"Fico" Gutiérrez, una derecha que busca perdurar en Colombia
BOGOTÁ (AP) — Cuando los ladrones emprendieron la huida en motocicletas fueron captados por la cámara de un ciudadano. La noticia rápidamente escaló en redes sociales y Federico Gutiérrez, como alcalde, decidió encargarse personalmente del operativo hasta la madrugada.
Con la persecución en tiempo real, Gutiérrez se ganó entre algunos sectores el apodo de “Sheriff”, una figura policial que en Colombia no existe. Su empeño por la seguridad fue su bandera como alcalde de Medellín (2016-2019) y lo sigue siendo ahora que aspira a la presidencia de Colombia. “Duro con los criminales, suave con las personas”, suele decir en sus discursos.
Ese enfoque cala entre los más conservadores. Desde la primera fila y a la espera de la llegada del candidato a un acto de campaña cerca a Bogotá, el exmilitar José Hermes Páramo, recalca que Gutiérrez o “Fico”, como más lo conocen, es justo lo que necesita Colombia: alguien “capaz de tener mano dura contra todos los criminales como lo hizo (Álvaro) Uribe”, quien gobernó entre 2002 y 2010.
En un ambiente tenso y polarizado, las elecciones presidenciales del 29 de mayo tienen antagonistas. Los dos candidatos punteros, según las encuestas, representan dos orillas distintas: Gutiérrez, como candidato de la coalición de la derecha, y el exrebelde Gustavo Petro, de la izquierda.
“Luchamos por la libertad y la democracia y no vamos a permitir que un exguerrillero como Petro vaya a tomarse el poder. En cambio, ‘Fico’ es del pueblo y tenemos confianza en él”, aseguró Páramo, de 79 años, a The Associated Press.
Gutiérrez, el candidato más joven de la baraja con 47 años, se presenta como un político independiente, fresco y cercano a la gente. Dice que de llegar a la presidencia gobernaría vistiendo camisas y jeans. “Él es muy auténtico, con todo el mundo es igual. ‘Fico’ era como el líder de la manada, porque siempre ha sido muy carismático”, dijo a la AP Juan David Londoño, amigo desde la infancia.
Aunque inscribió su candidatura con firmas de ciudadanos, ha recibido apoyos de varios de los partidos más tradicionales del país, como el Liberal y el Conservador, y de los expresidentes César Gaviria, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, padrino político del actual presidente Iván Duque.
“En el imaginario colectivo sí lo asocian con Duque. Sus opositores lo ven como el continuismo y es difícil porque es una asociación con el gobierno de turno que tiene los niveles más bajos de popularidad”, explicó a la AP Paola Montilla, doctora en Ciencia Política y docente de la Universidad Externado de Colombia.
El gobierno Duque tuvo dos grandes coyunturas que lo afectaron en percepción. Por un lado, lidió con la pandemia y la crisis sanitaria y económica que ocasionó. Por el otro, el inconformismo con sus políticas de gobierno convocó a miles a las calles por más de dos meses en el estallido social más grande de los últimos años, que dejó cuestionamientos sobre su policía al ser señalada por Naciones Unidas y Human Rights Watch de estar presuntamente vinculada con la muerte de al menos 28 manifestantes.
La derecha, a la que Gutiérrez representa por haber ganado en una consulta entre partidos para escoger un candidato único en marzo, enfrenta el reto latente de mantenerse en el poder pese a las críticas del gobierno Duque. La analista Montilla ve además que la figura de Uribe, quien ha sido uno de los políticos más influyentes de la historia reciente en el país, está desgastada, aunque no ha desaparecido. En parte, porque Uribe enfrenta un proceso judicial por presunto fraude procesal y soborno a testigos que lo ha tenido en medio de la campaña en audiencias judiciales.
