Tras casi 20 años, el muro israelí cerca vidas palestinas

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Tras casi 20 años, el muro israelí cerca vidas palestinas
Palestinos reunidos en una colina con vistas a un tramo de la barrera de separación israelí mientras esperan a que el Ejército israelí les permita cruzar la cerca, en el poblado cisjordano de Nilin, al oeste de Ramala, el domingo 7 de noviembre de 2021. Casi dos décadas después de que Israel provocara una controversia internacional con la construcción del muro durante un alzamiento palestino, se ha convertido en un elemento aparentemente fijo del paisaje, aunque Israel anima a sus ciudadanos a instalarse a ambos lados. (AP Foto/Nasser Nasser)

QAFFIN, Cisjordania (AP) — Tres días a la semana, campesinos palestinos del poblado de Qaffin, en la Cisjordania ocupada, hacen fila ante una puerta amarilla y muestran permisos militares a los soldados para atender sus cultivos al otro lado del muro de separación israelí.

Los campesinos dicen que debido a unas restricciones israelíes cada vez más pesadas, ya no pueden vivir de su tierra, que sufre sin la atención adecuada. Los olivares al otro lado de la puerta están calcinados por un incendio reciente, ya que los bomberos también necesitan autorización para cruzar.

Casi dos décadas después de que Israel provocara una controversia internacional con la construcción del muro durante un alzamiento palestino, se ha convertido en un elemento aparentemente fijo del paisaje, aunque Israel anima a sus ciudadanos a instalarse a ambos lados.

Decenas de miles de palestinos pasan cada mañana por sus puntos de acceso, haciendo fila en abarrotadas terminales para entrar a Israel y trabajar en la construcción y agricultura. Los campesinos de Qaffin y docenas de poblados más necesitan permisos para acceder a su propiedad privada.

Israel dice que la barrera ayudó a detener una oleada de ataques suicidas y otras agresiones de palestinos que entraban en el país durante el alzamiento entre 2000 y 2005, y que aún es necesaria para impedir una violencia mortal.

El 85% del muro aún sin terminar está en terrenos ocupados de Cisjordania, y separa casi un 10% de su superficie. Los palestinos lo ven como una ocupación ilegal de tierras, y la Corte Penal Internacional dijo en 2004 que la barrera era “contraria al derecho internacional".

En Jerusalén y la ciudad cisjordana de Belén, el muro es una enorme pared de cemento que se alza varios metros (yardas), completada con alambre de espino y cámaras. En zonas rurales consiste principalmente en cercas de alambre de espino y carreteras militares cerradas.

A lo largo de la principal autopista israelí que conecta el norte y el sur, paisajismo y movimientos de tierra estratégicos la ocultan para que los conductores apenas vean un atisbo de la realidad del régimen militar.

Los palestinos de Qaffin dicen que el muro ha aislado unos 4.500 dunams (1.100 acres) de sus campos de cultivo, todo en Cisjordania.

Ibrahim Ammar dijo que antes plantaba varios cultivos, como sandías y maíz, pero ahora se ve limitado a aceitunas y almendras porque requieren menos atención. Incluso durante la cosecha anual de aceitunas, que comenzó el mes pasado, sólo puede entrar en su tierra tres días a la semana y tiene que solicitar permisos para llevar familiares que le ayuden.

“Mi padre, mi abuelo, vivían por completo de la tierra”, dijo. “Ahora no gano suficiente para mí y mis hijos”.

Para completar sus ingresos maneja un taxi. Otros vecinos tienen empleos poco cualificados dentro de Israel y sus asentamientos en Cisjordania. Al menos un vecino, frustrado por las restricciones, cultiva verduras en el tejado de su casa.

“Tres días no es suficiente para cuidar la tierra”, dijo Taysir Harashe, que era alcalde del poblado cuando se construyó el muro. “La tierra cada vez está peor”.

Naciones Unidas estima que unas 150 comunidades palestinas viven una situación similar, y que 11.000 palestinos viven en la zona solapada, dentro de Cisjordania pero al oeste del muro, de modo que necesitan permisos israelíes para quedarse en sus casas.

