Romper el miedo, reto para ayudar a abortar en Texas
MATAMOROS, México (AP) — Acabar con el miedo a la criminalización y al estigma es el principal reto de las activistas mexicanas y estadounidenses para ayudar a las mujeres que quieren interrumpir su embarazo en Texas, un estado donde el aborto es prácticamente inviable desde que en septiembre se aprobó una ley sumamente restrictiva al respecto, afirmó el sábado Verónica Cruz, directora del grupo “Las Libres”.
La activista mexicana habló al culminar un encuentro de tres días en el que una treintena de colectivos de ambos lados de la frontera buscaron estrategias para sortear las más recientes prohibiciones estadounidenses y para que las mujeres más vulnerables, entre ellas las inmigrantes en situación irregular, puedan tener un aborto seguro con fármacos y en sus casas.
Texas se convirtió hace cuatro meses en el estado con más restricciones para abortar de todo Estados Unidos, ya que su nueva ley, además de prohibir la interrupción del embarazo desde que se detecta actividad cardiaca en el embrión —algo que generalmente ocurre sobre la sexta semana, cuando muchas mujeres ni siquiera saben que están embarazadas—, permite que cualquier ciudadano pueda denunciar a quienes colaboren o ayuden a realizarlo.
Por eso, las activistas mexicanas consideraron que había llegado la hora de devolver la ayuda que habían recibido de sus vecinas cuando los derechos reproductivos eran más respetados en Estados Unidos que en México.
Durante el encuentro, que tuvo como lema “Acompañando del Sur al Norte”, se dieron cuenta de que había maneras creativas de poner las píldoras en manos de las mujeres, por ejemplo, dentro de juguetes o tejidas entre la ropa, pero también que ese no iba a ser el principal reto.
El misoprostol y la mifepristona, fármacos con los que se realizan abortos en casa con protocolos avalados por la Organización Mundial de la Salud, necesitan siempre receta en Estados Unidos, pero en México el misoprostol es de uso libre, y los grupos de activistas pueden conseguir ambos —que combinados son más efectivos— de forma gratuita mediante donaciones.
El problema serio, explicó Cruz, radica en convencer a todo el que participe en el proceso de que no tenga miedo porque “quien tiene las leyes restrictivas no tiene la razón”.
“Hay que derrumbar todos esos mitos, todos esos estigmas, toda esa carga negativa que tiene el aborto”, añadió.
Varios grupos de Estados Unidos, cuyos nombres no quisieron divulgar las activistas por cuestiones de seguridad, han intensificado las medidas de seguridad cuando alguien les contacta —por ejemplo, con llamadas encriptadas o sin ofrecer nombres o direcciones concretas—, porque la estrategia de las autoridades es alentar las denuncias ciudadanas contra ellos.
Quieren asfixiarles financieramente si violan la ley para que no puedan seguir operando, explicó la mexicana Amelia Ojeada, de la organización UNASSE. “No te voy a meter a la cárcel, pero sí vas a tener que pagar 10.000 dólares” por cada proceso legal, explicó.
El movimiento antiaborto se siente más envalentonado que nunca porque, como se constató el viernes en la manifestación anual contra el aborto en Washington, confía en que este año la Corte Suprema estadounidense anule una decisión de 1973 que despenalizaba la interrupción del embarazo, lo que podría suponer que una veintena de estados pudieran vetarlo poco después.
Las mexicanas, con años de experiencia en esquivar barreras legales y sociales, aseguraron haber creado las bases para transmitir a las mujeres en Estados Unidos que es posible abortar de manera segura y con acompañamiento virtual, aunque la legislación apunte en sentido contrario.
Lo harán mediante “redes hormiga”, es decir, no sólo a través de las redes sociales, sino también de boca a boca, con el apoyo de pequeños colectivos y aliados, y de todas las formas que puedan ingeniar, desde colocar etiquetas adhesivas en baños de bares hasta utilizar códigos QR o escribir teléfonos de apoyo en billetes, que pasan con facilidad de mano en mano.
Cruz dijo que el temor que percibió entre las estadounidenses fue similar al que Las Libres encontraban hace años cuando enseñaban a otros colectivos mexicanos más pequeños cómo acompañar abortos en casa cuando era ilegal en todo el país.
“Entonces les presentábamos lo peor que podía pasar y les decíamos: ‘Si te meten en la cárcel ¡te vamos a sacar!’”, recordó esta abogada que se especializó en liberar a mujeres que fueron sentenciadas a años de prisión por abortar en las zonas más conservadoras de México.
Por ahora, el aborto es legal sólo en cuatro de los 32 estados mexicanos, pero la Suprema Corte de Justicia de México, un país profundamente católico, lo despenalizó en septiembre, una decisión que sienta jurisprudencia y que abrió la puerta a que los congresos locales vayan teniendo que legislar poco a poco en este mismo sentido.
Por eso, Cruz insistió en que la vía es informar una y otra vez a las mujeres de que hay maneras de abortar sin peligro si quieren hacerlo y sin que nadie se entere. “Hay que confrontar el miedo, el tuyo primero, porque eso es lo que da miedo al otro”, afirmó.