“No hay continuidad de nada, lo que funcione lo dejamos; lo que no, lo vamos a cambiar… yo no represento ningún gobierno acá”, dijo Gutiérrez en un debate presidencial organizado por el periódico El Tiempo y la Revista Semana a una semana de las elecciones.
Su primer intento por llegar a la presidencia es también su salto a la política nacional. Gutiérrez inició su vida política en su natal Medellín cuando era un joven estudiante de Ingeniería Civil al participar en el movimiento Universitarios Haciendo Nación, fundado en 1997 para luchar contra la corrupción.
Terminó su carrera universitaria, pero la ejerció poco, cuenta su amigo Londoño. Muy joven, a los 28 años, fue electo concejal de su ciudad en 2004 y reelegido en el siguiente periodo de cuatro años. Luego, en 2011, se lanzó a la alcaldía de Medellín sin éxito. Pero con la experiencia ganada repitió su aspiración en 2015 con un movimiento independiente y resultó vencedor.
La fiscalía descubrió que desde la cárcel se estaba fraguando un plan para atentar contra el alcalde en 2017 por su persecución contra las estructuras delictivas. “Ha sido muy osado, no tiene temor. Él dice que si él es la persona que tiene el orden en la ciudad, cómo va a permitir que otras personas lo tengan”, aseguró su amigo Londoño, pediatra de profesión.
Sus críticos, en cambio, no consideran que su estrategia de seguridad funcionara en Medellín. Luz María Múnera, exconcejal opositora de la Alcaldía de Gutiérrez, asegura que sus apariciones en los operativos de la policía fueron un “show mediático” y que su enfoque por la seguridad dejó a un lado la inversión en temas sociales.
“En caso de que gane creo que volveríamos a los tiempos de Uribe, con mucho populismo puesto en un solo hombre, con un discurso en la calle de bacán (amigable) pero unas medidas absolutamente coercitivas”, dijo a la AP Múnera, representante a la Cámara electa por el Pacto Histórico, el movimiento político del candidato Petro.
Más allá de la seguridad, Gutiérrez propone 4,8 millones de oportunidades de empleo, un estado austero, la extensión de la renta básica para cinco millones de hogares y penas de más de 40 años sin beneficios para los corruptos.
Además de Petro, Gutiérrez tiene el reto de vencer a otro candidato que en la recta final de la campaña se convirtió en la sorpresa electoral al crecer en las encuestas. Rodolfo Hernández, de 77 años y también exalcalde, ha logrado notoriedad con un discurso centrado en la lucha anticorrupción con un lenguaje coloquial.
El próximo presidente tendrá la tarea de continuar implementando el acuerdo de paz firmado en 2016 entre el Estado y las desaparecidas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la que fuera la guerrilla más antigua de América Latina. Gutiérrez plantea un punto medio, si bien dice que lo va a ejecutar, también va a hacer que “las FARC (ahora partido político) les cumplan a las víctimas”. Con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), una guerrilla activa desde 1960, ha sido más tajante al pedirles un cese al fuego unilateral e indefinido para abrir la mesa de diálogo en caso de que él llegue a la presidencia.
En sus discursos, la palabra “democracia” suele repetirse, siempre asegurando que está amenazada por su contradictor de izquierda. “Tiene que ser un proyecto social con el que saquemos a la gente de la pobreza, no como pretenden otros proyectos, que copian el modelo de Venezuela o de Nicaragua… les vamos a ganar la presidencia en democracia, esa misma que ellos tanto desprecian”, dijo Gutiérrez ante unas 6.000 personas en las afueras de Bogotá.
Entre el público, celebraba sus palabras Martha Varón, presidenta de la fundación Venezolanos por Decisión que apoya a la comunidad colombiana residente en el país fronterizo. “Estuve presa tres meses por oponerme al comunismo. Estamos de lleno más de un millón de retornados más nuestros hijos venezolanos trabajando para votar por esta causa, no tanto por el hombre, sino por lo que representa: la continuidad de la democracia”, dijo a la AP.