijo Guerra, que ha estado abogando por los fondos fiduciarios como miembro del grupo activista COVID Survivors for Change. “No quiero que siga siendo una víctima de este virus para siempre”.
Los primeros bonos de ahorro de Estados Unidos se introdujeron en la década de 1930 con el fin de recaudar dinero para el gobierno y darles a los estadounidenses de a pie la oportunidad de invertir. Esos bonos recibieron el apodo de “bonos para bebés”, porque los padres solían comprarlos para sus hijos.
Estos bonos para bebés de hoy en día son diferentes porque, en lugar de que los padres los adquieran, el gobierno da el dinero a los niños de familias con bajos ingresos de forma gratuita. Los defensores de esta idea han dicho que es una forma de ayudar a cerrar la brecha racial de riqueza entre las familias blancas y las de las minorías, que en gran medida fueron excluidas de los programas federales de creación de riqueza durante la Gran Depresión.
Hillary Clinton incluyó brevemente una propuesta de bonos para bebés en su plataforma de campaña presidencial de 2008, y el senador federal Cory Booker presentó un proyecto de ley de bonos para bebés en el Congreso que aún no ha sido aprobado.
El Ayuntamiento de Washington D.C. aprobó un programa de bonos para bebés en 2021, comprometiéndose a dar a los niños con bajos ingresos 500 dólares más 1.000 dólares adicionales cada año que sus padres permanezcan por debajo de un determinado nivel de ingresos. El año pasado, Connecticut fue el primer estado en aprobar un programa de bonos para bebés a nivel estatal, aunque todavía no ha sido financiado.
La idea es similar a la de los programas de renta garantizada, que dan dinero en efectivo a las personas con bajos ingresos cada mes sin restricciones en cuanto a su uso. California cuenta con varios programas de este tipo a nivel local, siguiendo el modelo de un destacado proyecto de demostración en la ciudad de Stockton puesto en marcha hace tres años.
Mientras que los programas de renta garantizada tratan de ayudar a la gente con los gastos a corto plazo, los bonos para bebés son para el futuro. Los niños no podrían tocar el dinero hasta llegar a la edad adulta. Durante ese tiempo, los fondos crecerían cobrando los intereses de un banco.
La cantidad de dinero que recibirán los niños dependerá del tiempo que crezca la cuenta. En el caso de los más pequeños, los activistas esperan que tendrán entre 20.000 y 40.000 dólares cuando sean adultos.