Industria pionera del cannabis en Uruguay sufre cimbronazo
MONTEVIDEO (AP) — La industria del cáñamo uruguayo, variedad de cannabis con muy bajo efecto psicoactivo, tuvo un maravilloso 2020 exportando por primera vez 17 toneladas según cifras oficiales. No obstante, las exportaciones se desplomaron a siete toneladas durante los primeros nueves meses de 2021 tras la época de mayor demanda en Europa. El cimbronazo ha hecho que algunos productores se reacomoden en la incipiente cadena de valor a pesar de una repentina baja en el precio internacional del nuevo commodity en Suiza.
Andrea Kruchik es una de ellas. El año pasado cosecharon unos 300 kilos que exportaron casi todos a Suiza. Con buen precio internacional y creciente demanda apostaron por sembrar cinco hectáreas para cosechar este año, pero el precio bajó y la cosecha, entre marzo y abril, no fue cómo esperaban. La siembra que comenzó hace unas semanas abarcará mil metros cuadrados.
“Cada vez que íbamos a cosechar volvían las lluvias, se inundaban los predios, la producción quedaba afectada, tuvimos que desechar una parte importante de la producción este año porque se llenó de hongos. Los precios bajaron mucho, un 50% del año pasado. De 250 a 150 dólares el kilo cuando el año pasado vendimos en torno a 500 dólares”, señala.
La baja del precio generó incertidumbre. “El año pasado triplicamos el área de cultivo, pasamos de trabajar con tres a 11 granjas asociadas. De 300 kilos cultivados el año pasado llegamos a tres toneladas esta cosecha, íbamos a seguir creciendo pero ante este panorama nos tenemos que quedar quietos”, dice la productora y vocera de la Cámara de Empresas de Cannabis Medicinal de Uruguay.
Su compañía, YVY, tiene en stock tres toneladas de las 50 que Uruguay almacena a la espera de su colocación en el exterior según datos confirmados a la AP por el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP) de Uruguay.
Autoridades y productores uruguayos buscan llegar a nuevos mercados además del suizo, que en esta temporada rebosa de ofertas de cáñamo de Italia, Chipre, Colombia, Grecia, España y Estados Unidos, entre otros.
Los uruguayos habían conseguido colocar el producto a poco que Suiza autorizara la venta de cáñamo para consumo humano a mayores de 18 años, pero la realidad cambió. En agosto del año pasado Uruguay había logrado colocar cinco toneladas en ese país europeo, pero el mes pasado fueron tan solo 500 kilos. “Como resultado tenemos una industria muy golpeada, también por temas climáticos. Veremos despidos y cierre de empresas en los próximos meses”, anunció Kruchik a la AP. El MGAP estima que 4.000 personas trabajan en este rubro agrícola.
Empresas líder del sector han hecho despidos, como es el caso de la multinacional Aurora Cannabis, que descontinuó la producción de marihuana para farmacias en Uruguay. Este jueves se confirmó el despido de treinta trabajadores rurales que cuidaban sus invernaderos. También hubo y hay seguros de paro, reducciones de personal y algunas empresas adeudan salarios a trabajadores y pagos a proveedores. Además, han habido problemas en cobrar las exportaciones a Suiza por las restricciones bancarias internacionales que aún pesan en el sector, entre otros asuntos financieros.
Muchos de quienes han exportado tampoco han conseguido un retorno económico acorde a la inversión. “El año pasado fue un aprendizaje de prueba y error” dice Ricardo Páez a la AP. Este productor de Paysandú atrajo una inversión de dos millones y medio de dólares, pero solo consiguió vender 125.000 dólares, 450 kilos a Suiza.
Diez de sus doce empleados fijos pasaron al seguro de desempleo. Los inversores no quisieron seguir más y hace un año y medio que no percibe su salario como responsable de la empresa. Menciona que problemas financieros y sobre todo trabas burocráticas incidieron negativamente en el negocio. Sin embargo, Paéz se reinventó y está ensamblando una planta de extracción de aceites de cannabis que piensa poner en funcionamiento en marzo. “Todas las proyecciones del sector son positivas”, concluye.
Sergio Vázquez es ingeniero agrónomo en la Dirección General de Servicios Agropecuarios del MGAP y ha sido la cara visible de los últimos dos gobiernos con el cáñamo. Enumera varios problemas de las empresas, como no haber previsto dónde y cómo vender su producción, dejarse llevar por la volatilidad del precio en Suiza, falta de planificación y haber tenido malas prácticas agronómicas y de negocio.
“Las empresas no dimensionaron la escala, entonces hubo mucho material que se perdió”, explica. “Las expectativas del productor eran demasiado altas para su estructura de costos o lo que imaginaban que iban a vender. Se siguen exportando, pero a un ritmo menor, estamos en un reacomodo entre las expectativas del productor y el mercado”, señala el funcionario.
A pesar que algunas empresas han tenido problemas, otras solo crecieron. El área sembrada el año pasado fue de 1.400 hectáreas y ésta es de 1.600. “Hay menos empresas, pero con más área. Lo que importa para generar empleo es la cantidad de hectáreas o quilos, pero sí lo veo complicado por malas decisiones empresariales. Si el sector no se profesionaliza, quien termina perdiendo es el productor pero también el empleado”, asegura el especialista.