Mujer de Minnesota usa propios recursos para salvar afganos
FERGUS FALLS, Minnesota, EE.UU. (AP) — Los soldados estadounidenses los llamaban “los tipos de Caroline”, un grupo de agricultores afganos que trabajaron los campos en medio de la guerra, arriesgando sus vidas por el programa que ella creó, con la creencia de que algo tan simple como un manzano puede cambiar el mundo.
Durante la guerra, estos 12 expertos afganos -- todos de costumbres tradicionales -- forjaron un nexo profundo e inesperado con su jefa, una mujer que trabajó como asesora del Departamento de Agricultura de Estados Unidos en Afganistán por dos años.
Ahora Caroline Clarin está tratando de sacarlos de Afganistán, uno por uno, desde la granja de Minnesota donde ella vive con su esposa y usando sus propios fondos de retiro. Teme que en Afganistán serán ejecutados, aunque el Talibán ha prometido no perseguir a los ciudadanos que ayudaron a Estados Unidos.
Clarin, de 55 años, ya ha logrado sacar a cinco de ellos y sus familias desde 2017, y su esposa ha ayudado a los afganos a rehacer sus vidas en Estados Unidos.
Desde la retirada de las fuerzas norteamericanas, más de 70.000 afganos han llegado a Estados Unidos y miles siguen en bases militares, mientras las agencias de reubicación tratan de buscarles refugio.
El afgano más reciente en ser rescatado por Clarin es Ihsanula Patan, un horticultor que estuvo esperando siete años hasta que aprobaron su visa especial de inmigrante. Cuando Patan le envió un mensaje a Clarin informándole que dos de sus amigos habían muerto, Clarin sacó 6.000 dólares de su fondo de retiro para traerlo a él y su familia a Minnesota en un vuelo comercial, antes de que el Talibán tomara el poder.
Cuando Clarin fue al aeropuerto de Minneapolis a la medianoche para recogerlos, y codujo tres horas de regreso a Fergus Falls, estaba embargada por la alegría.
“Fue como que un hijo regresó”, relató Clarin.
Patan considera a Clarin y su esposa como familia propia. Sus tres hijos y su hija las llaman tías.
De hecho, Patan ha decidido vivir en Fergus Falls, un poblado cercano de 14.000 habitantes, en vez de mudarse a una ciudad más grande con una comunidad afgana más grande.
Rodeado de tierras agrícolas que se extienden hasta la frontera con Dakota del Norte, el poblado se caracteriza por elevadores para carga de granos y la iglesia Bethlehem Lutheran Church, reflejo de las raíces escandinavas de la población local.
La única otra familia afgana en el poblado es la de su primo, Sami Massoodi, quien se graduó de administrador agropecuario y también trabajó para Clarin en Afganistán hasta que salió en el 2017. Massoodi y su familia vivieron en la granja antes de establecerse en Fergus Falls.
“En Fergus Falls hay gente buena, gente amistosa”, dice Patan mientras maneja su camioneta para buscar a su hija de 5 años de la escuela.
Apenas han pasado unos pocos meses desde que llegaron, pero la familia de Patan ya se siente como en casa. Y eso es, en gran parte, gracias a la esposa de Clarin, Sheril Raymond.
Raymond ayudó a inscribir a los niños en la escuela, encontró un dentista cuando se le infectó un diente a Sala, la hija de 9 años, y les ayudó a conseguir seguro para su carro, un concepto que Patan, a sus 35 años, ignoraba por completo.
Les consiguió clases de inglés y asistencia económica como inmigrantes. Clarin incluso les consiguió en craigslist una oveja para el feriado musulmán de Eid, mientras Raymond veía videos de YouTube sobre cómo matar a ganado bajo las normas islámicas del halal, pues el carnicero islámico más cerca está a más de un hora en carro en Fargo, Dakota del Norte.
Patan extraña su país y las tradiciones familiares de allá. Su esposa sigue cocinando sus platos tradicionales, como el “bolani afgani”, un pan plano que él incluso degustó con Clarin cuando ella estaba allá.
En esa época, era Patan y su familia quienes ayudaban a Clarin a sentirse en casa.
Fue el tiempo más largo que Clarin y Raymond estuvieron separadas desde que comenzaron a salir en 1988. Dos años después del regreso de Clarin, se casaron en agosto del 2013, cuando el matrimonio entre personas del mismo sexo se volvió legal en Minnesota.
La homosexualidad sigue siendo un tabú en Afganistán, donde están prohibidas las relaciones entre personas del mismo sexo. Sin embargo, ninguno de los afganos ha preguntado sobre relación ni las han juzgado por ello, afirma la pareja.
“Les tenemos un enorme respeto”, aseveró Patan.
Tanto Clarin como Patan hablan apasionadamente sobre cultivos y cosechas, describiendo con detalle cómo lograr una buena cosecha de manzanas o como proteger a las plantas de los parásitos.
El programa de Clarin entrenó a unos 5.000 campesinos en la región de Paktika entre el 2009 y el 2011. Les entregó invernaderos, manzanos, equipos y pequeñas donaciones de dinero. Les enseñó técnicas agrícolas como la de usar envases perforados para irrigar las cosechas y conservar agua.
Patan extraña su carrera en Afganistán. La mayoría de los empleadores estadounidenses no reconocen los títulos universitarios afganos, por lo que Patan espera poder regresar a clases para obtener su equivalencia. Por ahora, se está entrenando para camionero comercial.
Desearía que su ruta camionera le quede cerca, pero aun así será difícil para la familia. Su esposa, Sediqa, no habla inglés ni sabe leer, escribir o manejar.
Para los niños también, todo es totalmente nuevo. Los hijos pequeños de Patan se hicieron amigos de un niño vecino y usaron un trampolín por primera vez. Esperan entusiasmados al fin de semana para poder pasar tiempo con sus “tías”.
Clarin ayudó también a otras dos familias afganas, pero éstas decidieron asentarse en Austin, Texas, y en San Diego, en parte porque allí hay mezquitas, carnicerías halal y comunidades afganas establecidas. No hay nada de eso en Fergus Falls.
Pero Patan sabe bien que la vida en la ciudad tiene sus desventajas, y espera que vengan otros afganos a quedarse en Minnesota.
“Espero algún día que vengan y que formemos aquí una especia de familia afgana”, expresó Patan. “Todos quieren venir aquí a Fergus”.