Captura de carbono preocupa a muchos
Polly Glover se dio cuenta de que su hijo padecía asma cuando él tenía 9 meses. Ahora, a los 26 años, el joven lleva un inhalador en el bolsillo a dondequiera que sale en Pairieville, Luisiana, parte del distrito Ascension.
“Él probablemente necesita irse de Ascension”, dice Glover, pero no lo ha hecho “porque esta es su casa y es nuestra familia y nuestra comunidad”.
El distrito es parte del tramo de 137 kilómetros (85 millas) entre Nueva Orleans y Baton Rouge llamado oficialmente el Corredor Químico del Río Mississippi, y comúnmente como el Callejón del Cáncer. La calidad del aire en la región está entre las peores de Estados Unidos, y en varias partes de ese corredor, los riesgos de cáncer son mucho más elevados que los niveles considerados aceptables por la Agencia de Protección Ambiental (EPA por sus siglas en inglés).
Glover dice que el aire donde ella vive es “terrible”, pero hay también una gran biodiversidad — gavilanes pescadores, águilas, aves migratorias, venados, conejos, peces y cocodrilos — entre los lagos, ríos y pantanos de la región. La activista ambiental ha estado trabajando durante 30 años para preservar el lugar que ama desde que era niña.
Por eso recela de cualquier cosa que pueda empeorar la calidad del aire o amenazar la fauna, y su mayor temor ahora es que una planta de 4.500 millones de dólares diseñada para capturar carbono y generar energía a partir de hidrógeno haga más daño a la cuenca del lago Maurepas.
La planta de hidrógeno va a ser construida y operada por Air Products and Chemicals, una compañía petroquímica multinacional. La compañía dice que la planta capturará las emisiones de carbono generadas durante la producción y las colocará bajo la tierra.
“A veces pienso que la gente cree que estás creando como una burbuja en el fondo del lago”, dijo Simon Moore, vicepresidente de relaciones con los inversionistas, relaciones empresarias y sostenibilidad para Air Products. “Es una milla (1.600 metros) bajo la superficie de la Tierra, donde la formación geológica de las rocas tiene un espacio poroso que simplemente absorbe el CO2”.
Aun así, Glover está preocupada. “No soy una científica. Soy una madre preocupada”, dijo. “Tenemos que ser mejores administradores del ambiente, y aunque reducir las emisiones de carbono es necesario, inyectarlo en la cuenca no es la solución”.
Hay varios otros proyectos de captura y almacenamiento de carbono en proceso en Luisiana, Texas, Minnesota, Michigan, Iowa, California y otros estados. Las compañías dicen que pueden retirar exitosamente carbono del aire para reducir la contaminación, transportarlo de forma segura y almacenarlo bajo tierra.
En algunos casos, compañías de petróleo y de gas están apostando a que esa tecnología ayudará a construir nuevas fuentes de ingresos tales como plantas para producir hidrógeno, o extender la vida de sus instalaciones de combustibles fósiles.
Los proyectos están ganando fuerza desde que el Congreso aprobó 3.500 millones de dólares para ellos el año pasado. El Global CCS Institute, un centro de estudios dedicado a promover esos proyectos a nivel global, dice que fue “la mayor asignación de fondos para CCS (captura y almacenamiento de carbono) en la historia de la tecnología”.
En el informe más reciente del Panel de la ONU sobre Cambio Climático, importantes científicos de todo el mundo dijeron que la tecnología de captura y almacenamiento de carbono tiene que ser parte de una vasta gama de soluciones para descarbonizar y mitigar el cambio climático. Pero dijeron que la energía solar y eólica y el almacenamiento de electricidad están mejorando a un ritmo más acelerado que la captura y almacenamiento de carbono.
Los oponentes a la captura y almacenamiento de carbono sostienen que la tecnología no está probada y ha sido menos eficaz que alternativas como la energía solar y eólica a la hora de descarbonizar el sector de energía.
“La captura de carbono no es ni practicable ni factible”, dijo Basav Sen, director de políticas de justicia climática para el Institute for Policy Studies, un centro de estudios progresista afincado en Washington. “Es meramente una excusa de la industria de combustibles fósiles para seguir operando de la misma forma”.
Un estudio divulgado a finales del 2020 por investigadores de la Universidad de California, San Diego, concluyó que más de 80% de los 39 proyectos que han tratado de comercializar la captura y almacenamiento de carbono fracasaron. El estudio mencionó la falta de preparación de la tecnología como un factor central.
