Hondureños temen que división política afecte nuevo gobierno
TEGUCIGALPA (AP) — Los hondureños están expectantes y esperanzados ante la llegada al poder de la presidenta electa Xiomara Castro, quien asumirá el jueves. Sin embargo, el país centroamericano seguía atrapado en una división legislativa que podría dificultar que la nueva líder izquierdista comience a abordar de inmediato los problemas más apremiantes de la nación.
Hastiados de años de corrupción por parte de un gobierno que no cumplió con sus expectativas, los hondureños le dieron en noviembre pasado a Castro, de 62 años, un mandato sólido en las urnas, pero la presidenta electa ha tenido que lidiar, incluso antes de asumir, con una pugna de liderazgos en el nuevo Congreso.
El caos en el Legislativo inició el viernes pasado, cuando Héctor Leonel Ayala, ministro del Interior del presidente saliente, Juan Orlando Hernández, presidió la primera reunión del nuevo Congreso y no permitió que el presidente del Legislativo fuera el que respaldaba Castro en una alianza entre su bloque político —el Partido Libre— y otra agrupación que la llevó al poder. Por el contrario, 20 miembros disidentes del partido de la futura mandataria propusieron a alguien más y se desató la confrontación.
En la víspera, los presidentes del Congreso en competencia —Luis Redondo, respaldado por Castro, y Jorge Cálix, apoyado por los disidentes— discutieron sus prioridades y se mostraron listos para liderar sus cuerpos legislativos parciales sin importar la falta de legitimidad.
Al final de la tarde del miércoles, en un intento por desatar el nudo de la división entre el Ejecutivo y Legislativo, Castro informó a través de Twitter que propuso a Cálix integrar su gobierno “en la posición de Coordinador de Gabinete, en aras de unirnos en la Refundación de Honduras”.
Cálix aún no se pronuncia sobre el ofrecimiento, ni respondió llamada telefónicas para saber su respuesta.
Salvador Nasralla, el líder del Partido Salvador de Honduras, que se alió a Castro para lograr la victoria presidencial, dijo el miércoles a The Associated Press que no ha habido negociaciones ni acuerdos sobre la situación del Legislativo, pues la alianza sostiene que Redondo “fue electo en ley” para presidir el Congreso.
“Luis Redondo está legitimado por la gente que nos eligió a nosotros para la presidencia. En cambio Cálix no está legitimado y ha hecho alianza con el Partido Nacional, el partido que le ha hecho mucho daño a Honduras en estos 12 años (de gobierno). No veo ninguna posibilidad de negociación salvo que Cálix se integre a la directiva, (pero no a la presidencia)”, dijo Nasralla.
El miércoles la sede del Legislativo hondureño aún permanecía tomada por simpatizantes de Castro que rechazan la división. Afuera, en un carro con bocinas, sonaba a todo volumen “¡El pueblo unido jamás será vencido!”, que avizora el cambio de un gobierno de derecha a uno de centroizquierda en el país centroamericano.
Simpatizantes de Castro quieren participar del cambio de gobierno. José Ricardo Garay, de 72 años, es uno de ellos. Dijo que es la primera vez que asiste a la asunción de un nuevo líder de su país, con la esperanza de que haya un verdadero cambio que “deje por fuera de la presidencia a las mafias”.
Garay, que ha vivido por más de 35 años entre Estados Unidos y Honduras y que arribó desde el departamento de Yoro -al norte del país- aseguró que no está afiliado a ningún partido, pero que como cualquier ciudadano quiere ver con sus propios ojos el cambio.
“Ese hombre me estorba a mí”, señaló, al referirse al presidente saliente. Aseguró que lo sucedido con la división del Congreso ha sido un golpe para los hondureños que votaron por Castro. “Fue una traición”.
Tiziano Breda, analista de Crisis Group, planteó que ante la crisis legislativa es necesario buscar una solución política inmediata con la elección de una nueva junta directiva.
“En lo político se corre el riesgo de provocar una parálisis legislativa, en donde las iniciativas aprobadas por el Legislativo presidido por Cálix sean vetadas por la presidencia o ni siquiera consideradas, mientras la de la junta de Redondo no cuente con los votos necesarios en el Congreso o carezcan de legalidad”.
Breda agregó que la situación podría poner a la comunidad internacional en cierta cautela a la hora de promover proyectos e invertir en un país con un Congreso dividido y que no ofrezca certezas jurídicas.
Mientras tanto, muchos hondureños esperaban que Castro encare de inmediato los viejos problemas sociales que aquejan al país y atienda urgentemente las demandas para mejorar la salud y la educación. El arribo de la nueva líder también llena de esperanzas a muchas mujeres hondureñas.
Alejandra Zelaya, una internacionalista de 42 años, caminaba por la plaza central de Tegucigalpa a la misa que ofrecen en la catedral de San Miguel Arcángel. La mujer explicó que los 12 años del gobierno de Hernández fueron muy difíciles en todos los sentidos para los hondureños, por lo que la esperanza se centra en que Castro logre dar lo que necesitan.
“Fueron 12 años de gobierno de corrupción”, dijo Zelaya, y agregó que fueron años de dolor y muerte donde mataron a gente que luchó por la conservación del medio ambiente y los recursos naturales del país.
Breda dice que a nivel social, el resentimiento y el cansancio que llevaron a la mayoría de los hondureños a votar por un cambio en noviembre podría ser alimentado al ver que la clase política se sigue enredando (en) luchas de poder e intereses particulares en vez de abordar los temas urgentes.
"Esto podría traducirse en mayor turbulencia social y un aumento de la migración”, advirtió.