Las baterías viejas en Gaza amenazan la salud y el entorno

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Las baterías viejas en Gaza amenazan la salud y el entorno
Un trabajador palestino carga una batería desechada en un almacén en Jebaliya, en la Franja de Gaza, el miércoles 15 de diciembre de 2021. En un territorio castigado por los apagones crónicos, las baterías mantienen en funcionamiento la mayoría de los hogares de Gaza. Pero la basura que generan supone una amenaza para la salud pública y el entorno. (AP Foto/Adel Hana)

CIUDAD DE GAZA, Franja de Gaza (AP) — Como resultado de años de apagones crónicos, casi todas las familias de la Franja de Gaza dependen de las baterías para mantener su casa en funcionamiento.

Esas baterías, que hacen funcionar desde luces a dispositivos de internet o paneles solares, han ayudado a aliviar una crisis. Pero están provocando otra, ya que enormes montones de baterías viejas usadas se apilan en un territorio sin la capacidad de procesarlas con seguridad.

“Hay un riesgo real en tener estas baterías reunidas y almacenadas de forma aleatoria al aire libre, no en almacenes”, dijo Mohammed Musleh, funcionario de la Autoridad Ambiental de Gaza.

La amenaza más urgente, dijo, es “que las baterías se rompan y derramen líquido que contiene ácido sulfúrico y se filtre al suelo y después al acuífero de agua”.

La Autoridad Ambiental de Gaza estima que hay 25.000 toneladas de baterías viejas almacenadas en varios puntos del pequeño y superpoblado territorio. En Gaza no hay centros de reciclaje, y un asfixiante bloqueo mantenido por Israel y Egipto impide enviar las baterías fuera para procesarlas con seguridad.

Según la Agencia estadounidense de Protección Ambiental (EPA), las baterías usadas plantean varios riesgos para el entorno y la salud pública. Diferentes tipos de baterías contienen metales potencialmente peligrosos como mercurio, plomo y cadmio, y algunos pueden incendiarse.

Esos riesgos son especialmente graves en Gaza, donde el sistema de salud se ha visto devastado por años de conflicto y falta de fondos y donde el entorno ya está en condiciones precarias. Casi toda el agua de Gaza no es potable debido a una alta salinidad provocada por la sobreexplotación.

Israel bombardeó la única planta solar durante una ronda de combates en 2006 e impuso el bloqueo con Egipto al año siguiente, después de que el grupo armado Hamas arrebatara el poder de la zona a fuerzas palestinas rivales. El resultado es un corte de luz diario de al menos ocho horas, con apagones ocasionales más largos que pueden prolongarse durante días durante tormentas invernales o conflictos.

Esto ha convertido las baterías en una pieza fundamental de la vida cotidiana de los dos millones de habitantes del territorio.

La administración local de Ciudad de Gaza tiene una unidad de residuos peligrosos que pretende desechar de forma segura las viejas baterías. Pero Ahmed Abu Abdu, responsable de la unidad, dice que le llegan muy pocas baterías. En su lugar, ha aparecido una pequeña industria privada.

Cada día, recolectores en autos o carros tirados por burros recorren Gaza y llaman por altavoces a la gente que quiera vender baterías viejas. Dependiendo de su tamaño, las baterías viejas pueden alcanzar los dos dólares cada una.

Khaled Ayyad es uno de las docenas de comerciantes que compran esos equipos viejos. Desde hace ocho años, las reúne y guarda en un almacén en el norte de Gaza.

Ayyad tiene un objetivo en mente: exportarlas y conseguir un beneficio decente.

“Como el bando israelí permite que (las baterías) entren en Gaza, tiene que dejarlas salir”, dijo. “Podemos venderlas a fábricas en Israel, países europeos y en todo el mundo”.

Pero la exportación de baterías sigue prohibida y Ayyad enfrenta un nuevo dilema: Tiene unas 500 toneladas de baterías acumuladas en el almacén.

No puede revenderlas, exportarlas ni tirarlas, y está pagando por el espacio de almacenaje. De modo que tiene un mensaje para Hamas: “Pedimos a las autoridades en Gaza que hablen con el lado egipcio para que nos dejen exportarlas allí”.

Hay un precedente. Hamas y Egipto han aumentado su cooperación comercial en los últimos años a través de un paso fronterizo en la localidad de Rafah. Se utiliza sobre todo para entregar mercancías como materiales de construcción, combustible y productos de tabaco en Gaza. Pero también se ha empleado para enviar chatarra a Egipto.

Aunque el almacén de Ayyad tiene el suelo de concreto, la mayoría de otros puntos de almacenaje están al aire libre, lo que plantea el riesgo de que materiales peligrosos se filtren directamente a la tierra.

No se han hecho estudios sobre la amenaza ambiental que plantea esto, pero una investigación realizada en 2013 por un neurólogo de Gaza y un experto en ciencias ambientales advirtió que los hijos de las personas que tratan con baterías de desecho tienen “diversos grados” de intoxicación por exposición al plomo.

En un intento de reducir los riesgos, las autoridades de Hamas prohíben la importación de baterías de segunda mano desde 2017.

El riesgo es “de largo alcance”, afirmó el Centro Al Mezan para Derechos Humanos, con sede en Gaza y que en 2018 emitió un reporte sobre la amenaza de las baterías.

“Hay un problema”, dijo Hussein Hammad, del grupo de derechos humanos. “Aquí, las baterías han empezado a afectar a los derechos humanos: el derechos a la salud, el derecho a un entorno limpio y el derecho a la vida”.

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