Fernández admite discrepancias con CFK y pide unidad
BUENOS AIRES (AP) — El presidente argentino Alberto Fernández reconoció el martes sus discrepancias con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que han puesto a la coalición gobernante al borde de la fractura, e instó a la unidad del oficialismo para evitar el regreso de la centroderecha al poder en 2023.
"Es evidente que no tenemos miradas parecidas”, señaló Fernández en una entrevista con la emisora El Destape Radio sobre sus diferencias con la vicepresidenta y exmandataria (2007-2015), que se agudizaron últimamente al punto que ambos no se hablan, según admitió la portavoz presidencial.
Las fricciones entre el dirigente peronista y su socia en el poder quedaron más patentes que nunca durante la votación de la ley que habilitó al Ejecutivo a aplicar el acuerdo alcanzado con el Fondo Monetario Internacional para refinanciar una deuda de unos 45.000 millones de dólares tomada por Argentina durante el mandato del expresidente conservador Mauricio Macri (2015-2019).
La vicepresidenta, referente de una corriente centroizquierdista dentro del peronismo que rechaza al FMI y sus políticas de ajuste, no estuvo de acuerdo con los términos en que se negoció el pacto.
La ley fue aprobada por el Senado la semana pasada y durante la votación Fernández de Kirchner, titular de la cámara alta, se ausentó como una forma de expresar su desaprobación. Tanto en el Senado como la Cámara de Diputados los legisladores que responden la vicepresidenta votaron en contra del acuerdo.
El mandatario indicó que él escucha y respeta a quienes “no acompañan” sus decisiones y que, pese a esas discrepancias, no será él quien provoque la ruptura de la alianza gubernamental. Pero al mismo tiempo reivindicó su autoridad al señalar que es el presidente y quien “tiene que tomar las decisiones” y ”no se puede tener una presidencia colegiada”.
"Lo que creo es que no podemos hacer es darnos el lujo, por la causa que sea, ya sea narcisismo, egoísmo, política, de desunirnos”, agregó Fernández.
El mandatario admitió que no tiene ningún problema en sentarse a acordar con la vicepresidenta y su hijo el diputado Máximo Kirchner, líder de una corriente muy crítica con el gobierno, y remarcó que la unidad del oficialista Frente de Todos que llegó al poder a fines de 2019 es necesaria para evitar el regreso de la alianza opositora que tiene entre sus referentes al expresidente Macri.
El distanciamiento entre Fernández y Fernández de Kirchner quedó expuesto cuando una funcionaria gubernamental señaló días atrás que la vicepresidenta no contestó los mensajes que su socio en el poder le envió para solidarizarse por el ataque que sufrió su despacho el 10 de marzo a manos de manifestantes que repudiaban el pacto con el FMI.
Durante el tratamiento en la cámara baja varios manifestantes rompieron a piedrazos las ventanas del despacho de la vicepresidenta, lo que causó destrozos en el interior. Fernández de Kirchner lamentó ser víctima del ataque teniendo en cuenta su postura crítica hacia el FMI y afirmó que fue planificado, sin señalar a nadie en particular.
El mandatario se defendió además de las críticas de un grupo de intelectuales acerca de la “moderación” en su gestión, al preguntarse qué hubiera pasado si no acordaba con el FMI y Argentina incurría en un cese de pagos. "No era un moderado, era un revolucionario pero perjudicaba a 45 millones de argentinos”, dijo Fernández.