Reconocimiento a Josephine Baker: ¿Hay racismo en Francia?
PARÍS (AP) — A simple vista, se trata de un poderoso mensaje contra el racismo: una mujer de raza negra se une por primera vez a grandes personalidades incorporadas al Panteón de los héroes nacionales de Francia. Para algunos sectores, no obstante, la selección de esta mujer extranjera, la estadounidense Josephine Baker, es una muestra de que Francia mantiene una vieja tradición de denunciar el racismo en el exterior y hacer poco para combatirlo en su propio territorio.
Si bien Baker es muy querida en Francia, la decisión refleja la contradicción que hay entre la doctrina oficial de universalismo que no presta atención al color de la piel y lo que algunos describen como un racismo sistémico disimulado.
El ingreso de Baker al Panteón el martes es el resultado de años de esfuerzos de políticos, organizaciones y figuras públicas. Recientemente cobró fuerza una petición del ensayista Laurent Kupferman y en julio el presidente Emmanuel Macron anunció que Baker sería “panteonizada”.
“Esta época es probablemente más propicia para que las batallas de Josephine Baker puedan trascender: la lucha contra el racismo, el antisemitismo, su papel en la resistencia francesa”, expresó Kupferman a la Associated Press. “Uno llega al Panteón no por ser famoso sino por lo que aporta al civismo de la nación”.
Su nominación fue muy elogiada. No fue controversial y fue vista como una forma de reconciliar a la sociedad francesa tras las dificultades asociadas con la pandemia del COVID-19 y las protestas del año pasado contra la brutalidad policial.
Baker representó la postura “universalista” de Francia, según la cual las personas son todas ciudadanas, sin distinción de raza o etnicidad. El primer artículo de la constitución dice que la República Francesa y sus valores son considerados universales y garantizan a los ciudadanos los mismos derechos, sin importar su origen, su raza o su religión.
En 1938, Baker se unió a lo que hoy se llama LICRA, una liga antirracista que viene promoviendo desde hace años su ingreso al Panteón.
“Quería el universalismo apasionadamente y a esta Francia que no presta atención al color de la piel”, expresó el presidente de LICRA, Mario Stasi, a la Associated Press. “Cuando llegó de Estados Unidos, se dio cuenta de que venía de un país ‘comunitarista’, en el que se le recordaba su origen y su etnicidad, mientras que en Francia sintió una aceptación total”.
Los universalistas describen a quienes se oponen a las actividades contra el racismo como “comunitaristas”, dando a entender que anteponen la identidad de la comunidad a la ciudadanía francesa universal. Las agrupaciones antirracistas más radicales, en tanto, dicen que Francia debería reconocer primero su racismo sistémico y la opresión sufrida por comunidades de distintos colores de piel.
También se usa la expresión “comunitarista” para describir a la sociedad estadounidense, que distingue la raza en sus censos, en sus estudios académicos y en sus discursos públicos, algo que es impensable en Francia y considerado una forma de rebajar a la gente dependiendo del color de su piel.
Para Rokhaya Diallo, una comentarista de asuntos relacionados con la raza, “el universalismo es una utopía, un mito que cuenta la república que no corresponde con la realidad pasada ni presente”, según dijo a la AP. “Para los negros y demás no blancos, la República siempre ha sido un espacio de desigualdad, que ignora a los demás a través de un proceso desatado por la colonización”.
Abogados, activistas y académicos han denunciado discriminación en la violencia policial, la vivienda y el empleo en Francia, sobre todo de las personas de origen africano o árabe. Los universalistas dicen que esto no es un aspecto estructural de la sociedad francesa y consideran el racismo un asunto moral, ajeno al estado.
Kévi Donat, quien ofrece visitas guiadas del “París Negro”, dijo que Baker es la figura “más controversial” de la que habla en sus paseos, en parte porque inicialmente se hizo famosa en Francia haciendo el baile de la banana, que “contenía todos los estereotipos de los negros y los africanos”.
Josephine Baker solía decir que “en Estados Unidos hay racismo, pero aquí todos los negros estadounidenses son bien recibidos en Francia, aquí no tenemos problemas”, según Donat.
Baker es una de las figuras de raza negra más prominentes que se instalaron en Francia después de las dos guerras mundiales, escapándole al racismo de Estados Unidos, incluido el escritor James Baldwin.
Françoise Vergès, profesor de ciencias políticas especializado en la cultura, la raza y la colonización, dijo que los “gestos simbólicos”, como incorporar a Baker al Panteón, no alcanzan para acabar con la discriminación racial en Francia.
“En el 2021, por más de que sea condenado moralmente, sigue habiendo racismo, que afecta la vida de la gente”, expresó Vergès.
Baker colaboró con la resistencia francesa, haciendo de espía, marchó junto a Martin Luther King Jr. en Washington y crio lo que describía como su “tribu del arco iris”, formada por niños que adoptó en todo el mundo.
Para Stasi, el presidente de LICRA, “por su condición de universalista, su nacionalidad en cierto sentido es irrelevante. Encaja perfectamente en la batalla por la ‘libertad, igualdad y fraternidad’” que proclama la constitución francesa.
“Claro que había racismo en Francia, pero no estaba institucionalizado, como lo estaba en Estados Unidos durante la época de segregación” racial, dijo Kupferman.
Para Vergès, esto empaña la historia de Francia como país racista y colonialista, que incluye una brutal guerra con Argelia, una ex colonia francesa, que peleó por la independencia de 1954 a 1962.
“Es siempre más fácil festejar a las personas que no son de tu país”, manifestó. “Eso evita cuestionar tu propia situación aquí.
Vergès dice que los extranjeros no sufren tanto el racismo porque los nativos los ven de otra forma, más como estadounidenses, franceses o nigerianos que como negros.
“El racismo de un país tiene que ver con su propia historia”, expresó Vergès. “Hay personas negras francesas en Estados Unidos que tropiezan con menos racismo que en Francia, porque el hecho de ser franceses los protege un poco de ser tratados como los negros de Estados Unidos”.
Baldwin ofreció una explicación parecida en una entrevista con la revista Le Nouvel Observateur.
“En Francia, soy un estadounidense negro y no planteo una amenaza a la identidad francesa. De hecho, no existo en Francia. Las cosas serían distintas si viniese de Senegal y mucho peor si fuese de Argelia”, manifestó el escritor.