¿A casa de la abuela o no? Ómicron trastoca planes navideños
Dave Fravel y su esposa invitaron a varios familiares a su casa de Cape Cod por Navidad para compartir comida, regalos y la compañía añorada en los días solitarios de la pandemia. También estaban deseando hacer un viaje turístico a la ciudad de Nueva York.
Pero el coronavirus arruinó todos esos planes. Los casos se han disparado en su estado de Massachusetts y la supercontagiosa variante ómicron se expande por el mundo, de modo que temían propagar el virus antes incluso que el hijo de 18 años de Fravel, Colin, enfermara de COVID-19.
Rich England ya ha pasado por esto. En verano, cuando se propagaba la variante delta, rechazó unas vacaciones navideñas con sus padres y la familia de su hermana en Londres y Escocia. Pero él, su esposa y su hija de dos años mantienen sus planes para hacer un viaje de cuatro días desde su casa en Alexandria, Virginia, a Miami el 31 de diciembre.
“Lo más seguro sería decir ‘Oh, Dios mío, tenemos que cancelar’”, dijo. “Pero hay muchas letras en el alfabeto griego, habrá variantes después de ómicron. No se puede responder a cada variante con un cierre”.
Por segundo año consecutivo, el cambiante virus plantea un difícil dilema a los que quieren celebrar: cancelar reuniones y viajes festivos o encontrar la forma de hacerlo de la forma más segura posible. Muchos expertos en salud suplican a la gente que no baje la guardia.
El director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, lo explicó de forma cruda esta semana cuando dijo que “un evento cancelado es mejor que una vida cancelada”.
Pero la fatiga de pandemia es real. Y si bien las restricciones a los desplazamientos en algunos lugares han forzado las cancelaciones, muchos gobiernos han sido reacios a ordenar más cuarentenas, y cada vez dejan más en manos de la gente las decisiones sobre a quién ver y dónde ir.
El misterio que rodea a ómicron complica más el asunto. Los científicos ya saben que se expande deprisa, quizá hasta tres veces más rápido que la variante delta. También parece que se le da mejor eludir a las vacunas, aunque las dosis de refuerzo aumentan la protección, especialmente contra la hospitalización y la muerte. Pero sigue habiendo una pregunta crucial: ¿Causa ómicron una enfermedad menos grave que delta? Algunos estudios sugieren que así es, pero son preliminares.
Aunque sea más leve, ómicron aún podría sobrepasar los hospitales debido al alto número de contagios. Eso hace difícil calibrar hasta cuándo reducir los festejos.
En Estados Unidos, los contagios rondan una media de 149.000 diarios, y las autoridades declararon esta semana que ómicron había reemplazado a delta como la variante dominante. En Gran Bretaña, donde un repunte impulsado por ómicron se ha visto como un augurio de lo que espera a muchos países europeos, los casos nuevos diarios alcanzaron por primera vez los 100.000 el martes. Francia, España e Italia también han registrado repuntes de contagios.
Fravel y su esposa, Sue Malomo, que son desarrolladores de software y tienen seis hijos entre los dos, están preocupados por ómicron y delta. Fravel, de 51 años, dice que cancelaron el viaje a la ciudad de Nueva York porque “la idea de estar en esas grandes multitudes no parecía tener mucho sentido”.
Tampoco lo tenía reunir a mucha gente en su casa. Normalmente, entre 20 y 25 personas pasan por allí entre Nochebuena y Navidad. Pero este año sólo irán sus hijos, y no a la vez.
“Ahora mismo, el plan es que todo el mundo se quede en grupos pequeños” o hacer videollamadas, dijo Fravel.
England, cabildero de energía, también estudió sus opciones y decidió que podrían hacer el viaje. Su esposa y él recibieron dosis de refuerzo, lo que le dio tranquilidad, aunque su hija es demasiado pequeña para vacunarse.
“Elegimos Miami en parte porque podríamos comer exclusivamente al aire libre y después pasar el tiempo en la playa y la piscina”, dijo. Pero aun así, tiene dudas. Para el martes por la noche, aún estaban “80 a 20 a favor de ir”.
La colombiana Julieta Aranguren ya ha comenzado su viaje. Aranguren, de 18 años, estaba en una escala en Madrid el miércoles camino de Dubái, donde pensaba pasar un tiempo con familiares. Había gastado miles de dólares en vuelos y hoteles, reservados nueve meses antes, de modo que dijo que no se planteaba cancelarlo.
Pero aún tenía dudas. Su grupo tenía previsto hacer compras, salir a cenar y visitar la Expo Mundial en Dubái, de modo que “definitivamente no sería muy divertido si empiezan a imponer más restricciones”, comentó.
Aún no estaba claro qué camino tomaría la mayoría de la gente. Ryanair, la aerolínea más grande de Europa, redujo su previsión de número de pasajeros en diciembre de 11 millones a 10 millones, según dijo la semana pasada su director general, Michael O'Leary, al diario Guardian.
Varias aerolíneas en Estados Unidos mantenían el optimismo.
Para el periodo entre el 17 de diciembre y el 3 de enero, Delta Air Lines esperaba llevar a unos 8 millones de viajeros, más del doble que en la temporada festiva del año pasado pero por debajo de los 9,3 millones de pasajeros de 2019. American Airlines estimaba hacer unos 5.000 vuelos diarios entre el 19 de diciembre y el 1 de enero, en comparación con los 3.700 de la misma época el año anterior. Pero hubo muchos más -6.300- durante las fiestas en 2019.
Las dos aerolíneas señalaron que los viajes internacionales eran los más afectados por la variante ómicron.
Era el caso de Alex Wong. El periodista independiente y productor de radio de Toronto canceló un vuelo de mediados de diciembre a Nueva York que habría sido su primer viaje desde el inicio de la pandemia. Le preocupaba quedarse atrapado en cuarentena a su regreso, lo que le habría impedido ver a su familia durante las fiestas.
“Cada día me siento mejor y creo que tomé la decisión correcta”, dijo en un mensaje de texto. El miércoles recibirá una dosis de refuerzo de la vacuna, y este fin de semana visitará a sus padres, que viven cerca.
Es la clase de cálculo equilibrado que recomiendan muchos expertos.
Mattew Binnicker, director de virología clínica en la Clínica Mayo de Rochester, Minnesota, dijo que la gente debería considerar hacerse una prueba rápida de COVID-19 el día de la reunión, o mejor aún, una PCR, que es más fiable, con 24 horas de antelación. Pero los expertos advierten que las pruebas diagnósticas no son un blindaje contra la infección.
“Es una buena idea reconsiderar los grandes planes de viaje o las reuniones en grandes grupos”, dijo.
Los grupos pequeños de menos de 10 personas pueden reunirse de forma segura si se aseguran de que todos están vacunados, utilizan mascarilla en espacios cerrados y animan a los más vulnerables a enfermedades graves a quedarse en casa. Otros expertos sugieren abrir ventanas para mejorar la ventilación y quedarse al aire libre todo lo posible.
“Para mí, las fiestas son un momento de pensar en los demás. A menudo, esto se expresa con regalos, donaciones benéficas o voluntariado”, dijo Binnicker. “Pero este año hay otra forma excelente de pensar en los demás, y es tomar precauciones para frenar el contagio del COVID-19 y la gripe”.
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Los periodistas de Associated Press Mae Anderson en Nashville, Tennessee; Aritz Parra en Madrid; Emily Schultheis en Viena y Kelvin Chan en Londres contribuyeron a este despacho.
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