Amores italianos en tiempos de pandemia
"Yo sólo quería aprender hablar italiano"
Eso dije antes de terminar envuelto en un beso bajo la lluvia en la glorieta de insurgentes.
En aquel año 2020 estaba prohibido salir de las casas, era casi un delito de muerte, explorábamos una triste vida en simulacro, nada era completamente real y nada era completamente ficción. Tal vez por primera vez visitábamos el limbo, ese que los católicos decidieron eliminar de sus escrituras.
Despertar era saber que daríamos vueltas como animales de zoológicos urbanos en un mismo lugar. Las horas habían desaparecido, la otredad era un sueño inútil.
Yo sólo quería aprender hablar italiano
Decidí inscribirme a un curso de idiomas.
Tal vez el asunto era sentirme menos solo, estaba cansado de las series de Netflix, quería ser mi propio protagonista y dejar de ver a las celebridades de la actuación.
Los alumnos habitábamos nuestro pequeño espacio de uno por uno de la pantalla, los rostros adormilados, producto de no saber en qué tiempo existíamos.
En medio de lecciones de gramáticas que jamás entendí conocí a alguien. Ella y yo construimos un puente que lo único que lo sostenía era el lenguaje, palabras, correspondencias, llamadas telefónicas, supongo que así se amaba en los tiempos de los abuelos, estábamos regresando a la época de aquellos amantes de los años 1940, cuando lo digital no había convertido todo en una receta instantánea y donde la espera era el condimento secreto de los lobos románticos que aullaban a la luna llena después de esperar su llegada en el calendario.
Pero el deseo no se pudo contener más así que decidimos cometer nuestro primer delito... "Salir al exterior"
Yo sólo quería aprender hablar italiano
Tratando de que el toque de queda no nos alcanzara, salimos a las horas nocturnas, nuestras palabras buscaban la materialidad de volver a ser un cuerpo tridimensional.
Los pañuelos cubrían nuestras bocas en las estaciones de tren, los pocos transeúntes no tenían rostro alguno, y el único aire posible era el miedo.
En medio de esta guerra bacteriológica nos encontramos, descubrimos nuestras miradas, nuestras manos, nuestros cuellos, nuestras narices, nuestros labios y todas nuestras imperfecciones, quisiera decirle que esta escena había circulado con un perfecto italiano fluido, pero no habíamos aprendido nada en el curso.
Después de varios delitos, es decir después de varias salidas venciendo las restricciones sanitarias, un beso firmó un pacto con la única intención de no sucumbir a la eternidad, de existir, porque como especie nos necesitamos, creemos en la manada y que juntos podemos esperar el fin del mundo alrededor de una fogata.
Un beso bajo la lluvia fue el comienzo de el encuentro en medio del desencuentro mundial.
Yo sólo quería aprender hablar italiano
A veces imagino las parejas de amigos, de novios, de amantes, de esposos, que se conocieron venciendo los muros de seguridad, como pequeñas batallas épicas que nunca pensamos que realizaríamos, como tratando de ser leyendas o como dice David Bowie ... "de ser héroes por un día".
Hoy la experiencia más amorosa es la experiencia de lo real, mientras lo digital nos invade y se arraiga como norma lo único que nos queda es amar con sabor a realidad, y sentir que esa imperfección nos hace únicos.