ONU: 3 millones de personas necesitan ayuda vital en Myanmar
NACIONES UNIDAS (AP) — El jefe humanitario de Naciones Unidas instó el lunes a los dirigentes militares de Myanmar a que permitieran llegar a más de 3 millones de personas que necesitan asistencia humanitaria vital “debido al creciente conflicto, a la inseguridad, al COVID-19 y una economía en declive”. Los actuales gobernantes tomaron el poder en un golpe militar el 1 de febrero.
Martin Griffiths advirtió que si no se pone fin a la violencia y se encuentra una resolución pacífica a la crisis de Myanmar, “este número no hará más que subir”.
También instó a los donantes a responder a la petición de Naciones Unidas y señaló que se han reunido menos de la mitad de los 385 millones de dólares solicitados desde que los militares derrocaron al gobierno electo de Aung San Suu Kyi.
El lunes fue el primer aniversario de las elecciones de 2020 en Myanmar, descritas como “libres y justas por observadores nacionales e internacionales”, dijo el portavoz de Naciones Unidas, Stephane Dujarric. El partido de Suu Kyi, Liga Nacional por la Democracia, ganó en torno al 80% de los escaños en las cámaras alta y baja del Parlamento. El Ejército rechazó los resultados y afirmó que la votación había sido fraudulenta.
“Naciones Unidas reitera su petición al Ejército de que respete la voluntad del pueblo y vuelva a poner al país en la senda de la transición democrática”, dijo Dujarric. Naciones Unidas, señaló, sigue “muy preocupada por la creciente violencia en Myanmar” y reclama de nuevo acceso humanitario sin trabas.
El comunicado de Griffiths se publicó mientras miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas celebraban una reunión a puerta cerrada sobre Myanmar solicitada por Gran Bretaña. Rusia y China se opusieron a una propuesta de comunicado de prensa que expresaría preocupación sobre la violencia reciente en el país, que ha incluido ataques aéreos, y reafirmaría el apoyo del consejo a la transición democrática del país, según diplomáticos, aunque las conversaciones seguían en marcha.
El viceembajador británico James Kariuki dijo a la prensa antes de la reunión que a Gran Bretaña le preocupaba especialmente la actividad militar en el estado noroeste de Chin, “y nos preocupa que esto refleje la actividad que vimos hace cuatro años, antes de las atrocidades cometidas en Rakhine contra los rohinya”, una minoría musulmana.
“De modo que tenemos mucho interés en que el consejo esté centrado, y el Ejército sepa que estamos vigilando”, dijo.
Desde que Suu Kyi fue depuesta, Myanmar se ha sumido en la inestabilidad. Las protestas pacíficas contra los generales al mando se convirtieron primero en una insurgencia de bajo nivel en muchas zonas urbanas después de que las fuerzas de seguridad emplearan medios letales, y más tarde derivó en combates más graves en zonas rurales, especialmente en regiones fronterizas donde milicias de minorías étnicas luchaban contra tropas del gobierno.
El Gobierno de Unidad Nacional, el principal grupo clandestino que coordina la resistencia al Ejército, establecido por legisladores electos a los que se impidió tomar posesión de su escaño tras el golpe de Estado, pidió un alzamiento nacional. Sus “Fuerzas Populares de Defensa” operan en muchas zonas y han recibido formación y armas de grupos armados de minorías étnicas.