Pero incluso si la tecnología fuese aplicada con éxito, varios críticos dicen que los proyectos representarían amenazas para la salud pública en localidades ya afectadas por la contaminación del aire y el agua.
Primero, dicen que cualquier proyecto que prolongue la vida de una instalación industrial existente representa daños ambientales adicionales al extender el tiempo que la misma contamina la comunidad, algo que el reporte del panel de la ONU confirma.
Segundo, apuntan que como la captura de carbono requeriría más energía para alimentar el equipo, eso resultaría en más contaminación del aire porque la tecnología solamente puede capturar una porción del carbono emitido por una instalación.
Howard Herzog, ingeniero de investigaciones en el Instituto de Tecnología de Massachusetts y pionero de la tecnología de captura y almacenamiento de carbono, refutó eso en una entrevista con The Associated Press. Pero reconoció que existe un riesgo en el transporte y el almacenamiento de carbono.
En 2020, una tubería que transportaba dióxido de carbono se rompió en el pueblo de Satartia, Mississippi, lo que forzó a más de 40 personas a recibir tratamiento en un hospital y a más de 300 a evacuar sus casas. El incidente es citado por expertos, activistas y residentes que viven cerca de proyectos propuestos de captura y almacenamiento de carbono para ilustrar los peligros de transportar el carbono a distancia grandes.
Inyectar carbono bajo la tierra para almacenamiento pudiera contaminar acuíferos, de acuerdo con Nikki Reisch, directora del programa de clima y energía para el Centro para la Ley Ambiental Internacional.
Más de 500 organizaciones ambientales, incluyendo el Centro, firmaron una carta abierta publicada en el Washington Post en julio del 2021 en la que llamaron la captura y almacenamiento de carbono una “solución falsa”.
En respuesta, la Carbon Capture Coalition, que hace campaña a favor de la tecnología, dio a conocer su propia carta en agosto con más de 100 firmas. Ellos presionaron al Congreso para que incluya inversiones en la tecnología en cualquier legislación futura.
Matt Fry, un gerente de políticas regionales y estatales para el Great Plains Institute, un centro de estudios de clima y energía basado en Minneapolis, le dijo a la AP que la tecnología es esencial para cumplir con los objetivos climáticos de mediados del siglo.
“El potencial para un mundo completamente descarbonizado y electrificado es una realidad”, dijo Fry. “Pero vamos a necesitar una transición para llegar. Y eso va a requerir la captura de carbono para lidiar con esas emisiones”.
Herzog dice que en el punto de captura, la tecnología representa una amenaza “muy baja” para la salud pública. “Siempre existe la posibilidad de algunos fallos”, añadió, “pero en la escala general de las plantas químicas, (la tecnología) es muy benigna”.
Pero los residentes cerca de los proyectos propuestos están preocupados.
En la región agrícola de Central Valley, California, Chevron, Microsoft y Schlumberger New Energy están colaborando para construir una instalación en el pueblo de Mendota que va a generar energía convirtiendo desechos agrarios en gas de monóxido de carbono e hidrógeno para mezclarlo con oxígeno y así generar electricidad, con la promesa de capturar 99% del carbono del proceso.
Chevron dice que el plan es inyectar el carbono “bajo la tierra en formaciones geológicas profundas”.
Eso le preocupa a Nayamin Martinez, que vive en el valle y es la directora de la Red de Justicia Ambiental de California Central. “Eso nos preocupa mucho”, dijo. “¿Qué significa en términos de riesgo de contaminación del agua potable?”
Creighton Welch, portavoz de Chevron, dice que el proceso que planean usar es inocuo. “La captura, inyección y almacenamiento de CO2 no son tecnologías nuevas y han sido conducidas de forma segura durante décadas”, aseveró Welch.
En Luisiana, Glover y otros residentes temen también que la tecnología de captura de carbono vaya a afectar el agua. El dióxido de carbono capturado por la instalación de Air Products and Chemicals será almacenado bajo el Lago Maurepas, un importante acuífero.
Kim Coates, que vive en el lado nororiental del lago, dijo que el mismo es una barrera entre el Golfo de México y los residentes. Pero agrega que ha visto la destrucción de ese ecosistema por el desarrollo industrial durante generaciones y, más recientemente, por huracanes y tormentas tropicales.
Ahora, Coates teme más de lo mismo si se almacena el carbono bajo el lago. “Hemos visto la destrucción a lo largo del tiempo sin que nadie tuviera en cuenta lo que iba a suceder en el futuro”, dijo.