Nueva ruta para migrantes por Bielorrusia: Una pesadilla
BIALYSTOK, Polonia (AP) — Tras soportar diez años de guerra en Siria, Boshra al-Moallem y dos hermanas decidieron irse. Su hermano había logrado llegar a Bélgica y ahorrado suficiente dinero para el viaje, y en las redes sociales se hablaba mucho de una nueva ruta para migrantes deseosos de llegar a Europa, que pasaba por Bielorrusia.
El viaje, no obstante, resultó aterrador y casi les cuesta la vida. Al-Moallem quedó varada en la frontera entre Bielorrusia y Polonia durante 20 días, en los cuales los guardias de ambos países la enviaban de un lado a otro por un sector pantanoso, lleno de mosquitos. Pasó frío de noche, hambre y sed. Hasta que guardias polacos la llevaron a un hospital tras desmayarse por la fatiga y una deshidratación.
“No esperaba que nos pasase esto. Nos habían dicho que era fácil llegar a Europa, iniciar una nueva vida, escaparle a la guerra”, expresó la mujer de 48 años mientras se recuperaba esta semana en un centro de refugiados del este de Polonia. “No me imaginé que terminaría en otra guerra en la frontera”.
Al-Moallem es una de miles de personas que atravesaron Bielorrusia en las últimas semanas y que fueron expulsadas por guardias bielorrusos. La Unión Europea condenó esas medidas de los bielorrusos y las describió como una “guerra híbrida” contra el bloque.
Oriunda de Homs, Al-Moallem fue desplazada a Damasco por la guerra. Dijo que funcionarios bielorrusos le hicieron creer que el viaje a la UE sería fácil y luego la usaron como un “arma” en una batalla política con Polonia. Indicó que los guardias polacos también fueron bastante duros, negándole agua y usando perros para amedrentarla a ella y a otros migrantes a los que trataban de devolver a Bielorrusia, una y otra vez.
Por años, la gente que le escapa a la guerra en el Medio Oriente y África ha estado haciendo peligrosas travesías por los mares Mediterráneo y Egeo, en un esfuerzo por llegar a Europa occidental. Pero tras el arribo de más de un millón de personas en el 2015, los países de la UE erigieron muros y colocaron alambres de púas, instalaron equipo de vigilancia, incluidos drones, y sellaron acuerdos con Turquía y Libia para frenar la llegada de migrantes.
Una travesía menos protegida por los bosques y pantanos de Europa oriental surgió como una ruta alternativa luego de que la UE impuso sanciones al gobierno autoritario del presidente bielorruso Alexander Lukashenko, tras una elección llena de irregularidades y de una fuerte represión de protestas.
Repentinamente, personas de Irak, Siria y otros países volaban a Minsk, la capital bielorrusa, con visas de turista, y luego seguían en auto, ayudadas aparentemente por traficantes, hasta la frontera.
Los tres países limítrofes con Bielorrusia —Polonia, Lituania y Letonia— acusan a Lukashenko de tratar de desestabilizarlos.
Si ese es realmente el objetivo, está funcionando. Polonia les negó el ingreso a miles de migrantes y se negó a recibir solicitudes de asilo, violando convenciones internacionales sobre derechos humanos. Su comportamiento fue criticado por organizaciones de derechos humanos dentro y fuera del país.
Stanislaw Zaryn, vocero de los servicios especiales polacos, declaró a la Associated Press que las fuerzas polacas siempre ayudan a los migrantes si sus vidas corren peligro. Acotó que hay situaciones en las que Polonia debe defender su frontera para contrarrestar maniobras políticas de Bielorrusia, cuyo gobierno es apoyado por el presidente ruso Vladimir Putin.
“Polonia considera que solo un firme control de nuestra frontera con Bielorrusia podrá frenar esta ruta migratoria, que fue creada artificialmente por Lukashenko, con el apoyo de Putin”, señaló Zaryn. “Fue creada artificialmente”, insistió, “para vengarse de toda la Unión Europea”.
Seis migrantes han sido hallados muertos en la frontera y hay niños pequeños que fueron devueltos a Bielorrusia esta semana, escandalizando a organizaciones de derechos humanos, que dicen que Polonia debe cumplir con sus obligaciones bajo las leyes internacionales y permitir que los migrantes soliciten asilo, sin obligarlos a salir del país.
“Es obvio que estas son maniobras políticas de Lukashenko en contra de Polonia y de la UE”, expresó Marianna Wartecka, de la organización de derechos humanos Fundacja Ocalenie. “Pero esto no justifica las medidas del estado polaco”.
El arzobispo Wojciech Polak, jefe de la Iglesia Católica Romana de Polonia, brindó su apoyo a los médicos que tratan de ayudar a los migrantes. “No debemos permitir que nuestros hermanos sufran y mueran en nuestras fronteras”, sostuvo.
Lukashenko niega estar enviando migrantes a Polonia.
Tras viajar de Siria al Líbano, al-Moallem, quien era profesora de inglés en Siria, voló a Minsk y de allí se trasladó en taxi con sus hermanas y un cuñado a la frontera. Soldados bielorrusos los llevaron a un sitio por el que podían cruzar la frontera con Polonia.
Llorando, Al-Moallem dijo que los bielorrusos les dijeron que “es muy fácil entrar a Polonia. Crucen el pantano, suban la colina y estarán en Polonia”.
“Cuando tratamos de subir la colina”, añadió, “soldados polacos nos hicieron volver. Familias, mujeres, hombres, niños. Los chicos lloraban y gritaban”.
“Le pedí a los guardias fronterizos polacos que por favor nos diesen agua, que me moría de sed. Pero me respondieron que volviese a Bielorrusia. Que ellos no eran responsables de nosotros”.
Esto pasó varias veces. Las fuerzas bielorrusas los recibían, a veces les daban solo pan, y la noche siguiente los mandaban de vuelta a Polonia.
Durante toda esta odisea, Al-Moallem filmó videos con su teléfono y los difundió por Facebook. Esos videos y su relato revelan la crisis que se vive en la frontera.
Todo esto sucede casi sin testigos, porque Polonia, igual que Lituania y Letonia, declaró un estado de emergencia, lo que impide la presencia de organismos de derechos humanos y de periodistas en la frontera.
Las medidas contra los migrantes son populares en Polonia, gobernada por un partido conservador que ganó las elecciones del 2015 con una plataforma dura hacia los migrantes. Al estallar esta nueva crisis, su popularidad aumentó.
A pesar de todo, circulan versiones de que algunos migrantes logran llegar a la UE sin ser detectados y seguir hacia el oeste, a menudo hasta Alemania, donde tienen parientes.
Al-Moallem dice que ella y su familia quieren dejar el centro donde están alojados y reunirse con su hermano en Bélgica, aprovechando las fronteras abiertas en la UE. El objetivo es pedir asilo en Bélgica.
Su único deseo, dijo, es que su familia vuelva a reunirse tras años de trauma y pueda “sentirse segura”.