HaMoked, un grupo israelí de derechos que ayuda a palestinos a conseguir los permisos, señaló que la situación de los campesinos va a peor. Datos obtenidos del Ejército tras una solicitud formal de información pública mostraban que el año pasado se rechazaron el 73% de las solicitudes de permisos, frente al 29% de 2014. Menos del 3% se negaron por motivos de seguridad, afirmó el grupo.

Israel dejó de conceder permisos a familiares en 2014 salvo que estuvieran inscritos como trabajadores agrícolas en explotaciones grandes. En 2017, el Ejército empezó a dividir las fincas grandes entre los miembros de familias y determinó que cualquier terreno menor de 330 metros cuadrados (3.500 pies cuadrados) era insostenible para la agricultura. A los propietarios de esas huertas pequeñas no se les conceden permisos.

“No hay justificación de seguridad”, dijo Jessica Montell, directora de HaMoked, que ha llevado la regulación ante la Corte Suprema israelí. “Han decidido que la gente posee un pedazo de tierra que les parece demasiado pequeño para que merezca la pena cultivarlo”.

Montell señaló que otras normas se basan en “elaborados cálculos” sobre cuántas manos hacen falta para atender distintas cosechas. “Es una locura de tabla. Dicen que si plantas pepinos puedes tener X número de asistentes por dunam”.

Ante una pregunta sobre las restricciones, el Ejército dijo que sus fuerzas pretenden “asegurar un ritmo vital tranquilo para todos los lados”. El Ejército “ve una gran importancia en la coordinación de la cosecha del olivo y opera de acuerdo a recomendaciones y a la evaluación de la situación”, según un comunicado.

Israel siempre ha dicho que la barrera no pretendía trazar una frontera permanente y algunos defensores dijeron en su momento que ayudaría al proceso de paz porque reduciría la violencia.

“La cerca se construyó únicamente de acuerdo a las necesidades de seguridad”, dijo Netzah Mashiah, coronel israelí retirado que supervisó la construcción del muro hasta 2008. “Durante la construcción entendimos que podría ser una frontera en el futuro lejano (...) pero éste no era el objetivo de esta cerca”.

Desde luego, el aspecto del muro es el de una frontera fortificada.

Hay israelíes y palestinos a ambos lados de la frontera, e Israel construye de forma activa asentamientos e infraestructura para asentamientos al este de la barrera. No ha habido conversaciones de paz significativas en más de una década y el actual primer ministro israelí, Naftali Bennett, se opone a la creación de un estado palestino en Cisjordania y otros territorios ocupados por Israel en la guerra de 1967.

En Belén, la enorme pared de cemento está cubierta de graffiti políticos y otras obras artísticas satíricas. Una alude a un episodio de la comedia de Larry David en HBO “Curb Your Enthusiasm” en el que hombres judíos acuden a un restaurante palestino para ocultar sus infidelidades a sus esposas. Otra rinde homenaje a George Floyd, asesinado el año pasado por un policía de Minneapolis.

Se convirtió en una ecléctica atracción turística después de que el artista urbano de fama mundial Banksy pintara en el muro en la década de 2000. En 2017 abrió una instalación en forma de hotel, que reunía sombrías obras sobre la resistencia.

Abu Yamil, propietario de una tienda cercana de recuerdos que declinó dar su nombre completo, vende postales y copias en papel de las obras de Banksy, entre otros artículos.

El hombre, de 70 años, expresó su nostalgia por la situación de hace décadas, cuando los palestinos podían viajar con libertad.

“Era ocupación, pero vivíamos juntos”, dijo. “Fui en mi auto a Tel Aviv”.

Como muchos palestinos, duda que el muro aún por terminar sirva un propósito de seguridad, ya que los trabajadores sin permisos siempre han logrado pasar.

“Este muro estará aquí para siempre, porque no quieren paz”, dijo. “Israel quiere toda la tierra”.

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