Migrantes saltan en camiones para llegar a Inglaterra
CALAIS, Francia (AP) — Mohammad y Jaber se pasan todo el día esperando por el camión perfecto, y esta tarde parece que lo encontraron.
Cuando se acerca el camión, le gritan a su compañero que salte. El joven logra sujetarse a una manija e insertarse en el espacio entre la cabina del conductor y el compartimiento de carga. El camión no frena, indicio de que el chofer ni se enteró.
El vehículo desaparece a la distancia, avanzando por la carretera del norte de Francia hacia el Canal de la Mancha y el túnel que lo llevará a Gran Bretaña.
Mohammad y Jaber son jóvenes sudaneses que escaparon de la guerra en su país, soportaron secuestros y golpizas en Libia y cruzaron el Mar Mediterráneo hasta llegar a Italia. Finalmente llegaron a Calais, en el norte de Francia, y al igual que muchos otros provenientes de África, Asia y el Medio Oriente, están tratando de llegar a Gran Bretaña encaramándose en camiones de carga, una opción peligrosa y potencialmente mortífera.
Políticos tanto en Francia como Gran Bretaña han estado discutiendo en meses recientes sobre cómo detener el flujo de migrantes, un fenómeno que ha exacerbado la retórica antiinmigrante en Europa.
Si bien los que tienen algo de dinero pueden pagar para ir a Gran Bretaña por mar, en endebles balsas, a menudo hacinadas y en aguas turbulentas, los que no tienen recursos tienen que tratar de montarse en alguno de los miles de camiones que pasan cada semana entre Francia y Gran Bretaña.
Muchos optan por tierras británicas debido a mejores oportunidades económicas o por tener allí familia o contactos. Además, según autoridades francesas, en Gran Bretaña las leyes contra la inmigración ilegal son más laxas.
Los únicos que se atreven a saltar en los camiones son los jóvenes o los que están en mejores condiciones físicas. Es un esfuerzo en equipo.
En un frío día otoñal de la semana pasada, cinco jóvenes se escondían, agachados detrás de un montículo en una obra a medio construir en Calais, observando cómo salían los camiones de un almacén cercano. Otro hombre se ocultaba más cerca de la carretera.
Cuando se asomaba un camión apto para esconderse, los jóvenes le gritaban a su compañero que salte.
Hay un código para saber cuál camión cumple con las condiciones para montarse en él.
“Si gritamos uno o dos, él sabe que no (debe montarse en ese camión). Pero si gritamos tres, sabe que sí, que ese está bueno”, relató Mohammad, quien sólo quiso dar su nombre por temor a ser arrestado o expulsado por tratar de cruzar fronteras ilegalmente.
Los camioneros suelen detenerse para revisar que nadie se ha montado en su camión, o para decirle a algún infiltrado que no vale la pena el intento porque el camión no va para Gran Bretaña. La policía suele pasar por la zona, sonando sus sirenas, para ahuyentar todo intento.
Una vez montados, los migrantes están pendientes de cerciorarse de que el camión realmente va hacia Gran Bretaña, contando los giros exactos hacia la derecha o la izquierda. Si se dan cuenta de que el camión no va a donde desean, tienen que bajarse y empezar de cero.
Mohammad ya dos veces ha logrado montarse en un camión y pasar desapercibido, pero ambas veces tuvo que bajarse al darse cuenta de que el vehículo no se dirigía a Inglaterra.
Algunos se insertan en el espacio entre la camina del conductor y el compartimiento de carga. Otros logran forzar las cerraduras y meterse en el compartimiento de carga.
Y aun si el vehículo va en la dirección correcta, les esperan a los migrantes más desafíos y peligros. La policía usa tecnología ultramoderna en el Canal de la Mancha para detectar el calor corporal o las sombras en movimiento. Si los infiltrados son detectados, la policía los obliga a bajarse. Más de 18.000 fueron descubiertos en camiones el año pasado, y la cifra para lo que va de este año asciende a 11.000.
Diversas organizaciones de defensa de los migrantes reportar haber recibido llamadas desesperadas de migrantes atrapados en compartimientos refrigerados, muriéndose de asfixia o hipotermia, o denunciando haber sido maltratados por la policía.
Otros sufren fracturas o peores heridas al saltar de los camiones en movimiento. A fines de septiembre Yasser Abdallah, de 20 años, murió atropellado por un camión.
Abdallah también era de Sudán y soñaba con ser taxista en Gran Bretaña. La comunidad de migrantes en Calais lamentó la muerte y una semana después, unas 300 personas acudieron a una marcha en su memoria.
En un mensaje escrito a los camioneros, los participantes de la marcha expresaron: “Ustedes, cuando descubren a un migrante a bordo, sacuden al camión y frenan una y otra vez hasta que migrante cae. ¿Por qué no nos dejan continuar el viaje?”
De cualquier manera, los migrantes no cesan en sus esfuerzos.
De noche, duermen en los bosques alrededor de Calais usualmente bajo los árboles o, si tienen suerte, en una carpa. La policía allana esos campamentos cada mañana, arrestando s lo migrantes, lanzándoles gas lacrimógeno y confiscando sus pertenencias, según activistas.
“Algunos se quedan un día, una semana, un mes. Yo voy por cuatro meses y 15 días”, relata Mohammad . Él y sus compañeros estiman que en promedio, dos ó tres migrantes logran llegar a Gran Bretaña en camión.
Ahmad, un sudanés de 28 años de edad que salió de su país en el 2018 debido a la guerra, le mostró a un reportero un video en TikTok del día después de la muerte de Yasser, de la cuenta de TikTok de otro migrante que sí logró llegar a Gran Bretaña.
En el video se ve a un joven corriendo al lado de un camión blanco y azul hasta que logra montarse.
El video muestra letras en árabe, la bandera británica y al final las palabras “Gran Bretaña”.