Líder de Sudán, un hombre con poderosos aliados en el Golfo
EL CAIRO (AP) — Abdel-Fattah Burhan, el general que comandó el golpe de Estado en Sudán, ha prometido llevar al país a un gobierno electo. Pero cuenta con poderosos aliados, entre los que se encuentran algunas naciones del Golfo Pérsico y un temido comandante paramilitar sudanés. Y parece estar decidido a mantener al ejército en el poder.
Burhan cobró protagonismo por primera vez en 2019, cuando él y otros generales de alto rango derrocaron a Omar al-Bashir, bajo la presión de las manifestaciones multitudinarias contra 30 años de gobierno autocrático.
Se mantuvo al frente del gobierno durante varios meses, hasta que la presión internacional obligó a los militares a llegar a un acuerdo de reparto del poder con los manifestantes.
Así se estableció un Consejo Soberano, un organismo conjunto militar y civil, encabezado por Burhan, que debía gobernar Sudán hasta las elecciones previstas para 2023.
Los antecedentes de Burhan eran relativamente limpios y no fue acusado por la Corte Penal Internacional de crímenes contra la humanidad durante el conflicto de Darfur de principios de la década de 2000, como sí fue el caso de Al-Bashir y otros.
Era uno de los pocos no islamistas entre los principales generales durante el régimen militar-islamista de Al-Bashir. Eso ayudó a Sudán a salir del estatus de paria internacional que tenía bajo el régimen de Al-Bashir.
El lunes, Burhan acabó con los vestigios del gobierno civil. Disolvió el Consejo Soberano y el gobierno de transición; detuvo al primer ministro Abdalla Hamdok y a otros altos funcionarios; y declaró estado de excepción. Hamdok fue liberado el martes, pero otros siguen detenidos.
La toma del poder se produjo pocas semanas antes de que Burhan, de 61 años, debiera ser sustituido por un civil al frente del Consejo Soberano. Ha prometido que los militares entregarán el poder una vez que se elija un gobierno en julio de 2023.
El control civil no sólo debilitaría el poder político de los militares, sino que también amenazaría sus amplios recursos financieros y podría dar lugar a juicios por violaciones de derechos humanos cometidas en los últimos 30 años.
En los últimos años, Burhan ha recibido el apoyo de Egipto, dirigido por un general convertido en presidente, y de algunos países del Golfo Pérsico, en especial de los Emiratos Árabes Unidos.
Fue capacitado en el colegio militar de Egipto y, desde 2019, ha realizado múltiples visitas al gobernante de Emiratos, el príncipe heredero de Abu Dabi, jeque Mohammed bin Zayed Al Nahyan.
Esos países evitaron criticar el golpe del lunes, e hicieron un llamado a la calma y al diálogo.
“Hay una preferencia general por un líder militar fuerte que sea muy negociador. Eso se ajusta más a los intereses del Golfo Pérsico que a un gobierno democrático”, dijo Cameron Hudson, exfuncionario del Departamento de Estado de Estados Unidos y experto en Sudán en el centro de estudios Atlantic Council. “Temen a lo que es una historia de éxito de la Primavera Árabe”, dijo, en referencia a los levantamientos de 2011 que ayudaron a inspirar las protestas sudanesas.
Al flanco de Burhan se encuentra otro general, más temido: Mohammed Hamdan Dagalo, comandante de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés), una unidad paramilitar que surgió de las milicias yanyauid, respaldadas por Al Bashir, famosa por sus atrocidades y violaciones durante el conflicto de Darfur.
Los combatientes de las RSF tuvieron un papel relevante en el golpe del lunes, al participar en la detención de Hamdok y de otros altos funcionarios, así como en la represión en las calles. Esta fuerza es casi un “ejército paralelo de decenas de miles de combatientes con experiencia en combate”, dijo Suliman Baldo, asesor principal de The Sentry, un organismo de investigación y política enfocado en los crímenes de guerra en África.
Burhan tiene una larga relación con Dagalo, también conocido como Hemedti. Según Baldo, Burhan fue comandante en Darfur, donde el ejército y las RSF llevaron a cabo una brutal campaña para aplastar la insurgencia.
Hasta 300.000 personas murieron y 2,7 millones fueron desplazadas en una campaña de violaciones y abusos masivos.
Burhan se distanció de las atrocidades, y en una ocasión declaró a la BBC: “No soy responsable de ninguna mala acción en Darfur... En lo que a mí respecta, estaba luchando contra un enemigo como lo hacen todas las fuerzas regulares”.