Ola de COVID-19 azota al precario sistema de salud afgano
KABUL (AP) — Sólo cinco hospitales de Afganistán siguen ofreciendo atención a los pacientes con COVID-19, y otros 33 se han visto obligados a cerrar en los últimos meses por falta de doctores, medicamentos e incluso calefacción en un momento en que la nación asiática enfrenta un intenso brote de coronavirus.
En el único hospital de Kabul donde se atienden casos de COVID-19, el personal sólo puede calentar el edificio por las noches debido a la falta de combustible, incluso a pesar de que durante el día las temperaturas caen por debajo del punto de congelación. Los pacientes están cubiertos por pesadas frazadas. Su director, el doctor Mohamed Gul Liwal, dijo que necesitan de todo, desde oxígeno hasta medicamentos.
La instalación, llamada Hospital Afgano-Japonés de Enfermedades Infecciosas, tiene 100 camas. La sala de COVID-19 está casi siempre llena. Antes de finales de enero, el hospital recibía uno o dos pacientes de coronavirus al día. En las últimas dos semanas han ingresado entre 10 y 12 nuevos pacientes diarios, dijo Liwal.
“La situación está empeorando día con día”, agregó Liwal, hablando dentro de una fría sala de conferencias. Desde que el Talibán tomó el control del país hace seis meses, los empleados de los hospitales sólo han recibido el salario de un mes, en diciembre, gracias a un donativo de un organismo estadounidense de ayuda afiliado a la Universidad Johns Hopkins.
El sistema de salud de Afganistán ha quedado devastado desde que los talibanes volvieron al poder a mediados de agosto, en medio del caótico final de la intervención de 20 años encabezada por Estados Unidos. La economía afgana se desplomó luego de que se congelaran casi 10.000 millones de dólares de activos en el extranjero y se interrumpiera en gran medida la ayuda financiera al gobierno.
Durante casi dos décadas el sistema sanitario sobrevivió prácticamente a base de donativos internacionales, y ahora su colapso sólo ha agravado la crisis humanitaria del país. Aproximadamente el 90% de la población ha caído por debajo del nivel de pobreza. Muchas familias apenas pueden darse el lujo de comer, por lo que al menos un millón de niños corren el riesgo de morir de hambre.
La variante ómicron está afectando fuertemente a Afganistán, señaló Liwal, pero reconoció que eso es sólo una suposición porque el país todavía no ha recibido los kits que analizan específicamente a la variante. Se suponía que iban a llegar antes de que finalizara el mes pasado, de acuerdo con el doctor Javid Hazhir, portavoz del Ministerio de Salud Pública. La Organización Mundial de la Salud dice ahora que Afganistán recibirá sus kits a finales de febrero.
La OMS informó que entre el 30 de enero y el 5 de febrero los laboratorios públicos de Afganistán analizaron 8.496 muestras, de las cuales casi la mitad dieron positivo a COVID-19. Estas cifras se traducen en una tasa de resultados positivos del 47,4%, según el organismo sanitario mundial.
Hasta el martes, la OMS había registrado 7.442 muertes y cerca de 167.000 infecciones en la nación desde que comenzó la pandemia hace casi dos años. A falta de pruebas en gran escala, se cree que estas cifras relativamente bajas se deben a que gran cantidad de casos no han sido notificados.
En tanto, el Talibán señaló que está tratando de incrementar la aceptación de las vacunas entre los habitantes, que con frecuencia las consideran peligrosas.
Con 3,2 millones de dosis de vacunas en existencia, Hazhir dijo que las autoridades han lanzado una campaña a través de mezquitas, clérigos y clínicas móviles de vacunación para conseguir que más personas reciban las inyecciones. Actualmente, apenas el 27% de los 38 millones de afganos han recibido la vacuna, la mayoría con la de Johnson & Johnson, de una sola dosis.